Francisco a los responsables de la comunicación institucional eclesial: No a la autopromoción y sí construir juntos relatos de esperanza
En la mañana de hoy, 27 de enero de 2025, en audiencia en el Palacio Apostólico Vaticano el Papa Francisco recibió a los presidentes de las Comisiones Episcopales de Comunicación y a los directores de las Oficinas de Comunicación de las Conferencias Episcopales presentes en Roma pasado ya el Jubileo del Mundo de las Comunicaciones. Ubicó el encuentro como un momento de “examen de conciencia”.
Necesarios cuestionamientos
Francisco lanzó interpelantes preguntas que dieron de inmediato un contexto de específica profundidad: “¿De qué modo sembramos esperanza en medio de tanta desesperación que nos afecta y nos interpela? ¿Cómo sanamos el virus de la división, que amenaza también nuestras comunidades? Nuestra comunicación, ¿está acompañada por la oración, o terminamos comunicando la realidad de la Iglesia adoptando sólo las reglas del marketing empresarial?”.
Escribir el futuro
Y siguieron las preguntas: “¿Sabemos dar testimonio de que la historia humana no concluye en un callejón sin salida? ¿Y cómo indicamos una perspectiva diferente hacia un futuro que todavía no está escrito? A mí me gusta esta expresión: escribir el futuro; nos toca a nosotros escribir el futuro. ¿Sabemos comunicar que esta esperanza no es una ilusión? La esperanza no defrauda nunca; pero, ¿sabemos comunicar esto? ¿Sabemos comunicar que la vida de los demás puede ser más hermosa también por medio de nosotros? ¿Puedo yo, por mi parte, dar belleza a la vida de los demás? ¿Y sabemos comunicar y convencer de que es posible perdonar?¡Esto es muy difícil!”.
El milagro del Reino de Dios aquí y ahora
El Santo Padre entró de lleno en la vida laboral y profesional de los comunicadores presentes en la audiencia, cuyas máximas responsabilidades al frente de sus espacios eclesiales en sus respectivos países los vuelven destinatarios privilegiados de la prédica papal: “Comunicación cristiana es mostrar que el Reino de Dios está cerca: aquí, ahora, y es como un milagro que puede ser vivido por cada persona, por cada pueblo. (…) El Reino de Dios está más allá de nosotros. El Reino de Dios viene también a través de nuestra imperfección, esto es hermoso. (…) El Reino de Dios viene en la atención que dedicamos a los demás, en el cuidado atento que ponemos al leer la realidad”.
La comunicación: vocación de todos, siempre y con todos
“Esto, que para ustedes es un servicio institucional, es también la vocación de todo cristiano, de todo bautizado. Todo cristiano está llamado a ver y contar las historias de bien que un periodismo dañino pretende borrar dando espacio solamente al mal”, distinguió Francisco.
Y ponderó con detalle: “La tarea de ustedes es grande y exige que salgan de sí mismos, que hagan un trabajo ‘sinfónico’, implicando a todos, valorando a los ancianos y a los jóvenes, mujeres y hombres; con todos los lenguajes, con la palabra, el arte, la música, la pintura, las imágenes. Todos estamos llamados a verificar cómo y qué comunicamos. Comunicar, comunicar siempre”.
Comunicación cristiana con “fuerza poética”
Escuchar, leer de boca de nuestro Papa esta ola de conceptos que expresan cuánto se implica en la comunicación de la Iglesia tanto como en las vidas de quienes comunicamos: “Los animo a reforzar la sinergia entre ustedes, a nivel continental y a nivel universal; a construir un modelo distinto de comunicación, distinto por el espíritu, por la creatividad, por la fuerza poética que viene del Evangelio y que es inagotable”.
Babeles actuales vs. Comunicación armónica
“Comunicar, siempre es original. Cuando nosotros comunicamos somos creadores de lenguajes, de puentes”, describió Francisco, “somos nosotros los creadores. Una comunicación que transmite armonía y que es alternativa concreta a las nuevas torres de Babel. Piensen un poco en esto: en las nuevas torres de Babel, todos hablan y no se entienden. Piensen en esta simbología”.
Juntos y en red
El Papa Francisco focalizó —con modo de reflexión— en dos palabras: Juntos y Red. Juntos implica comunicar con belleza, amor, amando hasta a nuestros enemigos, sembrando esperanza, comunicar no es “limitarse a escribir comunicados de prensa. Comunicar es un acto de amor. Sólo un acto de amor gratuito teje redes de bien. Pero las redes hay que cuidarlas, repararlas cada día, con paciencia y con fe”.
Red no es un término solo “de la civilización digital” sino que nos trae a un Jesús rodeado de sus amigos pescadores, esa imagen mil veces recreada en frescos, murales y telas desde siempre. Pedro, pescador de hombres, ya resignifica la red para nuestro mundo globalizado. “Construir redes es poner en red capacidades, conocimientos y aportes, para poder informar de manera adecuada y así, poder ser todos salvados del mar de la desesperación y de la desinformación. Esto ya es un mensaje, ya es en sí un primer testimonio”, afirmó Francisco soltando la foto de la red que salva con perfume de esperanza.
Francisco dixit
“Les confieso algo: a mí me preocupa, más que la inteligencia artificial [IA], la natural, esa inteligencia que nosotros debemos desarrollar”, sorprendió, pero reforzó la idea de que la construcción colectiva —“juntos”— usando instrumentos de la era digital y de la IA pueden ser activos constructores de la red: “¡Establecer red! ¡Ser una red! En lugar de confiar en las sirenas estériles de la autopromoción, en la celebración de nuestras iniciativas, pensemos en cómo construir juntos los relatos de nuestra esperanza”.
¿Cómo son nuestras oficinas de comunicación?
Francisco nuevamente fue al hueso del día a día de la construcción de la comunicación institucional eclesial: “La comunicación católica no es algo separado, no es sólo para los católicos, no es un recinto donde encerrarse, ni una secta para hablar entre nosotros, no. (…) La comunicación católica es el espacio abierto de un testimonio que sabe escuchar e interceptar los signos del Reino. (…) Lugar acogedor de relaciones auténticas. Preguntémonos: ¿son así nuestras oficinas, las relaciones entre nosotros? Nuestra red es la voz de una Iglesia que solamente saliendo de sí misma, se encuentra a sí misma y a las razones de su esperanza. (…) Nuestras oficinas, las relaciones entre nosotros, nuestra red, ¿son precisamente una Iglesia en salida?”.
¿Dios esclavo?
“Nosotros muchas veces tenemos al Señor sólo para nosotros. Debemos dejar salir al Señor —llama a la puerta para salir— y no tenerlo como ‘esclavizado’ para nuestros servicios”, sentenció Francisco.
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