Tomás Luna, Seminarista de la Diócsis de La Rioja, escribió lo siguiente inspirado en los 90 años de la Diócesis
A mi gente y al Tata
Vividas las fiestas de invierno de San Nicolás en el marco de estos 90 años como Diócesis, en el corazón se marcan las miradas,los nombres, las intenciones, las penas y alegrías de nuestra gente que con esperanza avanza sin miedos hacia un nuevo tinkunaco.
Me animo a poder dirigir unas palabras a “mi gente y al tata” trayendo a la memoria las celebraciones vividas y compartiendo el eco que me ha dejado vivirlo como peregrino de esta tierra “preñada de vida”.
Hace 3 años el Señor me trajo por tierras cordobesas a peregrinar, guiado por el deseo de
consagrar mi vida, de una manera especial en el sacerdocio, el volver a casa, a las raíces es renovar el envío y encontrarme con ustedes,que empapan mi vida del cariño y el amor que solo la riojanidad puede dar, que es su Fe, su piedad popular, su esperanza, su devoción hondamente arraigada y una confianza ciega a Dios, por la intercesión de sus santos.
Llegamos en la mañana a primera hora, con un grupo de amigos que quisieron compartir
nuestro jubileo, animados a poder participar y compartir las actividades que se desarrollarían durante la jornada.
Nuestras miradas se encontraron en el transcurso de la mañana, se renovó el abrazo y la
alegría, nos llamaron las campanas de la catedral que en su canto tan particular y bello
anunciaban que los peregrinos ya están llegando.
Desde las Costas y los Sauces el obispo San Blas, La Virgen India traen en sus manos la luz
de las intenciones de cuantos en semana santa se acercan a alumbrar el rostro del Señor de la Peña.
Desde el Oeste el Wenceslao Pedernera, Santa Rita, el Niño de Hualco y la Virgen del
Rosario nos comparten de sus cantaros el agua pura y única de nuestra Famatina.
Por los Llanos la vida palpita la memoria, un cayado y la sangre regada, camina el Pelado,
Murias y Longueville, Santa Rita y la evangelizadora de nuestras tierras la Virgen del
Rosario de Tama nos traen el fruto de los viñedos, el vino de la amistad.
Y de capital Nuestra Madre de Fátima, San Francisco Solano y San Expedito con flores de
la quebrada y perfumes de jarillas engalanan nuestro encuentro.
La mesa está tendida,es de algarrobo, de sueños e ilusiones, de dolores y alegrías, de
memoria, verdad y justicia, de largos inviernos y de abrasador sol, mesa larga de casa
paterna, de domingo en la galería, mesa que aguanta el tiempo, de silencio y regreso.
El Tata bueno, y el Niño Alcalde en nuestros corazones abren surcos, rompen las barreras
de nuestro egoísmos, mezquindades e individualismo, nos llaman a sentarnos juntos, y del
horno a la mesa, nos parten el pan de la fraternidad.
Vengan todos, que no falte ninguno, aquí nadie es extranjero, que si la cara cubierta de
harina tenemos, uno mismo seremos.
Hagamos un pacto, que nunca falte en nuestra mesa, el Pan de la Ternura, la Risa y el Perdón.