Misa de la Vigilia Pascual – Homilía Monseñor Braida

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EN CRISTO RESUCITADO RENACE LA ESPERANZA

Homilía Mons. Dante Braida. Vigilia Pascual en la Iglesia Catedral y Santuario San Nicolás de Bari, La Rioja. 19/04/2022 21.00 Evangelio: Lc 24, 1-12

Fotos: Ana Laura Vera

Queridos hermanos y hermanas:

1.¡Cristo Vive! Él es nuestra esperanza, en él está la Vida nueva y Plena que todos deseamos. Un grupo de mujeres, María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y otras más, son las primeras que van al sepulcro el primer día de la semana y, luego de encontrar corrida la piedra y no hallar el cuerpo de Jesús, reciben el gran anuncio: “¡No está aquí, ha resucitado!”. Inmediatamente se lo van a comunicar a los Apóstoles a quienes les cuesta creer, sin embargo Pedro va también y se admira por encontrar allí solo las sábanas. Les cuesta creer. Si, también para ellos la fe en Jesús fue un proceso, un camino a recorrer que comenzó en ese primer encuentro donde se sintieron llamados a seguirlo como discípulos. En ese seguimiento lo vieron enseñar, sanar enfermos, compadecerse de la gente en distintas situaciones y hacer el bien siempre. Eso despertó en ellos la fe y la confianza. Ahora tenían que dar el salto más grande, luego de verlo padecer y morir en la cruz como si fuera un malhechor, tenían que creer en su resurrección. La ausencia en el sepulcro será un primer signo, luego vendrán los encuentros personales y comunitarios con él en las distintas apariciones que fortalecerán esa misma fe.

La fe del Pueblo de Dios, al que pertenecemos, nace de la fe de nuestro Padre Abraham, que confía en Dios aunque tenga que ofrecer a su propio hijo -como lo escuchamos en la primera lectura- y va madurando en sucesivas etapas del pueblo de Dios, de modo particular cuando tiene que confiar en Él para ser liberados de Egipto. Sin embargo costará ser fieles a esa fe en Dios a pesar haber visto tantas manifestaciones de su amor. Los profetas ayudarán al Pueblo a volver a Él y a esperar su mayor manifestación que se consumará con la venida de su Hijo y con su muerte y resurrección.

2. Hoy también para nosotros la fe es un camino a recorrer y queremos que en esta Pascua, en el encuentro con el Resucitado nuestra fe crezca y se manifieste más y más en un cambio en nuestras vidas y en una opción más clara por caminar con otros en la vida comunitaria y en el compromiso por una sociedad más justa e inclusiva.

Confiar solo en nosotros mismos o permanecer encerrado en nuestras ideas o logros o en actitudes individualistas; o permanecer envueltos en nuestros pecados es experimentar un ahogo de muerte. Abrirnos a Dios y permitir que su misericordia nos perdone, animarnos a caminar con otros aceptándolos, animarnos a escuchar más a los demás y a comprenderlos nos abre a más posibilidades de Vida y realización. Esa apertura a Dios y a los demás es un signo claro de la Resurrección.

El Resucitado quiere hoy renovar nuestras vidas, no dejemos de buscar cada día un encuentro más profundo con él.

3. También el encuentro con el Resucitado es el fundamento esencial para fortalecer la dimensión sinodal de la Iglesia, por eso es necesario acrecentar la misión evangelizadora de la Iglesia para que ese encuentro sea posible para todos los bautizados. Lo hemos visto en estos días: cuántos han experimentado el encuentro con el Señor en el sacramento de la confesión, en el peregrinar al Señor de la Peña, en la participación de las distintas celebraciones o en el servicio de la liturgia, en un tiempo más prolongado de oración o en alguna acción solidaria motivada por su fe, en el cuidado de un enfermo o en la asistencia a alguna persona necesitada.

La Iglesia sinodal es la que busca que cada uno de sus miembros fortalezca su encuentro con Jesús Resucitado y viva plenamente su lugar en ella. Queremos que ningún bautizado viva al margen de la Iglesia, que es nuestra familia, que es nuestra casa. Queremos que todos los  bautizados vivan plenamente su misión en la vida cotidiana con responsabilidad, compromiso y alegría.

Cómo María Magdalena y las demás mujeres anunciemos la alegría del Resucitado a todos, sin excluir a nadie, especialmente a quienes hoy experimenta mayor angustia y desesperanza.

4. Sí, en la sociedad que vivimos hay quienes les cuesta llevar adelante la vida, quienes viven en situaciones de desamparo, de pobreza, atrapadas en el sinsentido de la vida. Niños que crecen sin lo necesario para un desarrollo integral o ancianos que, en el ocaso de sus vidas, no tienen los medios para un sustento digno, o familias cuyos vínculos se han debilitados.

Pero también en esta sociedad hay muchas posibilidades de salir adelante si damos lugar a que la fe despierte con fuerzas nuestras capacidades solidarias, nuestra sensibilidad con los demás, nuestro compromiso con hacer bien las tareas que nos corresponden y por dar vida a todas las instituciones que brindan algún servicio a los demás. El oficio que aprendimos, la profesión que abrazamos, las capacidades y talentos que desarrollamos tiene que ser herramientas que, desde la caridad, nos lleven a trabajar por un mundo mejor y más inclusivo.

Querida comunidad riojana, no nos dejemos ganar por el desaliento. El Resucitado en quien ponemos nuestra confianza vino para abrirnos un futuro con esperanza. Abrámonos a recibirlo cada día y entreguémonos con generosidad en vivir según sus enseñanzas.

Con Él una Iglesia más participativa y empática con las necesidades del hombre y la mujer de hoy es posible. Con Él una sociedad con mayor justicia y solidaridad es posible.

Con Él se abran nuevos horizontes donde la misma muerte, que tanto nos entristece, es solo paso… un paso para la Vida Eterna, para la Eterna felicidad.

¡Feliz Pascua de resurrección para ustedes, sus familias y sus comunidades!