Fuente: Luis Miguel Mondino (periodista acreditado en el Sínodo) para Religiondigital.org
Compartimos el testimonio de Timothy Radcliffe, sacerdote dominico, quien predicó el retiro previo a la Asamblea del Sínodo
“Una Iglesia sinodal será aquella en la que nos formemos para un amor sin posesiones”
“¿Cómo podemos formarnos todos para una comunión que se desborde en misión?”, fue la pregunta de la que partió el padre Timothy Radcliffe OP en su reflexión sobre el texto que narra el encuentro de Jesús con la samaritana junto al pozo, que pasó de ser una figura solitaria a la primera predicadora del Evangelio. Algo que nace de las palabras de Jesús: «Dame de beber», insistiendo en que “todo el Evangelio de Juan se articula en torno a la sed de Jesús”, y que “Dios aparece entre nosotros como alguien que tiene sed, sobre todo de cada uno de nosotros”.
En palabras del dominico, “nuestros pecados, nuestros fracasos, suelen ser intentos equivocados de encontrar lo que más deseamos. Pero el Señor nos espera pacientemente junto a nuestros pozos, invitándonos a tener más sed”. Es por eso que la formación para «una comunión que irradia», tema de este módulo, “consiste en aprender a tener sed y hambre cada vez más profundas”. Eso porque “lo que nos aísla a todos es quedarnos atrapados en pequeños deseos, pequeñas satisfacciones, como vencer a nuestros adversarios o tener estatus”.
Sinodalidad: aprender a ser personas apasionadas
Desde ahí definió el formarse para la sinodalidad como “aprender a ser personas apasionadas, llenas de un profundo deseo”, preguntando, especialmente a los seminaristas: “¿cómo llegar a ser personas apasionadas -apasionadas por el Evangelio, llenas de amor mutuo- sin desastres?”. Es por eso que “una Iglesia sinodal será aquella en la que nos formemos para un amor sin posesiones: un amor que ni huye de la otra persona ni se apodera de ella; un amor que no es ni abusivo ni frío”.
“Debemos formarnos para encuentros profundamente personales entre nosotros, en los que trascendamos las etiquetas fáciles. El amor es personal y el odio es abstracto”, resaltó Radcliffe. El dominico señaló que “muchas personas se sienten excluidas o marginadas en nuestra Iglesia porque les hemos puesto etiquetas abstractas”, finalizando su intervención diciendo que “nuestro papel como sacerdotes consiste a menudo en apoyar a los que ya han empezado a recoger la cosecha antes incluso de que nos despertemos”.