Queridos hermanos y hermanas, ¡abrámonos a la paz!
Fuente: Vatican News
El mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del Papa León XIV, que es celebrada el 1 de enero del 2026, inicia recordando su saludo de inicio de pontificado que no es otro que el de Jesús Resucitado: “La paz esté con todos ustedes: hacia una paz desarmada y desarmante”.
La paz de Cristo resucitado
El Pontifice quiere recordar que “Cristo, nuestra paz”, aquel “que venció a la muerte y derribó el muro que separaba a los seres humanos (cf. Ef 2,14) es el Buen Pastor”.
“La paz tiene el aliento de lo eterno -dice el Papa-; mientras al mal se le grita ‘basta’, a la paz se le susurra ‘para siempre’. En este horizonte nos ha introducido el Resucitado”.
Y citando a San Agustín, recuerda su llamado a las comunidades a la paz: «Tened la paz, hermanos. Si queréis atraer a los demás hacia ella, sed los primeros en poseerla y retenerla. Arda en vosotros lo que poseéis para encender a los demás» (Sermón 357, 3).
Asi exhorta el Papa a toda la humanidad a abrazar la paz: “Ya sea que tengamos el don de la fe, o que nos parezca que no lo tenemos, queridos hermanos y hermanas, ¡abrámonos a la paz! Acojámosla y reconozcámosla, en vez de considerarla lejana e imposible. Antes de ser una meta, la paz es una presencia y un camino”.
Una paz desarmada
El Papa León XIV en su mensaje hace también referencia a la paz desarmada del Señor: “Envaina tu espada» (Jn 18,11; cf. Mt 26,52). Y reitera que «desarmada fue su lucha, dentro de circunstancias históricas, políticas y sociales precisas. Los cristianos, juntos, deben hacerse proféticamente testigos de esta novedad, recordando las tragedias de las que tantas veces se han hecho cómplices”.
“No es casual -dice el Santo Padre- que los repetidos llamamientos a incrementar el gasto militar y las decisiones que esto conlleva sean presentados por muchos gobernantes con la justificación del peligro respecto a los otros”. Y denuncia el aumentó en gasto militares que ocurrió en el 2024 en el mundo: “aumentaron un 9,4% respecto al año anterior, confirmando la tendencia ininterrumpida desde hace diez años y alcanzando la cifra de 2.718 billones de dólares, es decir, el 2,5% del PIB mundial”.
El Papa además recuerda que hace 60 años, el Concilio Vaticano II se concluía con la conciencia de un diálogo urgente entre la Iglesia y el mundo contemporáneo: “Al reiterar el llamamiento de los Padres conciliares y estimando la vía del diálogo como la más eficaz a todos los niveles, constatamos cómo el ulterior avance tecnológico y la aplicación en ámbito militar de las inteligencias artificiales hayan radicalizado la tragedia de los conflictos armados”, dice.
Y denuncia “un proceso de desresponsabilización de los líderes políticos y militares, con motivo del creciente ‘delegar’ a las máquinas decisiones que afectan la vida y la muerte de personas humanas. Es una espiral destructiva, sin precedentes, del humanismo jurídico y filosófico sobre el cual se apoya y desde el que se protege cualquier civilización”.
Una paz desarmante
En la tercera parte del mensaje el Pontífice hace referencia la bonda de Dios haciéndose niño, en la Encarnación, que “se manifiesta en el pesebre de Belén”.
Y hace un llamado a que “un servicio fundamental que las religiones deben prestar a la humanidad que sufre es vigilar el creciente intento de transformar incluso los pensamientos y las palabras en armas. Las grandes tradiciones espirituales, así como el recto uso de la razón, nos llevan a ir más allá de los lazos de sangre o étnicos, más allá de las fraternidades que sólo reconocen al que es semejante y rechazan al que es diferente”.
“Quienes están llamados a responsabilidades públicas -exhorta el Pontífice- en las sedes más altas y cualificadas, procuren que se examine a fondo la manera de lograr que las relaciones internacionales se ajusten en todo el mundo a un equilibrio más humano, o sea a un equilibrio fundado en la confianza recíproca, la sinceridad en los pactos y el cumplimiento de las condiciones acordadas”.
Invita el Papa ademas a “motivar y sostener toda iniciativa espiritual, cultural y política que mantenga viva la esperanza, contrarrestando la difusión de actitudes fatalistas”.
Y concluye anhelando que como fruto del Jubileo de la Esperanza que está finalizando, todos se puedan redescubrir como “peregrinos y a comenzar en sí mismos ese desarme del corazón, de la mente y de la vida al que Dios no tardará en responder cumpliendo sus promesas”.












