El Padre Pedro María Olmedo es obispo emérito de Humahuaca. Nació en Sevilla, España en 1944. Durante muchos años estuvo a cargo de la Colecta Más por Menos de la CEA.
Su conversación con el Área de Comunicación de la Diócesis de La Rioja es un rico testimonio de pastor con olor a oveja, un hombre simpático y sabio.
Obispo de Humahuaca entre 1993 y 2019, año en que renunció por edad canónica, constantemente se manifestó sobre la fragilidad de la frontera norte de Jujuy y el peligro al que están expuestos los jóvenes y las mujeres por la droga y la trata.
Es religioso claretiano, siempre estuvo en Jujuy, se siente humahuaqueño y como sacerdote joven trabajó, para acompañar a los mineros, como obrero en las Minas Pirquitas. Entraba al socavón a las 5 de la mañana y salía a las 12 hs para seguir a la tarde con las tareas de la Parroquia. Viendo la falta de atención en salud de su pueblo fundó un centro de atención primaria en Suques y Rinconada respectivamente.
Ya como obispo hizo lo mismo en Humahuaca e Iruya y junto con el doctor Carillo se interesó en la salud rural. Entre risas cuenta que a la vez que jugaba al fútbol con los jóvenes era supervisor de los agentes sanitarios.
Desde que es emérito vive en La Quiaca atendiendo 26 comunidades y agrega que la gente jujeña es «divina» aunque se está infectando con la corrupción. Lo que la sostiene es la religiosidad popular y se palpa a un Dios cercano, presente en las celebraciones sencillas y llenas de alegría de la gente.
Con satisfacción dice que la Iglesia del NOA trabajó mucho en la formación de animadores de comunidad que junto a la religiosidad popular, los beatos y ahora Santa Mama Antula son su gran riqueza. Un claro ejemplo es su parroquia de La Quiaca y la multitudinaria Fiesta en honor a la Virgen del Perpetuo Socorro.
Finalmente da gracias a Dios porque siempre estuvo en su vida, lo sostuvo y animó.
¡Gracias Padre Pedro por tu fidelidad de tantos años!