Fuente: Vatican News
El Sínodo es un tiempo de oración, «no una convención», sino «una asamblea eclesial que reza», un tiempo para escuchar la Palabra de Dios y el Espíritu y también una oportunidad para implorar el perdón de Dios por los pecados de la Iglesia. Así lo ha presentado el cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo, la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en Roma del 2 al 27 de octubre.
Retiro espiritual y vigilia penitencial
Esta sesión del Sínodo, como la primera, «está precedida por dos días de retiro espiritual», el 30 de septiembre y el 1 de octubre, en el Vaticano, dirigidos por las meditaciones del padre dominico Timothy Radcliffe y de la madre benedictina Ignazia Angelini, que animarán la oración durante los días del Sínodo, junto con el padre camaldulense Matteo Ferrari, encargado de las liturgias, y los monjes de Camaldoli. La novedad de este año será, al concluir el retiro, una vigilia penitencial en la tarde del martes 1 de octubre, en la Basílica de San Pedro, presidida por el Papa Francisco.
La celebración incluirá un momento para escuchar tres testimonios de personas que han sufrido el pecado del abuso; el pecado de la guerra; el pecado de la indiferencia ante el drama presente en el fenómeno creciente de todas las migraciones. Después tendrá lugar la confesión de algunos pecados para «reconocerse parte de aquellos que por omisión o acción se convierten en causa de sufrimiento, responsables del mal que sufren los inocentes e indefensos», precisó Grech. En particular, se confesará el pecado contra la paz; el pecado contra la creación, contra los pueblos indígenas, contra los migrantes; el pecado de los abusos; el pecado contra la mujer, la familia, los jóvenes; el pecado de la doctrina utilizada como piedra para ser arrojada; el pecado contra la pobreza; el pecado contra la sinodalidad / falta de escucha, comunión y participación de todos. Al final, el Papa dirigirá, en nombre de todos los fieles, una petición de perdón a Dios y a las hermanas y hermanos de toda la humanidad.
Oración ecuménica
A continuación se ofrecerá una oración ecuménica, junto con Francisco, los delegados fraternos participantes y otros representantes de Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Roma, que tendrá lugar la tarde del 11 de octubre, de nuevo en el Vaticano, en la Plaza de los Protomártires, donde, según la tradición, tuvo lugar el martirio de Pedro. La fecha pretende conmemorar la apertura, ese mismo día hace 62 años, del Concilio Vaticano II. Por último, el 21 de octubre habrá otra jornada de retiro espiritual con vistas al discernimiento sobre el borrador del Documento Final. Así, habrá «una alternancia de momentos de oración personal, de diálogo y comunión entre nosotros, comunión fraterna en la escucha y el amor mutuo, y comunión en la oración», subrayó el cardenal Grech, que también invitó a las comunidades religiosas, especialmente a las de vida contemplativa, y a todos los fieles a rezar «para que los miembros de la Asamblea sean dóciles a la voz del Espíritu Santo».
Cuatro foros abiertos a todos
Otra novedad serán cuatro foros teológico-pastorales abiertos a todos y también a los periodistas acreditados ante la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Dos tendrán lugar al mismo tiempo, el 9 de octubre, a las 18 horas, sobre «El Pueblo de Dios, sujeto de la misión», en el Aula de la Curia de los Jesuitas, y «El papel y la autoridad del Obispo en una Iglesia sinodal», en el Augustinianum, y los otros dos, también a la misma hora, a las 18 horas, el 16 de octubre, sobre «Las relaciones mutuas entre la Iglesia local y la Iglesia universal», en el Aula de la Curia de los jesuitas, y sobre «El ejercicio del primado y el Sínodo de los Obispos», en el Augustinianum. «La asamblea se abre al exterior sabiendo que los temas interesan también a quienes quieren tener información, no sólo sobre la dinámica y lo que ocurre en la Sesión, sino sobre lo que en ella se trata».
Los números del Sínodo
La lista de participantes que «no presenta grandes cambios» respecto a la de la Primera Sesión. En total, los miembros, es decir, los que tienen derecho a voto, «son 368, de los cuales 272 están investidos del munus episcopale y 96 son no obispos». Ha habido 26 cambios, en su mayoría sustituciones, los Invitados Especiales son 8 y los delegados fraternos, otra novedad, han pasado de 12 a 16: «El Papa Francisco nos ha permitido aumentar su número dado el gran interés que las Iglesias hermanas han mostrado en este camino sinodal». A continuación, el cardenal Grech confirmó la presencia de dos obispos de China, como el año pasado
La segunda sesión deberá «indicar los pasos a seguir» en relación con los temas propuestos por el Instrumentum laboris, teniendo en cuenta la «concreción» y la «variedad de los contextos locales» y la «riqueza de las experiencias sinodales ya en curso». La Asamblea sinodal trabajará sobre la base de «cinco Módulos, cada uno de los cuales tendrá sesiones alternas en la Asamblea Plenaria (llamadas Congregaciones Generales) y en Grupos de Trabajo (Circuli minores)». Cada uno de los cuatro primeros Módulos tendrá «un enfoque temático específico, consistente en una Sección del Instrumentum laboris». Treinta y seis grupos de trabajo se dividirán en cinco Mesas Lingüísticas; su trabajo, como en la sesión de 2023, «se estructurará según el método de la conversación en el Espíritu», con un facilitador experto que ayudará «a la conversación desde un punto de vista metodológico sin entrar en los contenidos». Cada Mesa Lingüística preparará un breve resumen que se presentará en la próxima Congregación General.
Comunicación
En videoconferencia, Sheila Pires, secretaria de la Comisión de Información, informó a los periodistas de la logística y enumeró algunos actos del calendario. «En cuanto a la comunicación, la segunda sesión tendrá un ritmo diferente a la primera: menos plenarias, más pausas para la reflexión, la oración y el discernimiento», señaló. Ruffini, por su parte, recordó que, según el artículo 24 del Reglamento del Sínodo, «cada uno de los participantes está obligado a la confidencialidad», con el fin de «proteger el libre discernimiento de todos y cada uno», y de «hacer una pausa en el barullo en el que todos estamos inmersos y evitar el estereotipo del vaivén». Se trata de un método que, según Ruffini, recordando las palabras del Papa el año pasado, «puede ayudar al mundo, no sólo a la Iglesia, en tantos frentes y en tantos temas», como las guerras. El método consiste en pararse a escucharse y comprenderse.