Quiero compartir la fe que recibí de los misioneros que llegaron a Argentina

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Marcos Pirán nació en 1961 en San Isidro, Pcia de Buenos Aires. Se ordenó sacerdote en 1988, en el año 2000 partió a Cuba, se quedó allí y el 15 de mayo de 2021 fue consagrado Obispo auxiliar de la Diócesis de Holguín de ese país. Es padre Sinodal de Cuba

Con cercanía, sencillez y generosidad el Padre Marcos nos cuenta su ser de misionero sinodal.

Vocación Misionera

Desde que entré al Seminario siempre me preocupó cómo poder acompañar más a los que sufren, a los más pobres y el deseo de compartir la fe. Siempre le dije al obispo que estaba dispuesto a ir a cualquier lugar, dentro o fuera del país, esto era una parte muy importante en mi vocación.

La  diócesis de San Isidro comenzó en 1995 una misión en Cuba y en el año 1999 el obispo (Monseñor Cassaretto) nos ofreció la posibilidad de ir. En el 2000 partí para allá por 3 años. Dije que si no me adaptaba, en un año me volvía y que si me adaptaba me quedaba mientras que hiciera falta. Llegué y decidí quedarme, el tiempo me fue confirmando. Debemos cultivar la disponibilidad para la misión pero la adaptación es una gracia de Dios, no hay ningún mérito. Yo desde el principio me sentí muy bien y muy contento como cuando estaba en Argentina y le dije al Obispo que mientras que hiciera falta me quedaba con mucho gusto. A la adaptación la tomé como una señal de Dios que confirmó que en ese lugar tenía que permanecer y que si me tenía que volver me volvía, pero que ellos decidieran. Así estoy ahí desde el año 2000.

M vocación misionera pasa por agradecer a Dios que otros misioneros y misioneras vinieran al pueblo argentino. Nosotros conocimos a Dios gracias a muchos de ellos, entonces me hizo pensar que si yo podía vivir eso en otro lugar que no hayan tenido la misma oportunidad, valía la pena. Entonces fui a un pueblo como Cuba con una realidad política, social diferente y gracias a Dios sigo allí.

La Iglesia cubana

La Iglesia cubana, por el régimen que vivimos ha tenido un camino distinto a las otras iglesias de América Latina. Ha estado por muchos años distante o aislada por estos motivos, entonces a veces lo que iba pasando o generando algunas de las Conferencias de Latinoamérica no correspondía mucho a estas situaciones de la realidad cubana.

Después de Puebla, en el año 79 a un obispo se le ocurrió hacer un Pueblita Cubana y fue muy bien recibido; cómo aterrizar en nuestra realidad lo de Puebla. Se inició un proceso de consultas, muy parecido al que se hizo con el sínodo, de 3 años, ese periodo de revisión cubana fue muy importante. Todas las parroquias y diócesis se sumaron en diferentes niveles y en 1986 surgió en ENEC: Encuentro Nacional Cubano en el que tuvo que ver mucho monseñor Pironio porque estaba en el CELAM. Fue un Pentecostés para la Iglesia cubana y de ahí surgen las líneas pastorales que aún seguimos cultivando que es una iglesia orante, encarnada y misionera. Después fueron surgiendo los planes pastorales a nivel nacional.

Somos una conferencia pequeña, somos 11 diócesis y eso facilita algunas cosas para la comunicación y también para trabajar líneas en común.

Hay realidades diferentes en Cuba, en el occidente, en donde está la capital, La Habana a la zona donde vivimos nosotros en la otra punta, en Holguín, que es mucho más pobre. Las tres líneas han ayudado mucho en este camino y es lo que identifica a la Iglesia que peregrina en Cuba.

Monseñor Pirán junto al Papa Francisco y Monseñor García, obispo de La Habana. Ambos Padres sinodales

Lo que da y lo que recibe Cuba del Sínodo

La iglesia de Cuba le aporta al sínodo es su identidad y el sentido fuerte de unidad por haber tenido que enfrentar situaciones muy difíciles y estos procesos de consulta que se vivieron previamente, son procesos sinodales que de algún modo se han podido compartir.

El sínodo nos ha aportado el despertar la vida de la Iglesia después de la pandemia que fue una situación muy dura y dolorosa. Nos ayudó a arrancar desde otra mirada con una actitud de escucha, de acompañamiento, de acogida, de puertas abiertas, solidaria, misionera. El sínodo nos trae esperanza, aliento para seguir. Cuba es tierra de misión y por eso tenemos misioneros de los 5 continentes, es una experiencia muy linda. Hay misioneros de Tanzania, de Uganda, India, Filipinas, Indonesia. Nos habla de una Iglesia Universal y sinodal.

¡Gracias Padre Marcos por tu corazón Universal y generoso!