JESUS REINA UNIDO A SU PADRE Y AMANDO A TODOS
Homilía de Mons. Dante Braida pronunciada el Domingo de Ramos en la Iglesia Catedral y Santuario San Nicolás de Bari, La Rioja. 13/04/2025 –
Textos bíblicos: Lc19,28-40; Is 50,4-7; Fil 2,6-11; Lc 22,7.14-23.56
- Al iniciar esta celebración el pueblo proclamaba a Jesús como su rey, y lo hacía porque lo conocía. Porque había sido ayudado por él con sus enseñanzas, en su dedicación a los enfermos, en su sensibilidad por los más pobres, en su propuesta de vida comunitaria donde el amor a Dios y al prójimo está en el centro y donde el servicio a los demás es la característica de sus discípulos al modo del buen samaritano. Como decía en el evangelio: “entre ustedes…el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor… Yo estoy entre ustedes como el que sirve.”
Poco tiempo después el mismo Jesús es como desconocido por su pueblo y en especial por las autoridades. Ese modo de vivir haciendo el bien en toda ocasión y su compromiso con los demás ‘hacía ruido’ a las autoridades que temían perder poder o se veían obligadas a cambiar su modo de concebir al mesías esperado.
Pero Jesús sigue mostrando que su reinado es diferente. Actúa con respeto, no devuelve mal por mal. Tiene paciencia y persevera en el amor en su unidad con Dios y en su compromiso sincero con ese pueblo, amándolo en el silencio y en la entrega de su vida. Continúa haciendo el bien a Pedro, mirándolo con misericordia cuando lo negó tres veces; a las mujeres que llora, consolándolas; al malhechor crucificado a su lado, escuchándolo con atención, comprendiendo su deseo más profundo y permitiendo el ingreso a su Reino. Jesús ama a su pueblo respondiendo sin violencia y perdonando: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, suplica.
Jesús no deja de hacer el bien aún en el momento que le toca sufrir y entregar su vida. Su centro es el Padre y el amor a su pueblo.
Hoy, siguiendo las huellas de Jesús estamos llamados contemplarlo a él y de ahí contemplar nuestras realidades de dolor y sufrimiento. No estamos solos en el camino de las cruces que nos tocan vivir tampoco tenemos que dejar solos a los que sufren. Cómo Jesús ayudó a tantos en su vida: a los enfermos, paralíticos, sordos y mudos, así somos conducidos por el Espíritu Santo a ayudar a los demás. Del mismo modo como Jesús fue ayudado por el Cireneo también, con humildad, tenemos que dejarnos ayudar por los demás venciendo toda autosuficiencia.
- Al final de su vida, Jesús no pierde su referencia a su Padre-Dios. Reza e invita a la oración. Ora en el momento previo a ser detenido, cuando ve que llega la hora, reza en esa angustia de un sufrimiento profundo, de una agonía. También invita a la oración a sus discípulos para no caer en la tentación… y muere rezando: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Queridos hermanos para nosotros también la vida de oración, que nos une íntimamente a Dios, orar en todo momento y circunstancia es esencial. Pero, de modo particular, debemos orar en el momento de sufrimiento personal o de nuestros hermanos, en los momentos de crisis.
Que estos días de Santa que iniciamos podamos orar especialmente con los textos bíblicos de cada día y poner en Dios toda nuestra confianza, al mismo tiempo estemos atentos al cambio de vida que Él quiera el inspirarnos para que también nosotros hoy podamos vivir amando como él amó, sirviendo al prójimo como él sirvió, padeciendo con paciencia cómo el padeció. Que el ramo de olivo bendecido que llevamos a nuestros hogares nos recuerden cada día el inmenso amor de Dios que reina en nosotros y nos lleva amar generosamente a los demás.
Este camino de amor hasta dar la vida es el que nos conduce a la Vida Plena a la Felicidad Verdadera que Dios quiere para todos sus hijos. También para nosotros hoy. Así sea.