Fuente: AICA
El vicario patriarcal maronita presidió una celebración eucarística según el rito de su Iglesia, en la que reiteró la «vergonzosa incapacidad de la comunidad internacional» para silenciar las armas.
«Es importante recordar, a lo largo de nuestro camino sinodal, que el futuro de nuestras Iglesias y de nuestros respectivos países, especialmente en tiempos de crisis, no debe depender únicamente de cálculos y análisis geoestratégicos y geopolíticos», afirmó monseñor Paul Rouhana, obispo auxiliar de Joubbé, Sarba y Jounieh de los maronitas, obispo titular de Antarado y vicario patriarcal, en la homilía de la celebración.
El prelado libanés denunció la «atrocidad de la guerra que se libra desde el 7 de octubre de 2023 en Tierra Santa, con nuevos brotes en el Líbano y otros países de la región».
Monseñor Rouhana citó al respecto pasajes de la carta que el Papa Francisco envió este lunes a los católicos de Oriente Medio, señalando la «vergonzosa incapacidad de la comunidad internacional» para silenciar las armas y poner fin a la tragedia de la guerra.
La misa según el rito de la Iglesia maronita sirio-antioquena fue presentada a los participantes como un «signo concreto» de cercanía a las poblaciones afectadas por el conflicto.
El vicario patriarcal recordó que, el 20 de octubre próximo, el Papa canonizará a los 11 «mártires de Damasco», asesinados en 1860: ocho religiosos franciscanos y tres laicos maronitas, los hermanos Massabki.
«Ante el estado de guerra y violencia en muchas partes del mundo, que significa el fracaso y la ruptura del diálogo y conduce a un rechazo monstruoso de toda convivencia social, ¿qué mensaje profético pueden darnos los santos en tiempos de crisis?» se preguntó.
«Los santos -respondió- son «maestros en la escucha de la Palabra de Dios, que es el fundamento del camino sinodal».
Un mensaje «performativo»
Monseñor Rouhana retomó a continuación el concepto de cooperación, enmarcándolo en una «sinergia entre la gracia divina» y la «voluntad humana». Afirmó al resepecto que, apoyándose en la palabra de Dios, «los cristianos en el camino sinodal recordarán también, sin cesar, la enseñanza revolucionaria de Jesús, según la cual el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables y se interpelan constantemente, siendo las dos caras de un único mandamiento», afirmó.
A la luz de ese concepto, «el cristiano no se plantea la pregunta: ‘¿Quién es mi prójimo?’, por miedo a elegirlo según sus propios intereses. Más bien, se encuentra en la pregunta de Jesús al doctor de la ley, que formulo libremente de la siguiente manera: ‘¿Soy capaz de ser prójimo de toda víctima que encuentro por casualidad, independientemente de su origen, y cuidar de ella hasta que se cure?'».
El buen samaritano como brújula
El obispo libanés identificó, en ese sentido, la parábola del Buen Samaritano como la «brújula para testimoniar una sinodalidad solidaria con los que han sido dejados atrás, víctimas de la injusticia, la pobreza y la inseguridad».
Y concluyó su homilía exhortando a los «peregrinos de la esperanza que no defrauda» a seguir trabajando, «hoy y durante todo el Jubileo del año 2025, como discípulos misioneros en tiempos de crisis, por intercesión de la Virgen, de los santos y de los mártires de todos los tiempos».+