Padre Enrri Praolini – El Padre de los pobres
Caminando por la Avenida Alem de la ciudad d e La Rioja nos encontramos con la Capilla Virgen de Luján y en su vereda no deja de llamar la atención la tumba del Padre Enri Praolini.
El Padre Praolini nació en Correa, provincia de Santa Fe, el 26 de julio de 1932. Sus estudios superiores los inició en el Seminario San Carlos Borromeo de Rosario. Fue ordenado sacerdote el 31 de mayo de 1958; en el seminario se desempeñó como formador entre 1958 y 1962. En su diócesis de origen, ejerció el oficio de vicario cooperador de la parroquia de Villa Constitución, y vicario cooperador de la parroquia Santa Rosa.
Llegó a La Rioja en 1972 atraído por la pastoral de Monseñor Angelelli convirtiéndose en su discípulo. Desde que llegó estuvo en la Parroquia Resurrección del Señor hasta su fallecimiento el 3 de marzo de 2011.
La gente lo llamaba el “Padre de los Pobres”, o “Padre Gringo”, por su incansable ayuda a los necesitados.
Además de construir con su propio esfuerzo y conocimientos de albañilería la Capilla de Luján Praolini fundó uno de los primeros comedores de la ciudad, donde a diario desayunaban gratuitamente alrededor de 200 personas, entre ellos niños en edad escolar, vendedores ambulantes, ancianos y familias en riesgo social.
También fundó una cooperativa, desde donde ayudaba mediante eventos solidarios a gente de escasos recursos a conseguir materiales para construir su casa.
Su obra sigue a través de la fundación Padre Praolini. Nos cuentan que “ el padre Enrri murió físicamente pero espiritualmente está siempre con nosotros, y nosotros tratamos de seguir los principios y las ideas que él tenía y por la cual formamos esta fundación, para continuar luchando por una Rioja más justa con lugar para todos, que no haya ningún excluido”. Les dejó como enseñanza “que juntos podemos, dándonos las manos unos a otros, el que más tiene para el que menos tiene, nos enseñó a trabajar, él luchó contra la pobreza siempre con su lema “No se olviden de los pobres”. Lema que hoy está escrito en su tumba. Siempre “nos enseñó a trabajar no para los pobres sino con los pobres, ayudándolos a recuperar su dignidad, porque la situación económica los lleva a no tener, la fundación está luchando por eso para que todos se sientan dignos”.
La Fundación tiene cerca de 20 años y sus comienzos fue trabajar bajo un árbol en un barrio de La Rioja brindando una copa de leche y ayudando a los niños a hacer sus tareas escolares y hoy tiene un espacio de casi dos hectáreas con un edificio bastante grande, el un proyecto de construcción de un salón para los jóvenes que no terminan la secundaria, para darle una formación de carpintería, plomería para que aprendan y puedan trabajar y ganar su dinero.
La capilla Nuestra Señora de la Dulce Espera ubicada frente a la Plaza de Barrio Municipal, tiene su puerta de madera tallada con un homenaje al Padre Praolini realizado por un discípulo suyo, Raúl Brizuela. Él mismo nos cuenta que «a ambos lados de la puerta se observan cuatro cruces talladas en madera que representan a los cuatro martires, a quienes Praolini nunca dejó de admirar, poner de ejemplo, y recordarlos en cada homilía. En la puerta misma están talladas sus sandalias significan Caminar, llevando la palabra, hacer camino; El Copón con la hostia, Comunión, de común-unión, las Mano que parten el Pan, compartir el pan, solidaridad, amor al prójimo, Las Sandalias, en estas se usó de modelo las sandalias reales, las que uso Praolini hasta sus últimos días, SON DEL MISMO TAMAÑO Y MODELO».
Padre Praolini un gran testimonio, un ejemplo a seguir y un intercesor en el Cielo.