Queridas hermanos y hermanas:
Con gran alegría el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a celebrar un Gran Sínodo.
El evento principal tendrá lugar el Roma en octubre del año 2023. Pero, para llegar a ese especial encuentro debemos prepararnos como Iglesia diocesana participando con la oración, la escucha, el diálogo y el discernimiento.
En nuestra diócesis asumimos esta propuesta en concordancia con las “Líneas Pastorales para los tiempos actuales”1 que nos acompañan desde Pentecostés del presente año. Particularmente teniendo en cuenta la segunda línea pastoral en la que se nos alienta a “afianzar el compromiso de ser una Iglesia Sinodal que anima el caminar juntos, fraternalmente, con una permanente actitud de diálogo con Dios y con los demás, entre grupos de la Iglesia y en la sociedad, fomentado la cultura del diálogo entre todos los sectores”, debemos ponernos en disposición de escucha sincera los unos de los otros.
La vida pastoral comienza en el corazón de cada familia que decide afianzarse a partir de la fe en Jesús, el Hijo de Dios. Desde la recepción del bautismo, pasando por el sacramento de la Eucaristía y la Confirmación, solicitando el sacramento de la Unción de los Enfermos, como así también diversas bendiciones que acompañan la vida diaria del ser familia y la participación en la vida de la iglesia.
Pero nos hacemos algunas preguntas: ¿Nos sentimos parte de la gran comunidad de
los bautizados? ¿Hacemos un compromiso auténtico en la participación de la vida de la
Iglesia? ¿Caminamos juntos en nuestra comunidad, en nuestra diócesis? ¿Qué dificultades se nos presentan? ¿Qué nos inspira el Espíritu Santo para crecer en ese caminar juntos?
Los invitamos a entrar en clima de oración para poder expresar lo que el siguiente
material nos propone y contribuir con aportes venidos de diferentes ámbitos sociales a este hermoso desafío que la Iglesia tiene en este tiempo.
Este es el momento de ponernos en escucha los unos de los otros y juntos escuchar la
voz del Espíritu Santo, para ser comunidades que viven la comunión, la participación y la misión.
Mons. Dante Braida