Celebración de los beatos Mártires Riojanos

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El lunes 17 de julio en la Catedral de La Rioja se celebró la memoria litúrgica de los 4 Beatos Mártires, Monseñor Angelelli, los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico y padre de familia Wenceslao Pedernera junto a los 100 años del nacimiento del Beato Enrique Angelelli. Con un templo colmado de fieles de diferentes comunidades y principalmente de la Parroquia Beatos Mártires se celebró la Misa presidida por Monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja. También estaban presentes Monseñor Ángel Rosi, Arzobispo de Córdoba, Monseñor Ricardo Araya, Obispo de Cruz del Eje y Monseñor Enrique Martínez, Obispo auxiliar de Santiago del Estero, el Provincial de los franciscanos conventuales Fray Javier Fontana y varios sacerdotes de La Rioja y otras provincias.

Con su sencillez y sonrisa estaba “Coca”, viuda del Beato Wenceslao Pedernera, junto a Susana, una de sus hijas y dos de sus nietos; llegada de Córdoba participó de la celebración Marilé Angelelli, sobrina del Beato Obispo como así también muchas personas que conocieron a los Mártires.

En su Homilía Monseñor Ángel Rosi destacó la dimensión profética de los Beatos y su desvelo por construir el Reino de Dios en la tierra encarnando las bienaventuranzas, entregándose plenamente a Dios y en Él a los hermanos. Llamó a hacer memoria agradecida por la ofrenda de sus vidas a la vez que recordó la presencia de Bergoglio, ahora Papa Francisco en tierras riojanas quien dijo lo siguiente de Monseñor Angelelli cuando lo visitó en 1973: Fueron días inolvidables, días en que recibimos la sabiduría de un pastor que dialogaba con su pueblo, y recibimos también las confidencias de las pedradas que recibía ese pueblo y ese pastor, simplemente por seguir el Evangelio. Mujeres riojanas guerreras, que llevan adelante las cosas de Dios con verdadero coraje. Vimos el diálogo del obispo con un laicado vivo, fuerte con su pastor. Había calado hondo en el corazón del obispo ese diálogo con su pueblo, a tal punto que como poeta frustrado (como le decíamos) llegó a escribir: Promesante con la fe de peregrino, caminante incansable de recuerdos, alforja cargada de esperanzas, con el ritmo del ton ton de las cajas…así es el alma de mi pueblo.

También citó varias homilías de Monseñor Angelelli, una de ellas de un mes antes de su martirio: Miremos el futuro con confianza y con esperanza, aunque el camino de cada día esté sembrado de cruces.

Amarremos nuestras cruces a la Cruz de Cristo, somos las piedras vivas de la Familia de Dios, somos los sarmientos pegados al tronco de la vid, que es Cristo; llevamos en nuestros corazones la “semilla divina” de la Vida de Dios.

Todo esto requiere esfuerzo, responsabilidad; debemos asumir la cuota de sufrimiento que a cada uno nos toca.

En esta hora difícil y decisiva, nos hace falta a todos la fortaleza del Espíritu Santo que habita en nosotros

para que las CRISIS no nos asusten,

para que las TENTACIONES no nos desequilibren,

para que los RIESGOS no nos paralicen.

Esperamos del Espíritu Santo la fortaleza que nos asegura la esperanza.

Esperamos de Él la Luz beatísima que nos haga ver claro en un horizonte oscuro y nos lleve a hablar con precisión divina en un momento confuso, para que nos enseñe a hablar con audacia serena y a callar con prudencia cristiana.

Esta tarde, al declinar el día y antes de despedirnos, sentimos la necesidad de escucharlo a Dios que habla en cada uno de nosotros.

Sentimos la necesidad del silencio interior para sabernos más necesitados de Dios y más solidarios los unos de los otros.

Sentimos la necesidad de orar por nosotros mismos, por nuestras familias,

por los que están sufriendo mucho,

por nuestra Provincia,

por esta Iglesia Diocesana,

por la Patria.

Texto Homilía completa : http://diocesislarioja.org/dia-de-los-beatos-martires-homilia-de-monsenor-angel-rosi/

Al finalizar la Misa se realizó una Procesión por el Centro de La Rioja presidida por la Imagen de Monseñor Angelelli quien recibió las vivas y cariño de su pueblo.

Al regresar al templo Susana, hija de Wenceslao quien tenía 7 años cuando asesinaron a su padre, dijo que era una persona muy buena y cariñosa con una profunda fe. Marilé, sobrina de Angelelli quien tenía 26 años cuando lo martirizaron, contó que su tío le enseñó a andar en la vida, era su padre, su maestro, su compinche.

Con el corazón latiendo por el regalo de estos Mártires el pueblo de Dios terminó la celebración con la certeza de que ellos nos cuidan y alientan.