Cónclave, así se elige el Papa

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Fuente: Vatican News

A partir del 7 de mayo 133 cardenales elegirán al nuevo Papa, para lo cual es necesario el voto favorable de 87 de ellos

Los cardenales tienen la misión de aonsejar al Papa y elegr al nuevo con la posibilidad de ser elegidos ellos mismos. Deben tener menos de 80 años- pueden votar, y la elección de un nuevo pontífice se considera tanto un deber como una responsabilidad espiritual.

Los cónclaves se celebran desde hace siglos, siguiendo estrictas normas destinadas a proteger el secreto e impedir la influencia exterior.

La palabra «cónclave» procede del latín cum clave, que significa «con llave», y refleja la tradición de confinar a los cardenales.

Desde el siglo XV, las elecciones se celebran en el interior de la Capilla Sixtina, bajo sus famosos frescos renacentistas.

El último cónclave, en 2013, eligió al papa Francisco tras solo cinco rondas de votaciones, lo que lo convierte en una de las decisiones más rápidas de los tiempos modernos.

La ceremonia comienza con una Misa en la Basílica de San Pedro y una posterior procesión a la Capilla Sixtina en donde cada cardenal jura sigilo y se cierran las puertas con sólo ellos dentro y sin dispositivos de comunicación con el exterior.

Una vez preparadas y distribuidas las papeletas (al menos dos o tres a cada cardenal elector) por el maestro de ceremonias, el último cardenal diácono sortea, entre todos los cardenales electores, tres escrutadores, tres encargados de recoger los votos de los enfermos (infirmarii) y tres auditores. Si en este sorteo se extraen los nombres de cardenales electores que, por enfermedad u otra razón, no pueden desempeñar estas funciones, se extraen en su lugar los nombres de otros cardenales. Esta es la fase previa a la votación. Antes de que los electores comiencen a escribir, el Secretario del Colegio Cardenalicio, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y los Maestros de Ceremonias deben abandonar la Capilla Sixtina, después el último Cardenal Diácono cierra la puerta, abriéndola y cerrándola tantas veces como sea necesario, como cuando los infirmarii salen a recoger los votos de los enfermos y regresan a la Capilla.

Cada cardenal elector, por orden de precedencia, después de haber escrito y doblado su papeleta, sosteniéndola en alto para que sea visible, la lleva al altar, donde se encuentran los escrutadores y sobre el cual está colocado un receptáculo cubierto con un plato para recoger las papeletas».

Una vez que todos los electores cardinales han depositado sus papeletas en la urna, el primer escrutador sacude la urna varias veces para barajar las papeletas e, inmediatamente después, el último escrutador procede al recuento de las papeletas sacándolas visiblemente una a una de la urna y depositándolas en otro recipiente vacío.Si el número de papeletas no corresponde al número de votantes, deben quemarse todas y se procede inmediatamente a una segunda votación.Si, por el contrario, sí coincide con el número de votantes, se procede al recuento.

El último de los escrutadores, al leer las papeletas, las pincha con una aguja en el punto donde se encuentra la palabra Eligo, y las introduce en un hilo, para que se conserven con mayor seguridad.Una vez terminada la lectura de los nombres, los extremos del hilo se atan con un nudo, y las papeletas se depositan en un receptáculo o a un lado de la cantina.En ese momento, se cuentan los votos y, después de comprobarlos, se queman en una estufa de hierro fundido que se utilizó por primera vez durante el Cónclave de 1939.Una segunda estufa, de 2005, conectada, se utiliza para los productos químicos que deben dar el color negro en caso de no elección y el color blanco en caso de elección.

Afuera de la Capilla Sixtina el mundo estará atento al humo que sale de la chimenea. Si el humo es negro, habrá otra ronda de votación. El humo blanco indica que se ha elegido un nuevo Papa.

Tras la votación, el elegido debe aceptar formalmente el rol ante el Colegio Cardenalicio y anunciar su nombre papal.

A continuación el protodiácono le comunica al público «Habemus Papa» dando a conocer su nombre y el que eligió para su misión.

Después de anunciar su nuevo nombre, el papa es trasladado a la llamada «Sala de las Lágrimas», una antesala de la Capilla Sixtina, donde se pone los atuendos papales.

La sala debe su nombre al relato de que papas anteriores se sentían tan abrumados por el momento que solían derramar lágrimas después de su elección.

En un balcón de la Basílica de San Pedro con vistas a la plaza, el nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia católica se dirige a cientos de fieles procedentes de todo el mundo dando la bendición Urbi et Orbi