Tenemos mucha alegría en esta ordenación de Lucas que es también la maduración de una vocación que recibió y fue discerniendo a lo largo de muchos años y a la vez en esos años fue recibiendo la formación adecuada
En la primer lectura el profeta Jeremías nos hace ver como Dios nos elige desde el seno materno, el haber sido conocido, elegido por Dios, consagrado es experimentado por el profeta desde el seno de su madre y enviado a anunciar a Dios y su mensaje al Pueblo, también denunciar al pueblo en las cosas que no hacia bien.
Dios le dice al profeta yo estoy contigo y la misión será ir donde yo te envíe lo que implica disponibilidad.
Lucas llega a la ordenación luego de un llamado, un discernimiento, una formación con la certeza de que Dios lo llama y lo envía.
Todas las vocaciones están entrelazadas entre sí. Si Lucas está hoy aquí es porque sus padres han recibido la vocación al matrimonio y la han vivido con generosidad, fidelidad, abriéndose a la vida, recibiendo la vida, educándola, acompañándola. Es una vocación al matrimonio que florece en la familia y de esa familia Dios toma una vocación.
Lucas también al discernir su vocación estuvo en contacto con otras vocaciones, laicales, religiosas en donde experimentó la complementariedad de las vocaciones
El diaconado es una vocación al servicio a ejemplo de Jesús que pasó la vida haciendo el bien y murió amando hasta el extremo.
El señor y el maestro es quien en la última cena le lava los pies a los demás y nos muestra lo propio de nuestra identidad, el servicio, y nos dice hagan lo mismo entre ustedes. En lo que hacemos como servicio debemos entregar nuestra vida.
El diácono tiene que promover la vida como servicio, cada momento es ocasión de servir a los demás en lo cotidiano. En todos hay un necesitado, y nosotros también somos necesitados de los demás. Y así se va desarrollando la misión propia de la Iglesia que están presentes en nuestras líneas pastorales, la primera de ellas es una iglesia en salida, que se embarra.
Te ordenas en este tiempo sinodal, de jubileo, de caminar juntos, de que nadie está de más en la Iglesia. También es un llamado a caminar juntos, as ser comunidad alimentada por la oración, con la familiaridad, la amistad con Dios.
Tenemos en la Iglesia riojana el testimonio de los mártires, un llamado a dejarnos llevar por el espíritu dando la vida haciendo el bien y entregándola por servicio al pueblo. Esos modelos nos entusiasman y nos marcan el camino del Evangelio, de la felicidad.
Agradezco a la familia de Lucas, a la comunidad de Nonogasta que le permitió crecer como niño, como joven, los sacerdotes, los diferentes ámbitos de la diócesis por donde pasaste tu vida, al seminario de córdoba que fue alimentando este seno materno en donde creció tu vocación.
Una iglesia dinámica viva, misionera, orante sinodal florecen todas las vocaciones para tener una vida plena junto al Señor