Monseñor Braida – Ecos de la etapa final del Sínodo

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                                                                                                                                                  Caminando Juntos con la Guía de las conclusiones del Sínodo 

La cuarta y última semana del Sínodo fue diferente a las otras.

Ya se habían hecho muchos aportes guiados por el documento previo de trabajo (Intrumentum Laboris). Un grupo de teólogos trabajó con esos aportes y al inicio de la semana nos los entregaron como una primara propuesta de Documento Final. En los grupos de trabajo se hicieron numerosos nuevos agregados y correcciones de tal modo que el jueves y viernes, el mismo equipo reelaboró la propuesta y el día sábado hemos tenido en manos el Documento final que fue nuevamente leído y, luego, votado punto por punto. Para ser aprobado cada punto requería tener más de dos tercios de votos.  Aunque con diferentes porcentajes, todos los números fueron aprobados.

Saludo Final a Francisco

Finalmente, el papa Francisco ha recibido el Documento Final y pidió que se publique cómo está y que sea guía para la vida pastoral de la Iglesia en todo el mundo.

El texto tiene como fuente inspiradora los textos evangélicos de las apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos y, a partir de esos encuentros, el inicio de la misión de la Iglesia. María Magdalena, Pedro, el discípulo amado, los demás apóstoles se dejan transformar por su presencia y luego, con la fuerza del Espíritu que reciben en Pentecostés se lanzan a la misión. Asimismo el documento hace pié en el Concilio Vaticano II asumiendo esta etapa como una profundización en la recepción del mismo. En cada una sus partes encontramos los fundamentos de la sindoalidad y, a su vez, caminos concretos para vivirla en los diferentes ámbitos eclesiales.

Tanto en el mensaje final como en la misa de clausura, el papa Francisco nos ha alentado a ser una Iglesia que se pone de pie, como el ciego de Jericó, que busca profundizar su encuentro con Jesús y seguirlo por el camino de la misión. Unidos a Jesús también nosotros podemos ser liberados de nuestras cegueras y, caminando juntos, podemos ser instrumentos de liberación para tantas personas necesitadas en nuestro tiempo.

Ahora será necesario leer y releer esta guía sinodal y utilizar sus herramientas en cada ámbito pastoral para responder, con una mayor corresponsabilidad de todos los bautizados, a los tantos desafíos de estos tiempos. La vida de oración, la escucha de la Palabra, el diálogo fraterno para el discernimiento comunitario nos irá ayudando a dar pasos concretos para que la vida y la alegría del Evangelio llenen de sentido la vida de todo nuestro pueblo.

Quienes participamos de América Latina pudimos compartir el hermoso camino de setenta años que venimos recorriendo como Iglesia. Las diferentes Asambleas Conferencias de su Episcopado[1], el CELAM[2], las numerosas instancias de intercambio que se dan entre iglesias fueron un testimonio concreto que pudimos brindar a la Iglesia Universal. Pudimos atestiguar de que se puede caminar juntos y crecer juntos como iglesias hermanas.

También hemos podido enriquecernos con las experiencias eclesiales de otros contenientes, en algunos casos donde las comunidades cristianas son una minoría o en donde están en una etapa de gran crecimiento y florecientes de vocaciones, o donde hoy mismo hay hermanos y hermanas que padecen numerosas guerras que están devastando sus vidas y sueños; o el testimonio de las iglesias orientales con sus propios ritos y tradiciones.

Monseñor Braida con los padres Sinodales que se alojaban en la Casa Buen Pastor de la Diócesis de Roma

Personalmente el camino recorrido estos tres años me genera una gran esperanza por vislumbrar que una Iglesia que se abre más a Dios, que abre más espacios de participación y que emprende nuevos caminos misioneros puede hacer mucho bien a tantas personas que hoy no encuentran el verdadero rumbo de sus vidas, a tantos que están solos esperando una visita o una oportunidad de ser parte de una iglesia-familia que los recibe, acompaña e integra.

Que el testimonio de San Juan XXIII, San Pablo VI, San Juan Pablo II, San Oscar Romero, el beato Enrique Angelelli y sus compañeros mártires, el Beato Eduardo Pironio y el de tantos que han entregado sus vidas por el Evangelio caminando con otros en el camino de la evangelización nos ayuden a asumir este momento de la Iglesia para vivir con gozo su dimensión sinodal y misionera en estos tiempos de la historia que nos toca transitar.

¡Gracias padre Dante por tu misión en el Sínodo y por compartir tus ecos cada semana!

 

 

 

[1] Realizadas en desde 1955 en Rio de Janeiro, luego en Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.

[2] Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño.