Mes de la Donación de órganos – Testimonio de Irma

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Hilda es una mujer que no dudó en donar los órganos de su hijo y a partir de allí se ha unido a muchas personas promoviendo la campaña «Donar órganos es dar vida».

Nos regaló su testimonio

Donar es un gesto de amor

Irma Rodríguez

Mi nombre es Irma Rodríguez tucumana pero riojana de hace muchos años. Colaboro en la capilla San José patriarca, al lado de la casa del Tinkunaco. Desde siempre trabajé allí, de la época de monseñor Witte, puse la mano en el arado y nunca más me fui.

Siento que Dios me ha dado muchos regalos, llegue con el padre Lorenzo, le manifesté que había mucha necesidad de llevar la comunión a la gente que no puede venir, que está viejita, enferma y desde ese momento me compre la teca y comencé a ser servidora de la Eucaristía. Luego serví en el altar y comencé con la celebración de la Palabra. He ido al campo, a muchos lugares. Para mí eso, la verdad es un regalo de Dios. Eso es mi vida y mi función espiritual.

  • Irma, ¿y cómo surge esta concientización hacia la donación?

Bueno, por eso yo siempre, cuando voy y manifiesto mi testimonio, siempre digo, y no lo dudo, de que fue de Dios.

Siempre anduve misionando, y en una oportunidad, me dan la dolorosa noticia que uno de mis hijos, Daniel, tuvo un accidente. Me fui al hospital, allí me doy con que él había impactado muy fuerte la cabeza con un vehículo y tenía toda la parte del oído destrozado. Eso dio lugar a que toda esa sangre que se derramó fue llenando su cerebro y bueno, quedo en un estado crítico.

Pero fíjate vos ¿Cómo uno no va a pensar que Dios está en todo momento?, en ese momento había una familia que salió hablar por la televisión, en Buenos Aires, y pedían por favor, que necesitaban un órgano, porque la niñita que tenía dos años no tenía mucha esperanza de vida. Eso me interpeló y movilizó. Pero bueno, a todo esto, me voy a casa a bañarme. Cuando regreso al hospital, lo veo al Dani con los ojitos tapados y todo entubado. Le pregunté a las enfermeras que pasaba, no me dijeron mucho y fui con el doctor y me dijo claramente que entro en coma, con un daño irreversible.

Buscando por todos los medios quien lo podía salvar, finalmente decidí donar sus órganos. No dudé. Me puse en manos de Dios. En ningún momento me moleste con el Señor, porque puede asumir que el caso de Daniel fue un milagro de Dios que abrió un camino de vida para tantos. No hay mayor amor que dar la vida a los demás. Por eso sostengo que Dios estuvo e hizo el milagro. Le doy gracias a él también porque no me doblegué, no lo cuestioné, al contrario, cuando le estaban sacando el corazón a Daniel, a mi hijo, decía gracias, Señor, que sirva para dar vida. Por eso todo este camino de Dios fue un regalo. Así lo entiendo, no lo puedo ver de otra manera, nunca se me mermó la fe, todo lo contrario, tuve mucha más. Esta es la bandera de nuestra iglesia, dar vida.

  • ¿Como se fue dando todo este caminar?
Daniel, el hijo de Irma

En el tiempo de Daniel, aunque después se reformo un poco la ley, se preguntaba a los padres o al tutor, si esta persona tuvo alguna vez la idea de donar los órganos, algunos decían si otros no, pero la mayoría decía sí. En el 2018 a partir de una situación de una familia, el caso de Justita, la niña de 12 años que, esperando el trasplante de corazón, muere, los papás, allá en Buenos Aires, luchan por una ley que fue aprobada tanto por el Senado como por diputados en totalidad, y se determina que todos somos donantes a partir de los 18 años en adelante. Donde la salvedad se da cuando manifiesto que no quiero ser donante expresamente en el registro civil o si no entra a la aplicación Mi Argentina y lo pone allí.

La concientización en la que trabajamos es que esa donación sea hecha con amor, que es un gesto que a pesar del dolor que se sufre da esperanza. Damos lo mejor que tenemos.

  • ¿Qué le dirías a una familia que está discerniendo si dona los órganos de un hijo o de un familiar? ¿Cómo lo alentarías?

Bueno, mira, siempre digo que no solo porque tenemos fe, sino hay que tener un gesto humanitario. He tenido la dicha de conocer una de las personas que recibió la cornea de Daniel, cuando tenía 15 años, hoy ya mayor, y me expreso que gracias a Daniel pudo realizar su vida, se recibió de profesor de educación física, fue papá.

Por eso me atrevo a decirles si no los mueve la fe que sea la humanidad, la fraternidad. Entender que esas personas que reciben los órganos se van a poder levantar sabiendo que tiene una nueva oportunidad gracias a esa persona anónima que se dio.

Entonces, ¿qué mejor regalo que ese?

Mi hijo de 18 años tenía toda la vida por delante, pero bueno, la vida es así. Este es el mensaje, entender que Dios nos dio la vida por amor y donar es un gesto de amor.