La revista La Civitta Católica (La Ciudad Católica) dedicó un amplio comentario a la figura de nuestro Beato Mártir
Aquí la reproducción en español del texto en italiano del comentario que hace del libro de Anselmo Palini.
Su compromiso con la construcción del Reino y una espiritualidad profundamente arraigada en la Palabra lo convierten en un referente para la Iglesia continental como Hélder Câmara, Juan Gerardi, Pedro Casaldáliga, Paulo Evaristo Arns y Leonidas Proaño. A diferencia de este último, sin embargo, su figura es mucho menos conocida: sólo unos pocos textos en castellano, publicados en Argentina, reconstruyen su biografía, que comenzó en Córdoba, en el norte del país, y terminó en el camino entre Chamical y La Rioja.
Por eso es importante la publicación de este libro de Anselmo Palini. Un texto riguroso y atento pero, al mismo tiempo, divulgativo, por tanto apto para un público amplio, en el que se ofrece no una estampa, sino un retrato, con tonos apasionados, de un hombre y un pastor encarnados en su tiempo. Los pies de Angelelli pisan la tierra sobre la que caminan las mujeres y los hombres que están confiados a su cuidado. La mirada, sin embargo, es capaz de ver un horizonte más amplio. Por este motivo, el obispo no se limita a sufrir la frenética espiral de agitaciones violentas, que culminaron en la última dictadura militar. Al contrario, sabe interpretar y discernir los acontecimientos dramáticos -los relatos y la Historia- con los que se entrelaza su existencia. Y a partir de ahí madura, con auténtica conciencia, sus propias elecciones. En primer lugar, el de avanzar en el testimonio no violento de fraternidad, justicia y misericordia, con valentía y determinación. «Hay que seguir andando, no más», dice una canción popular argentina, inspirada en un verso de Angelelli, un poeta «frustrado», como decían en broma sus amigos. Avanza, hasta la muerte, con la certeza de que no es el final.
«Así os quiere nuestra patria, hombres y mujeres sin prejuicios, sin compromisos, sin fines, sin ideologías, hombres y mujeres de Evangelio. Sólo el Evangelio, y si queremos podemos añadir sólo un comentario posible: el que añadieron Wenceslao, Carlos, Gabriel y su obispo, el comentario de su vida». Así, exactamente treinta años después del asesinato, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio describió a Enrique Angelelli, obispo mártir de La Rioja, asesinado por la dictadura militar.
Lo conoció personalmente el 13 de junio de 1973, uno de los días más dramáticos en la vida del pastor. En esa ocasión, una multitud de jornaleros, contratados por terratenientes locales, atacó a monseñor Angelelli, quien había llegado a la parroquia de Anillaco para la fiesta patronal. El jesuita Bergoglio, visitando a algunos hermanos, se dio cuenta de que se encontraba ante un «pastor que dialogaba con su pueblo». Tan fiel a éste y al Evangelio que soportó piedras, críticas feroces, amenazas, la muerte disfrazada de accidente de tráfico. La misma conclusión a la que, décadas después, llegaría la Iglesia universal que, el 27 de abril de 2019, proclamó beato a Angelelli. Uno de los tantos «mártires del Concilio» que, como Óscar Arnulfo Romero o Rutilio Grande, dejaron una huella imborrable en América Latina