Gloria Narváez es una religiosa colombiana de la Congregación de Hermanas Franciscanas de María Inmaculada. Su secuestro fue por un acto de amor hacia sus hermanas. Estuvo casi 5 años en manos de fundamentalistas musulmanes en Mali. Aquí su historia que inspira.
Fuente: Infobae y El País de Cali
La noche del 7 de febrero de 2017, la monja colombiana y franciscana Gloria Cecilia Narváez, junto a tres más connacionales y otra mujer religiosa de Burkina Faso, estaban acostándose a dormir cuando fueron sorprendidas por hombres armados pertenecientes a grupos yihadistas que irrumpieron en su congregación, ubicada en Karangasso, suroeste de Malí, en África.
Al parecer, los hombres exigieron dinero, pero las religiosas manifestaron que no recolectaban nada, entonces preguntaron cuál de ellas era la líder. Pretendían secuestrar a otra mujer, pero Cecilia Narváez se ofreció como la principal de la congregación y fue llevada, en mitad de la noche, por los extremistas a un lugar desconocido.
Los hombres la habrían obligado a subir a una ambulancia que tomaron hurtada del centro de salud de la comunidad y desaparecieron con la monja colombiana. Un secuestro de cuatro años que empezó a ser olvidado por las acciones internacionales, hasta este 9 de octubre cuando se confirmó su liberación.
La historia de Gloria Cecilia Narváez
Nació en Pasto, departamento de Nariño, al sur de Colombia en el costado pacífico. Desde que era adolescente estaba convencida de querer ser parte de una congregación y ayudar a los menos favorecidos, según contó el diario El País en 2018.
Poco después lo logró al unirse a la comunidad de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada de Pasto, con la que tuvo la oportunidad de ejercer su vocación e ir de misionera a varios países del mundo, entre los que estuvo Ecuador, México, Benín y finalmente Malí.
Según dijo su hermano Edgar Narváez al diario El Tiempo, ella estuvo primero en Benín por unos seis años, posteriormente fue a hacer un reemplazo en Malí, por tres meses, pero decidió quedarse y duró otra media docena de años. En un regreso a Colombia, sus familiares le insistieron en devolverse al país, pero ella se negó y regresó a África.
Completaba más de 12 años de misión en África y unos ocho en Malí, cuando sucedió el secuestro. Estaba allí en una iglesia de Kangasso, de la región Sikasso, que se encuentra en las zonas fronterizas con Costa de Marfil y Burkina Faso. Una zona que para 2017 tenía un amplio control de grupos Yihadistas y Al Qaeda.
Sin embargo, no fue sino hasta junio del mismo año que los yihadistas confirmaron que la monja nariñense se encontraba en su poder. La información se conoció por un video ampliamente editado, en el que un narrador afirmaba ser parte del grupo de apoyo a los Musulmanes y ella se presentaba en francés.
El video, narrado en inglés, acusaba a la monja franciscana y a su congregación de haber sido enviadas, supuestamente, en un movimiento de cruzados para convertir a los musulmanes en el cristianismo y reemplazar sus ideas en falsedades.
Desde allí inició una amplia presión de la familia para que todas las organizaciones, tanto de Malí, como El Vaticano y el Gobierno de Colombia buscaran la forma de liberar a la religiosa Gloria Cecilia Narváez, pero la atención que recibió en un principio, fue disminuyendo con el tiempo.
Poco después de confirmarse su secuestro, en enero de 2018, se difundió otro video como prueba de vida de la religiosa colombiana. En la grabación, Narváez exigía al Papa Francisco: “Haga hasta lo imposible por liberarme”, poco después de que el sumo pontífice había visitado el país y varios territorios de América Latina.
Al cumplirse el año, la Cancillería de Colombia, que para entonces encabezaba María Ángela Holguín, reveló al diario El Tiempo, que el grupo de secuestradores había exigido un rescate. Sin embargo, pese a que estaba a cargo del Ministerio de Defensa, la mayoría de los países tenía reglas estrictas para el pago de extorsiones a grupos terroristas.
La misión para dar libertad a la religiosa nariñense se centró en labores humanitarias con delegados nacionales en Malí, que trabajaban en conjunto con la misión delegada por El Vaticano en ese país africano. En octubre de 2020 se difundió el rumor de la liberación de la monja en un intercambio entre rehenes y presos, pero finalmente no se confirmó. Un mes antes, su madre Rosita Argoti de Narváez falleció en Pasto esperando su liberación.
Para esos momentos, la familia ya había alertado sobre el posible mal estado de salud de la religiosa, y el desespero generado por el cautiverio de ya cuatro años. “Envió saludos a la familia, dijo que estaba bien de salud y pidió que se hiciera un llamado a las autoridades aquí en Colombia para que tomaran medidas que le permitieran salir y regresar a Colombia”, señaló entonces.
Sin embargo, para ese momento ya había sido liberada la doctora francesa Sophie Petronin con quien había compartido. Según dijo su hermano, esa liberación le produjo un gran daño psicológico porque habían compartido el secuestro y logrado forjar una fuerte amistad.
“Estuvieron juntas durante cuatro años, vivían juntas, comían juntas, dormían en la misma tienda. Estaban vigiladas pero gozaban de cierta libertad. Hasta cierto punto, podían salir al exterior y contar las estrellas, los guijarros y los animales que pasaban, para matar el tiempo, porque no tenían otra cosa que hacer. Les daban el desayuno, la comida y la merienda, había medicinas y un médico, y las trataban bien porque eran mujeres, y debido al hábito religioso de mi hermana le mostraban un gran respeto”, señaló Narváez a la ACN Colombia.
Tras esa liberación de su compañera, fue llevada a otro lugar más remoto y caluroso al que le costó adaptarse. Estaba hacinada en un cambuche, su piel estaba quemada reseca y estaba delgada. Con los meses logró reponerse, pero manifestaba estar agotada física y mentalmente para el secuestro.
El hermano de la religiosa sentía frustración porque en marzo de este año regresó al país una misión diplomática que se había propuesto permanecer hasta agosto para su liberación, pero volvió antes sin resultados. Fue finalmente hasta este 9 de octubre que finalmente se conoció que Gloria Cecilia Narváez quedó en libertad, recibió la anhelada bendición del Papa Francisco, regresó a Colombia y nuevamente volvió a su misión de África.