Hermana Silvina: una juventud que contagia en un contexto necesitado de vocaciones.
Hace algunos días, la Iglesia sumó a tres jóvenes riojanos que dijeron Sí al seguimiento de Jesús. Se trata de Juan Manuel y Diego (sacerdotes con tareas pastorales en Chilecito) y Silvina Vargas quien realizó sus Votos Perpetuos y pertenece a la Congregación de la Virgen Niña (actualmente reside en Monte Chingolo, Lanús, Buenos Aires)
La juventud de los tres ya comenzó a contagiar a las comunidades en un contexto en el que las vocaciones sacerdotales y religiosas atraviesan una realidad que preocupa. Según el “Anuario Estadístico de la Iglesia” católica, publicado por la Santa Sede en abril de este año, se registró “una disminución de las vocaciones resultando en una variación del -3,2%.”. Es por eso que el servicio religioso de Diego, Juan Manuel y Silvina renuevan las esperanzas de las vocaciones en la tierra de los cuatro beatos mártires que ofrecieron su vida por el Evangelio: Enrique Angelelli, los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, y el laico Wanceslao Pedernera.
El propio obispo de La Rioja, Dante Braida, valoró la vocación de Silvina “iluminada” por la juventud del beato Carlos de Dios Murias. “Me siento bendecida por tantos hermanos y hermanas que me han regalado… fueron y serán parte importante para ser la mujer que hoy soy,” expresó Silvina cargada de emociones.
En su vocación, están presentes sus padres y familiares. “Gracias a mis padres por la vida, el calor de hogar, el amor primero,” y extendió a su abuela Ofelia, “una mujer de caridad silenciosa,” quien le enseñó “una caridad que se adelanta, que no humilla, que sabe reconocer la necesidad del otro”.
La Hermana Silvina recordó con afecto las lecciones de vida impartidas por su familia y sus educadores: “Agradezco a quienes me educaron fuera de casa, mis profesores de todos los niveles que estudiaron en esta ciudad. A mis profesores del profesorado de nivel inicial, hombres y mujeres de bien que hicieron crecer en mí la pasión de educar, cuidar y amar la vida como viene. Gracias a los amigos de la escuela y los que me regaló el Señor”.
En su reflexión sobre su vida religiosa, la Hermana Silvina expresó su agradecimiento al movimiento Infancia y Adolescencia Misionera porque “es una obra que Dios me regaló” y también a las diferentes personas que aparecieron en su vida y que han sido (y los son ahora) “compañeros de camino”.
“Con sus palabras y testimonio de vida me ayudaron a descubrir el sueño de Dios para mi vida. Se puede hacer mucho con amor, credibilidad y fraternidad”, dijo Silvina con gran emoción.
La juventud de Silvina y el amor a Dios es más que contagioso. En ella se refleja la pasión y amor por por el Evangelio.
Gentileza fotográfica: Ana Laura Martínez