Celebración de los mártires Carlos y Gabriel en Bajo de Lucas

0
14

El 18 de Julio, en Chamical se conmemora el martirio de los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos Murias en el Paraje Bajo de Lucas a 10 km de Chamical

Como todos los años la comunidade de Chamical, de pueblos, ciudades y provincias vecinas se prestan a celebrar a sus Beatos Mártires.

Parten del orartorio en donde están sus reliqias en la Parroquia El Salvador y se dirigen caminando hasta la gruta emplazada al lado de la vía en el mencionado lugar del martirio de ambos. Participan también muchos laicos, religiosas, los frailes Franciscanos menores, congregación a la que pertenecía el Beato Carlos Murias, el obispo, diáconos, sacerdotes. todos como Pueblo de Dios dándole gracias por estos cristianos que dieron totalmente sus vidas por Jesús.

Junto a las reliquias de los 4 mártires, la Cruz de que los vecinos pusieron en el lugar en memoria de los 2 sacerdotes y la imagen de la Vigen caminan rezando y haciendo memoria encabezados por los jóvenes. Este año se agregó a la caravana un relicario con las cuerdas con que sus cadáveres aparecieron maniatados.

 

En la Homilía Monseñor Braida expresó lo siguiente:

¡Qué lindo es estar reunidos en este día celebrando particularmente a nuestros Beatos Carlos y Gabriel!

La palabra Beato quiere decir feliz, bienaventurados, felices. Dios nos ha creado para la felicidad eterna y quiere que todos recorramos un camino aquí en la vida rumbo a esa plenitud de felicidad. Pero Él también quiere la felicidad para nosotros aquí en este tiempo que nos toca transitar por la tierra por lo tanto el Evangelio y la vida de Jesús para nosotros es una ayuda segura para el camino de la felicidad.

Por eso cuando Jesús muestra este programa de vida nos da las bienaventuranzas Y todas comienzan con esta palabra que recién se repetía. Felices, felices. Los pobres, los que tienen alma de pobres porque a ellos pertenece el reino de los cielos. Esta primera bienaventuranza nos ubica en el camino de la felicidad. El pobre es aquel que está necesitado que se siente necesitado en primer lugar de Dios y por eso lo implora, lo busca, se deja encontrar por Él porque sabe que solo no puede en la vida.

Y el pobre es aquel que también necesita de los demás que con humildad reconoce que por sí mismo no puede ni nacer, ni crecer, ni desarrollarse. Por eso es que es bueno pedirle a Dios la gracia de la humildad para que con un corazón pobre podamos caminar siempre con otros recibiendo de sus talentos, de sus dones con humildad reconociendo que somos pobres y a la vez también que desde nuestra pobreza tenemos que dar y quedarnos a los demás. Porque Dios también nos capacita con talentos, con dones con los cuales poder integrarnos a la sociedad y servir a otros.

¡Que bueno que también con humildad podamos ofrecer los talentos que Dios nos da! Por eso todos tenemos algo para dar y también tenemos mucho que recibir de los demás. Por eso seremos felices si no nos aislamos en la vida sino que estamos integrados para dar y recibir permanentemente.

Cuando somos egoístas perdemos nosotros, porque nos encerramos y pierden también los demás porque se privan de nuestros talentos. Por eso pidámose a Dios un corazón humilde pero también abierto a compartir con los demás para poder crecer y desarrollarnos todos juntos. Este camino de la sinodalidad que queremos recorrer como iglesia es para esto, para que todos nos sintamos que somos valiosos a los ojos de Dios y somos también valiosos para la sociedad en la cual vivimos.

Por eso es muy importante que podamos descubrir nuestro propio lugar en la iglesia y en la sociedad e integrarnos con todo lo que Dios nos ha dado. Ojalá que podamos profundizar esta dimensión sinodal para la cual también Mons. Angelelli inspirado en el Concilio Vaticano II, predicó y abrió muchos caminos.

Talla con forma de cactus con las reliquias de los 4 mártires y relicario que guarda las cuerdas con que fueron maniatados Carlos y Gabriel

Qué lindo que podamos tener presente esa palabra corresponsabilidad que él tanto la repetía, porque decía «todos tenemos una responsabilidad en la iglesia y en la sociedad y tenemos que ocupar nuestro lugar juntos con los demás». Y en este sentido Dios nos da a cada uno una vocación nos llama a recorrer un camino a través del cual tenemos que integrarnos a la sociedad. Por eso cada vida es valiosa y Dios a cada uno nos elige para una misión. A todos, no solamente a algunos sino a todos. Por eso en la primera lectura justamente hablaba el profeta Jeremías que se siente llamado por Dios y miren qué lindo. Antes de formarte en el vientre de tu madre yo te elegí, yo te conocía. Antes que salieras de su seno yo ya te había consagrado te había constituido profeta de las naciones.

¡Miren qué lindo tener presente esto! Cómo cada vida ya en el vientre de la mamá ya es amada por Dios, conocida por Él y elegida para una misión. Por eso queremos nosotros valorar toda vida humana ya desde el instante de la concepción porque allí Dios ya la conoce, la quiere y le encomienda una misión. Y cuando el profeta se siente que no le va a dar el cuero para su misión porque es muy joven, porque no va a poder Dios le dice, no me digas, soy demasiado joven porque tú irás donde yo te envíe harás lo que yo te ordene porque yo estoy contigo.

Acá lo importante es Dios, el que llama y que acompaña la misión y que la hace también fecunda. Por eso qué lindo que podamos tener este vínculo fuerte con Dios que es el centro de nuestra vida que nos llama y nos acompaña siempre. El profeta le dice, yo estoy contigo para librarte de las dificultades. Yo pongo mis palabras en tu boca.

Vas a arrancar y derribar, vas a edificar y vas a plantar. El profeta tiene como esta misión: Indicar lo que no está bien en la sociedad y al mismo tiempo mostrar un camino de crecimiento, de maduración. Por eso seguramente cuando el profeta escucha estas voces de Dios se habrá sentido aliviado. La misión no tiene que ver con mis fuerzas sino tiene que ver con la presencia de Dios que en la fragilidad o en la pequeñez es capaz de hacer grandes cosas. Como decía el apóstol Pablo, tenía una gran misión y él se da cuenta que esa misión Dios la pone en alguien como un tesoro puesto en alguien que es de barro, que es frágil, sin embargo Dios a ese hombre frágil, Pablo, le confía una misión. Por eso es importante también nosotros reconocernos también frágiles, pequeños que no somos ni Superman ni mucho menos dioses pero en nuestra pequeñez, en nuestra fragilidad incluso en nuestra historia de pecado Dios es capaz de hacer muchas y grandes cosas.

Por eso hoy también hay que celebrar a los mártires qué bueno es reconocer la obra que Dios ha hecho en ellos. El hecho de que lo hayan matado habla de la fragilidad humana. No pudieron contra este poder de los hombres que le quitaron la vida pero Dios en ellos obró antes y sigue obrando después. Están vivos y hoy nos convocan para recibir de ellos la vida, el testimonio y el legado.

Por lo tanto, la muerte no tiene la última palabra en ellos y mucho menos el poder del mal que se ensañó con sus vidas. Por eso, en esa fragilidad humana Dios construyó a estos santos, a estos beatos que hoy iluminan nuestra vida. Miren cómo Dios eligió en ellos cuatro personas de distintas vocaciones.

Wenceslao tuvo esta vocación laical. Él tenía claro que su misión estaba con su familia, ser trabajador rural, buscar la justicia en el ámbito de la ruralidad, en el ambiente del campo y allí entregó su vida. Pero su inspiración era justamente el Evangelio, la Doctrina social de la iglesia que fue los que le ayudaron en su camino de conversión y también de crecimiento en la fe. La mayoría del pueblo de Dios, ustedes son laicos, como laicos, Dios les pide que mejoren y que transformen el mundo desde el lugar y la misión que Él les encomienda.

Desde el lugar y la sociedad que ustedes tienen, tienen que transformar el mundo inspirados por el Evangelio. Vaya si no es una gran responsabilidad. A muchos les piden también que sean padres o madres de familia, que eduquen a sus hijos con responsabilidad y que los eduquen para que encuentren también ellos su lugar en la vida.

Por eso, qué hermosa vocación también la de formar una familia. A otros Dios los llama, como a Gabriel y a Carlos y a Enrique, consagrados en el pueblo de Dios.

A Carlos los llamó para que sea franciscano. Cuando se dio cuenta que tenía una vocación en la vida consagrada, enseguida descubrió que seguir el camino de Francisco,  que es tan significativo para la vida de la iglesia. Y ahí se entregó a la formación y después, cuando es enviado a esta tierra.

Gabriel vivía en Etable, en Francia, en aquella diócesis hace su camino vocacional a sacerdocio, y sentía esta inspiración de compartir la fe como misionero en otro país. Y desde aquella diócesis fue madurando la vocación, yendo a México primero, después a Corrientes, después aquí a La Rioja. De algún modo, ese dejarse guiar por el Espíritu en ese camino de felicidad que Dios quiere para cada uno, llegó a esta tierra como misionero, siendo sacerdote diocesano.

Hemos tenido a Enrique que recibe el llamado de sacerdocio, se forma en Córdoba, sirve a la iglesia cordobesa todo el tiempo que Dios quiso como sacerdote y como obispo auxiliar, hasta que también tiene este llamado a venir a servir a La Rioja.

Cada uno por distintos caminos, por distintos llamados que Dios les hace, llegaron aquí buscando la felicidad para la cual Dios los había creado, y buscaron también hacer de sus vidas instrumentos de la felicidad para el pueblo. Por eso cuando Enrique dice hay que ocuparse de los pobres, de las empleadas domésticas, de los empleados que no tienen un buen sustento, cuando vienen a La Rioja a instalarse en los casinos, dice que esto no ayuda, esto nos quita el sueldo, que a veces son muy magros, y encima hay que darle plata a las empresas que vienen aquí a poner esta casa de juegos. Y que lamentablemente siguen creciendo y multiplicándose. Quitan el sueldo, que a veces son muy magros, a la población. Y lo decía con toda claridad.

Por lo tanto, el sacerdote está para acompañar a su pueblo en sus luchas, en sus búsquedas, y también en ese camino de felicidad que Dios quiere para cada uno. Por eso hoy es un día que yo quisiera resaltar esto. Que sepamos que todos tenemos una vocación y que tenemos una misión. Y si alguien se siente llamado a la vida consagrada que pueda también responder con docilidad como también respondieron cada uno de ellos. En una de sus homilías monseñor Angelelli justamente habla de las vocaciones, decía en esa homilía, mis hermanos y mis amigos, qué doloroso es para un obispo cuando una comunidad te pide sacerdotes y uno tiene que decirles que no los tiene.

Pero no depende del obispo. Es deber de toda la comunidad y de toda la diócesis.Todos supliquemos para que no falten operarios a la mies.

Es decir, todos supliquemos, todos recemos para que tengamos sacerdotes suficientes en la diócesis y para que cada pueblo pueda recibir la proclamación del Evangelio. También dice Angelelli «queridos jóvenes cristianos, en nombre de Cristo les hago la invitación para ser servidores del Evangelio y de la Eucaristía en la vida sacerdotal y en la vida religiosa» Lo decía en aquel tiempo, y pudiéramos repetirlo hoy.  Diez seminaristas solamente tiene la diócesis.

Sacerdotes hay venidos de distintas comunidades diosesanas o religiosas también que entregan su vida aquí a la diócesis. No lo dudo que con la gracia del Señor la comunidad diosesana sabrá responder generosamente al llamado que Cristo hace a los hogares y a la juventud riojana para que a La Rioja no le falten pastores que, guiando al pueblo de Dios, sean cada vez testimonios vivos de la vida evangélica. Bueno, qué lindo todos los jóvenes que hoy han caminado, que están aquí acompañándonos.

Los animo, queridos chicos, a hacerse esta pregunta: Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Cuál es el lugar para el cual me has creado? ¿Cuál es la vocación para la cual me pusiste en este mundo? Si es ser laico, que lo pueda vivir con todo empeño. Si es ser religioso o religiosa, Señor, que pueda responderte con generosidad. Si me quiere sacerdote para el servicio del pueblo de Dios, para ayudar a que la gente se encuentre con Dios, que pueda también realizar su propio camino vocacional. Señor, que pueda responderte con generosidad.

La iglesia y los pastores estamos justamente para ayudar y acompañar a que todos encontremos un lugar en la iglesia. Seamos también parte de una iglesia viva. Hace poquito, el fin de semana que estuve allá en Santa Fe, visitando a mi madre y mi familia, justo se ordenaba sacerdote un muchacho que había salido de la parroquia donde yo estaba y era del barrio más humilde de la parroquia. Y donde había muchos conflictos de peleas entre los jóvenes, mucha droga y sin embargo ahí Dios eligió a este joven, a Néstor, para que haga el camino del sacerdocio. Y lo hizo, superó muchos obstáculos, dificultades con la ayuda de Dios y también de los formadores y de sus compañeros, y el domingo se ordenó sacerdote. Su primera misa fue justamente ahí, en ese barrio, para dar gracias a Dios, que siempre mira y no priva al pueblo de sacerdotes que los puedan acompañar. Por eso una iglesia sinodal es una iglesia donde todos tenemos un lugar y tenemos también un llamado.