Mensaje de Pascua (30 de Marzo)

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En esta pascua del Señor bendeciremos en Sañogasta las campanas del templo parroquial, que está construido de piedra y recostado sobre el imponente cerro del Famatina. Las campanas llevarán este nombre: “AÑO DE GRACIA 1975”.

Estas campanas son el símbolo de una realidad cargada de esperanzas. Ellas seguirán convocando al pueblo para anunciarles, precisamente esto: la VIDA y la ESPERANZA. Convocarán al pueblo, sí, para celebrar la vida de cada día, en el corazón de cada uno de nosotros, en cada hogar y en cada pueblo; convocará a La Rioja a que no detenga su marcha y a que la festeje cada día con el esfuerzo confraternizado y con la esperanza de todos.

Esto quiere ser este Mensaje pascual, que les hago llegar a todos uds., de la Comunidad Diocesana, hermanos, cualquiera se la condición social o modo de pensar que tengan. Como las campañas “AÑO DE GRACIA 1975”, de Sañogasta, este Mensaje quiere seguir anunciándoles esta estupenda y BUENA NOTICIA, con la certeza que nos da Palabra de Dios y no la fragilidad de la palabra humana. CRISTO, EL SEÑOR RESUCITÓ. ÉL ES LA VIDA VERDADERA. LA ESPERANZA Y EL CAMINO seguro para que los hombres seamos felices y hermanos. Él es la PIEDRA ANGULAR sobre la que deberemos continuar edificando nuestra vida y nuestra esperanza.

Les anunciamos la Pascua de siempre, la definitivamente realizada en Cristo; la pascua aún no acabada en nosotros. La Pascua propuesta a nosotros, hombres de hoy, con el mismo contenido de aquel Viernes Santo y de aquel primer Domingo de Resurrección; con el lenguaje que hoy entendemos y para la realidad concreta que nosotros vivimos. La Pascua del Señor no es un simple recuerdo. Ella es el DON HECHO POR NUESTRO PADRE DEL CIELO, EN Y POR JESUCRISTO, para que nosotros los hombres la acojamos como SALVACIÓN y como LIBERACIÓN; para que la convirtamos en tarea personal y en la vida expresada como pueblo. Es para nosotros como riojanos y como argentinos; para nuestra realidad dolorosa y cargada de esperanza. No es una ilusión ni es una manera piadosa de evadirnos de la situación que nos toca vivir. Podemos caer en la tentación de decir: “todo sigue igual…no hay nada que hacer…es imposible cambiar esta situación…”; porque sigue derramándose sangre de hermanos en nuestra tierra; sigue costando una cuota muy cara de sufrimiento para muchos padres, esposos, hijos, niños, jóvenes, novios, familias enteras, para nuestro pueblo argentino. Nos preguntamos: ¿Por qué tanto sufrimiento y tanta sangre derramada?; ¿Qué sentido tiene la vida para nosotros argentinos?; ¿Es que existen intereses tan poderosos que siguen cobrando vidas, la mayor parte de ellas jóvenes? ¿Qué nos está pasando a nosotros, argentinos? ¿Tiene algo que decir la muerte de Cristo, en la Cruz y su Pascua, a nuestra situación argentina?; ¿Qué debemos hacer para encontrar caminos nuevos que nos ayuden a caminar confraternizados como pueblo creativo, alegre, laborioso y constructivo?…

Mientras tanto todos hablamos de “PAZ”, “ORDEN”, “JUSTICIA SOCIAL”, “HOMBRE NUEVO”, “REVOLUCIÓN” y de “LIBERACIÓN”, de “VALORES CRIS- TIANOS” y de “ALMA NACIONAL”, de “PUEBLO” y de “CAMBIO”, etc., etc. Ha llegado la hora de que todos nos preguntemos y clarifiquemos qué “contenido” le damos a todos estos vocablos cuando los pronunciamos…Demos clarificar junto con los contenidos, qué objetivos buscamos y qué métodos y pautas señalamos para hacerlos realidad en nuestra patria.

Porque lamentablemente estamos matando la “confianza” y la “creatividad” entre argentinos. Hoy, estamos aún subiendo el Camino del Calvario; doloroso y cruento. La Cruz sigue marcando la marcha de nuestro camino. Es urgen- te despertar y descubrir todo lo que el Señor nos está diciendo en esta VIA DOLOROSA. Es urgente descubrir como los discípulos de Emaús, que ya despunta la Pascua; que la VIDA no acabó en la MUERTE de la CRUZ; que aquí surge la NUEVA VIDA; que Cristo ya resucitó; que esta Pascua es entregada como DON, también para nosotros argentinos; que es necesario iluminar toda nuestra vida y nuestra situación argentina con la escala de valores de la Pascua de Cristo; y no con la escala de valores de una “sociedad de consumo” o de una “sociedad” que niega la presencia operante y “recreativa” de Dios, en la vida de “cada hombre” y de “todos los hombres”.

¿Qué otra realidad viviríamos, si supiéramos asumir la visión que tiene de la vida nuestro pueblo, sencillo, “sabio” y cargado de “silencios”; ese pueblo al que no le damos en nuestras grandes deliberaciones cabida, debiendo ser EL GRAN PROTAGONISTA.

Quizás no nos sepa dar las grandes definiciones académicas de todos esos “vocablos” que hemos señalado más arriba; ciertamente sí, nos daría global- mente el verdadero contenido y el “olfato divino” por donde rumbear las huellas que nos orienten hacia el “verdadero camino”; quizás estemos perdiendo el “rumbo” por donde va el torrente de la “vida” de nuestro pueblo. Quizás afirmar esto que acabamos de decir, pueda significar para muchos “un enfoque perimido”; un enfoque de “viejos resabios” que no condicen con una “civilización culta e ilustrada”.

¿QUÉ PAZ NOS PIDE HOY CRISTO QUE CONSTRUYAMOS?

Sintetizaríamos la respuesta en estos lemas:

“Conviértete y cree en el Evangelio”. “Todo hombre es mi hermano”.

“La reconciliación es el camino de la paz”. “La Justicia es el camino para la Paz”.

“La Paz también depende de ti”.

Y para ayudarnos más a descubrir qué es la verdadera paz y qué es la negación de la paz, nos puede ayudar a reflexionar lo siguiente:

ASÍ NO SE CONSTRUYE LA PAZ:

Con la aparente tranquilidad de quienes son indiferentes al dolor ajeno. Con aparente “arreglos” superficiales que evitan las soluciones de fondo, ante los grandes problemas que llevan a la verdadera paz.

Con la mera supresión de acciones violentas.

Con el silencio de un pueblo que obrase por miedo.

Con una actitud fatalista ante los grandes obstáculos para lograr la liberación que Cristo nos trajo con su Cruz y con su Pascua. Con el inmovilismo originado por falsas acusaciones contra quienes son los verdaderos constructores de la paz.

Con un “orden” y una aparente “tranquilidad” impuestos por los más fuertes a los más débiles.

Con el fruto de “sistemas” que matan la creatividad en los dirigentes de la sociedad y los corrompe moralmente.

Con el estancamiento de las poblaciones postergadas de nuestra patria. Con esquemas prefabricados que impidan a un Pueblo ser protagonista de su propio destino.

Con la renuncia o mal uso de la propia responsabilidad que cada uno tene- mos en la construcción de una sociedad mejor, más feliz y más justa.

Con la ausencia de una “crítica constructiva” en una marcha común. Con la actitud de una sistemática crítica destructiva.

Con la abundancia de pocos y la abundancia de muchos.

Con la negación de los verdaderos valores que construyen la auténtica paz.

PORQUE:

LA PAZ NO ES INDOLENCIA NI REPRESIÓN; NO ES EL FRUTO DEL MIEDO NI ES FRUTO DE COMPONENDAS; NO SE REALIZA SIN EL HOMBRE Y SIN LA SED DE JUSTICIA; NO SE LA ENCUENTRA, SE LA CONSTRUYE; NO ES PASIVI- DAD NI CONFORMISMO.

ASI SE CONSTRUYE LA PAZ:

Con una dolorosa maduración de la fraternidad como signo y anticipo del Reino de los Cielos en su plenitud.

Con la alegría de poder expresar y escuchar libremente los anhelos guarda- dos en el alma de un pueblo.

Recobrando el sentido, la necesidad y la dimensión de adorar a Dios como PADRE que ama a sus hijos y es operante para que ellos tengan vida y la tengan en abundancia.

Recobrando la eminente dignidad de los pobres.

Arriesgando la propia en el amor, hasta saber morir a uno mismo y entregar la vida como servicio para que los demás sean felices.

Administrando los bienes materiales y culturales para felicidad de todos. Siendo hombres veraces, serviciales y creativos.

Cuando la paz con Dios es el fundamento último de la paz interior y de la paz social.

Cuando es considerara un tesoro espiritual y son dichosos los que la cons- truyen cada día en su propio corazón y en las relaciones con sus hermanos. Cuando es fruto de la Justicia y del Amor porque hace hombres “sabios”.

PORQUE:

ALLÍ DONDE SE ENCUENTRAN INJUSTAS DESIGUALDADES SOCIALES, POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y CULTURALES, HAY UN RECHAZO DEL DON DE LA PAZ DEL SEÑOR; MÁS AÚN, UN RECHAZO DEL SEÑOR MISMO.

LA PAZ ES EL DON DE DIOS A LOS HOMBRES. LA PAZ ES CRISTO, EL SEÑOR RESUCITADO.

Hermanos, porque sabemos EN QUIEN HEMOS PUESTO LA CONFIANZA, los invito a seguir caminando y construyendo LA VIDA NUEVA en nuestro Pueblo.

ESTA ES NUESTRA TAREA.