Día de la Sagrada Familia – Homilía Monseñor Braida

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Una LUZ brilla en cada Familia

Queridos hermanos y hermanas de la diócesis:

  • Al celebrar hoy la Fiesta de la Sagrada Familia, damos gracias por darnos en la familia de María, José y Jesús una luz para cada una de nuestras familias y para la Iglesia que está llama a ser una comunidad-familia para que reciba y acompañe la vida de todos.

José, vemos en el Evangelio, obra guiado por Dios que se le manifiesta en sueños. Está atento a lo que Él le manifiesta y obra en consecuencia. María, también estaba haciendo la voluntad de Dios desde que dijo “hágase en mí lo que has dicho”

El matrimonio de José y María es una realización de los sueños que Dios manifestó en sus vidas.

Para nosotros, y para cada familia, también es importante estar atentos a lo que Dios quiere de nuestra vida. En los Evangelios, encontramos la Palabra de Dios que se nos da para guiarnos por un camino de vida plena. Nos dice el apóstol Pablo en la carta que recién se proclamó: “Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.” Recibir esta Palabra cada día, meditarla personalmente, o en familia, o en comunidad nos abre a un horizonte nuevo de Vida y Felicidad. A su vez, Dios siempre se manifiesta en el momento presente. Por eso ejercitarnos en vivir atentos al presente nos da la capacidad de recibir y comprender sus signos.

  • Cuando un hombre y una mujer emprenden el camino de formar una unidad y una familia, cada uno viene con sus sueños y asumen el desafío de construir un sueño en común. Para esto se les hace necesario en primer lugar compartir ese sueño y a la vez, enriquecerlo que el aporte del otro. Al mismo tiempo para llegar al ‘sueño en común’ es probable que cada uno tenga que renunciar a algo de lo propio. Pero es una renuncia fecunda y pascual, para dar a luz un sueño nuevo y mayor. En la vida espiritual una gran tarea es liberarse de los propios apegos o ‘egos’ que impiden dar lugar al otro. Y esto, si es necesario para toda vida social lo es en primer lugar para la vida del matrimonio y la familia.

Los hijos que son recibidos e integrados en una familia crecerán bien si pueden, acompañados por sus padres y demás familiares y allegados, dejar que surjan en ellos sus propios sueños y descubran la voluntad de Dios en sus vidas. Gran responsabilidad de los padres es educar y formar a sus hijos para que realicen en sus vidas el sueño de Dios para cada uno.

  • María es imagen de la Iglesia, Ella recibe a Jesús y lo da, lo comunica lo comparte. Esa es su misión y la misión de la Iglesia. José es quien custodia, cuida, acompaña esa misión.

Hoy, más que nunca la Iglesia está llama a ser casa, familia, para que todos encuentren en ella un ámbito para crecer con otros y realizar su propia vocación, el sueño de Dios en su vida.

Cuando muchas familias hoy pasan dificultades, cuando muchas personas viven en una soledad que las agobia, cuando cuesta encontrar alguien que te escuche y acompañe, necesitamos crear estos ambientes familiares que ayuden a la contención y acompañamiento de toda vida humana, sobre todo de la más frágil.

El apóstol Pablo, fundador de muchas comunidades cristianas, nos da pautas claras para una vida de familia-comunidad. Dice: “revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.” Todo un programa de vida para una vida comunitaria fecunda.

  • La Iglesia que quiere ser una Comunidad-Familia está para evangelizar, para vivir la pasión por la misión. Por eso toda comunidad cristiana tiene que ser familia-misionera. Centradas en Cristo, promoviendo la participación de todos sus miembros, pero siempre en dinámica misionera.

Cada pequeña comunidad, las distintas pastorales que la integran, los movimientos eclesiales tienen que ser lugares de pertenencia, participación y misión para llegar a todos.

En la diócesis, cuando elaboramos las líneas pastorales vigentes, vimos que era necesario trabajar mucho por la evangelización en las familias, por eso vimos que es un área a priorizar en nuestra pastoral. Decimos allí que es necesario “Alentar la vida familiar como santuario doméstico y atender sus diversas realidades: urbana, suburbana y rural. [Que es necesario promover la] Familia como vocación y proyecto de vida. Educación de los hijos. Cuidado de los ancianos. Atención particular a embarazos en contextos de vulnerabilidad. Organizar la pastoral familiar dando especial impulso a la ‘pastoral de la familia campesina’, que está en la etapa de inicio.”

Damos gracias a todos los que hoy se ocupan por el cuidado de las familias, tanto en el ámbito pastoral eclesial como en otras instituciones. De todos modos, creo que hay mucho más por hacer para promover y cuidar las familias.

  • Pidamos hoy, a la Sagrada Familia de José, María y Jesús, la gracia de vivir el evangelio de la Familia que ellos nos anunciaron y, a su vez, que podamos cada día comprometernos más en fortalecer la vida matrimonial, la vida de cada familia con sus propias realidades. Que podamos hacer que cada familia beba de la Palabra de Dios como de su principal fuente de alimento.

Que podamos construir comunidades-familias donde todos nos acompañemos y llevemos adelante la misión de Jesús.

Que Dios bendiga a cada una de nuestras familias y a cada una le conceda la ayuda, la gracia que hoy más necesita. Así sea.