Sagrada Familia (28 de Diciembre)

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Hermanos y Amigos radioyentes de L.V. 14 de La Rioja.

Es el último domingo del año. Despidamos el año “75” para comenzar el año “76”. Nos hemos saludado en estos días, deseándonos que el nuevo año sea feliz, lleno de bendiciones, cargado de paz y de amor fraternal, pensamos en quienes nos dejaron para siempre en este mundo, le pedimos a Nuestro Padre Dios que para ellos, también, la paz y el encuentro definitivo con El. Hacemos balance de lo vivido y, a la vez, miramos el año nuevo con ilusión y con esperanza. Todos deseamos que sea mejor. Queda atrás un pedazo de nuestra vida ya hecha, y un pedazo de nuestra historia. Dos sentimientos grandes nos empujan a hacerlos públicos: uno, de gratitud a Dios por todo lo que hemos recibido a lo largo del año de su bondadosa mano de Padre; el otro, de arrepentimiento, por todos los errores que hemos cometido. Sentimos necesidad de un cambio profundo de vida. Tenemos hambre de paz, de fraternidad, de amistad, de Dios, de caminar juntos. golpean en nuestros corazones lo que nos decía el Papa Pablo VI: “todo hombre es mi hermano”, “si quieres la paz, trabaja por la justicia”, “la paz, también depende de ti”, y lo de la liturgia cuaresmal: “conviértete y cree en el Evangelio”.

Al llegar al término del año “75”, vivimos acontecimientos y celebraciones, cargados de mensajes, para que los llevemos a la realidad en el año nuevo. En la nochebuena se cerró la Puerta Santa, del año Santo universal, nos deja la tarea de seguir trabajando por la renovación y la reconciliación a todo nivel, para toda la Iglesia y para todo hombre de corazón recto; nos queda la tarea de seguir haciendo realidad en toda la Rioja, la Visita Misionera de San Nicolás; nos queda como tarea el hacer realidad en la vida, todo lo que nos falta en la vida privada y pública, el Evangelio, que es Buena Nueva, anunciado nuevamente en la Navidad; nos deja como tarea, cambiar el rostro a nuestra patria, para que en paz construyamos la felicidad de un pueblo; cambiar las armas que matan la vida por el esfuerzo; sensato, responsable, honesto, esperanzado y perseverante de todos para que la vida crezca y sea signo de la paz que construimos en la familia argentina; nos queda la fuerza de la Esperanza, no como ilusión, solamente, sino como realidad y fuerza interior, para no entrar cansados y pesimistas en el año nuevo, a pesar del balance doloroso que constatamos. Cerramos el año nuevo a pesar del balance doloroso que constatamos. Cerramos el año “viejo” como le solemos llamar, con un grito de esperanza y no de pesimismo y de muerte, aunque constatemos algunos matices, hasta dramáticos. Lo cerramos con una gran capacidad e rehacernos; con coraje y fortaleza para seguir caminando; con la seguridad que la Luz, hará claridad nuestra vida argentina. Cerramos el año “viejo” con un acto público de fe en Jesucristo nacido en Belén en la primera nochebuena del mundo, Señor de la Vida y de la Historia, creemos, esperamos y confesamos la capacidad para amar, dada por Dios. ¡Gracias, Cristo Jesús, porque podemos confesar que nuestra Esperanza se fundamenta en Ti, con la fuerza redentora de la Cruz y la alegría de la Pascua. Perdón, Señor, porque sentimos las consecuencias del pecado y de la debilidad humana, como el “Hijo Pródigo” y como él caminamos buscando un abrazo de misericordia y de paz.

La Rioja, también, en este año viejo que cerramos, vista los Pesebres en sus hogares y lugares públicos. Signo de fidelidad su tradición cristiana. Cada “pacota” de niños y jóvenes, deja en cada uno de ellos, en la música y en el canto, los “villancicos”, expresión de fe de tradición y de esperanza de un pueblo. Sigamos alentando esta tradición, porque en ella expresamos festivamente los valores cristianos que llevamos en el alma, como pueblo. Nuestros Pesebres no son una simple expresión folclórica y un puro sentimentalismo, sino el rostro y el estilo de vida que hemos elegido. Dentro de unos días el Niño del pesebre, nos convocará al “Encuentro” entre hermanos, en su ropaje de Alcalde. Cerramos el año “viejo” con la celebración de la Sagrada Familia ( Jesús, María y José). Qué alentador y reconfortante es mirar el año que dejamos y el amanecer del año nuevo, desde el modelo de una familia-modelo para todas las familias de todos los tiempos. Aquí encontramos un permanente mensaje de vida, de amor, de paz, de relaciones humanas, de responsabilidad, de trabajo, de fidelidad, de respeto, de diálogo, de crecimiento armónico de sencillez, de profundidad y de contemplación, de oración y de servicio a los demás.

Estoy pensando en todos ustedes queridos hogares de toda la Rioja. En ustedes esposos, padres de familia, hijos, novios que se preparan para constituir los nuevos hogares del año entrante. Navidad nos regala este fruto: la Familia. No puede dejar de pensar en ustedes, especialmente, los hogares que sufren distintos tipos de problemas: la pérdida de un ser querido, la ruptura por la separación de los esposos; la angustia económica; la desorientación de los padres ante la educación de los hijos; la desorientación de ustedes, los hijos; los problemas de vivienda, trabajo, salud, esparcimiento, la desorientación y la angustia de los padres ante la situación que vivimos pensando en nuestros hijos. No es un simple pensar; es mucho más: es compartir todo lo de ustedes como propio; es buscar con ustedes los caminos nuevos que cambien estas situaciones dolorosas. Es hacerles llegar una palabra de esperanza; una invitación para no cansarnos; la necesidad de pedirle a la Sagrada Familia que vele, bendiga, ilumine a nuestros hogares. A ustedes, hijos, que se sienten solos, quisiera brindarles con todo el corazón, el cariño de padre en este día de la Sagrada Familia.

Contemplar a la Sagrada Familia, es extraer consecuencias, no sólo para cada uno de nuestros hogares, sino para toda la gran familia riojana y argentina. Quisiéramos mirar y sentir a La Rioja y a la Patria, con los ojos y el corazón de la Sagrada Familia. Recomponer y profundizar la vida de cada uno de nuestros hogares, sería comenzar a darle a nuestra sociedad un rostro nuevo. El clima de un fin de año en las presentes circunstancias no es para ahondar en lo negativo sino para alentar, desde todo lo mucho que hay de positivo. No debemos ser vaticinadores de calamidades, sino alentadores y constructores de felicidad y de vida. Habrá tiempo para tocar los problemas con realismo hasta doloroso, si ustedes quieren, pero hoy creo urgente potenciar toda nuestra capacidad de reencuentro, de creatividad, de esfuerzo, de búsqueda de fraternidad y de paz. Más allá del ámbito de cada familia, existe un ordenamiento cultural, social y económico que tiene incidencias muy serias y directas en los hogares. Por eso nos hace falta a todos, como les decía en el mensaje de Navidad, de un sinceramiento sereno, honesto, sincero, evangélico y profundo ante el Cristo de la Navidad, para poder tomar determinaciones urgentes, clarificadoras, saneantes, recreadoras para que la gran familia argentina, cada hogar -cada familia- no se sientan frustradas, sino realizadoras de la misión de ser constructores de paz. No es mi intención caer en generalidades, sino llamarnos la atención sobre los valores grandes para que nos hagan despertar de una especie de letargo y cansancio que podemos tener.

  • Esposos y padres de familia, ¿Qué les dice a ustedes, hoy, la Sagrada Familia?
  • Hijos, ¿Qué les dice a ustedes, hoy, Cristo, Hijo, viviendo la vida de un hogar?
  • Novios, ¿Qué les dice, hoy, a ustedes la Sagrada Familia en la preparación que están haciendo para el nuevo hogar ?
  • ¿Qué exigencias reclama de nosotros, Iglesia, Gobernantes, Legisladores, Jueces, Educadores, Hombres de Prensa, Instituciones de Bien Público, Asociaciones y Movimientos Apostólicos, Comunidades Cristianas, el testimonio de la Sagrada Familia, para poder ser fieles servidores de nuestras familias..?