Buenos Aires, 9 de marzo de 2015
Queridos hermanos:
Les escribo con afecto, muy conmovido como Uds. con el mensaje que el Santo Padre nos dirigiera a todos cuantos rezamos por su salud, en la plaza San Pedro y
en todo el mundo. Pudimos percibir el esfuerzo en su voz, para hacerse presente una vez más, entre nosotros. ¡Gracias querido Francisco!
El próximo jueves 13 celebramos los doce años de su elección papal. Tomado de entre nosotros, los obispos argentinos, fue llamado por el Señor a servir a toda la Iglesia y a renovarnos en la alegría del Evangelio.
Quiero pedirles que ese día, según sus posibilidades, convoquen al pueblo fiel de sus Iglesias particulares para celebrar la Eucaristía testimoniando públicamente, junto a la oración por su pronto restablecimiento, la gratitud por su entrega generosa manifestada a lo largo de estos años, en tantos frutos de amor pastoral.
Recordamos sus palabras en vísperas del comienzo del Año jubilar que transitamos, “caracterizado por la esperanza que no declina, la esperanza en Dios. Que nos ayude también a recuperar la confianza necesaria —tanto en la Iglesia como en la sociedad— en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación. Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor” (Bula de Convocatoria del Año jubilar, n. 25). En esa apretada síntesis, vibra su corazón de pastor que nos llama a ser signos de esperanza.
Que nuestra Madre de Luján interceda por Francisco y nos ayude a perseverar en oración como Ella con los Apóstoles.
En comunión fraternal
Monseñor Marcelo Colombo
Presidente de la CEA