En nuestra Diócesis tenemos una comunidad de migrantes haitianos y dos sacerdotes, los padres Gerson y Arlonce. Podemos sentir la fe y la esperanza de ese pueblo que no se rinde y que no pierde la alegría.
Reproducimos la carta que hizo la Conferencia Episcopal Latinoamericana en donde nos llama a estar Todos con Haití.
Queridas hermanas y hermanos:
Desde hace tiempo el pueblo de Haití viene sufriendo mucho. En las últimas semanas la situación social y humanitaria se ha agravado extremadamente. Somos conscientes que es el fruto de múltiples factores y de una historia compleja, pero no podemos dejar de hacernos prójimos.
En este tiempo de Cuaresma el rostro de Cristo sufriente está en los más de 3 millones de niños que necesitan ayuda humanitaria, en los 362.000 desplazados internos, en más de la mitad de la población que vive por debajo del umbral de la pobreza y con una esperanza de vida que apenas supera los 64 años; en quienes perdieron sus familiares y amigos víctimas de la violencia; en las mujeres que sufren cada día el atropello a sus derechos elementales y en quienes no tienen las condiciones mínimas para vivir dignamente.
¿Dónde está tu hermano? (Gn. 4,9), nos interpela hoy Dios. Nunca podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de todo un pueblo que es parte de nuestro pueblo latinoamericano y caribeño. Es parte de nuestra historia. Es parte de nuestra Iglesia. Sabemos que la solución no está directamente en nuestras manos y que necesita de la valentía y determinación de hombres y mujeres con poder de decisión nacional e internacional. Sin embargo, estamos convencidos en la fuerza y el poder de la oración, que además nos acerca y expresa nuestra solidaridad con el pueblo haitiano.
Por eso queremos invitarlos a que el próximo 22 de marzo dediquemos una jornada de oración por el pueblo de Haití. Ese día en muchas comunidades se sigue celebrando el “Viernes de Dolores” o “María al pie de la cruz”. Es la Virgen que se asocia a los dolores de su Hijo. Es María dolida hoy por su Hijo en el rostro del pueblo haitiano crucificado por la miseria y la violencia. A ella, madre de ternura y misericordia, queremos pedir su intercesión para que el Señor allane los caminos, disponga los corazones, mueva las voluntades, para que nuestros hermanos puedan gozar pronto de una Vida plena.
Que ese día nuestras prácticas cuaresmales estén dirigidas con esta intención, pero también es importante hacer visible esta situación para despertar la atención sobre su gravedad y dramatismo. Por eso les proponemos realizar algún gesto, momento o acción comunitaria concreta. Invitamos también a otras comunidades cristianas y religiosas a unirse en la oración, como así también a los no creyentes, a sumarse con sus sentimientos.
Unámonos al clamor del pueblo haitiano para que esta voz sea escuchada en la tierra y en el cielo, confiados en la misericordia de Dios y la compasión por sus hijos.
Todos con Haití.
Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM
Confederación Latinoamericana de Religiosos – CLAR
Cáritas América Latina y El Caribe