La Rioja, 09 de abril de 2022
El Consejo Diocesano de Pastoral (integrado por todos los espacios pastorales y decanales de la Diócesis de La Rioja) junto a la Pastoral Social, vemos con preocupación las dificultades para encaminar la economía de nuestro país. El aumento de los precios en forma constante, particularmente en los alimentos de consumo familiar, la falta de control de los mismos, los magros ingresos -que afecta también a un sector importante de jubilados- es una expresión de la inestabilidad en la que estamos sumergidos. Los efectos son mayores aún en las comunidades del interior provincial, donde el encarecimiento de los productos por transporte, combinado con la falta de competencia comercial, hace inaccesible el consumo de determinados productos.
No queremos que se naturalice la crisis, es por eso que pedimos a las autoridades y a quienes tienen responsabilidad en la formación de precios, que tengan en cuenta el impacto que causa a quienes se les niega hasta la posibilidad de alimentarse de modo satisfactorio. No queremos que sea esta, una oportunidad para dar lugar a una ambición desmedida, que trae como consecuencia el incremento de la inequidad entre quienes más tienen y quienes viven en situación de pobreza con angustia y dolor permanente.
Creemos que este es un tiempo para cambios profundos, que nos conduzcan a la construcción de una sociedad donde todos sus habitantes tengan los recursos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. En este sentido nos dice el papa Francisco: «La gravedad de la situación actual, que la pandemia de COVID-19 puso aún más en evidencia, exige una responsable toma de conciencia de todos los actores sociales… De una crisis no se sale igual: salimos mejor o peor… Alimentemos lo bueno, aprovechemos la oportunidad y pongámonos todos al servicio del bien común”.1
Por eso es que hacemos un llamado a todos los sectores sociales a hacer aportes para una solución justa que contribuya a la paz social y deje de lado toda especulación egoísta que acreciente el individualismo y la indiferencia al sufrimiento del prójimo, y trabajemos juntos teniendo en cuenta, de modo particular, la distribución equitativa de la riqueza2.
El compromiso solidario y la comunión de bienes, sigue siendo una alternativa válida para salir de esta crisis. Confiamos en que nadie con posibilidades de aportar esté ausente. En este contexto de crisis, el sostenimiento de políticas públicas que tiendan a la creación de fuentes de trabajo genuino es indispensable para una sociedad que busca el desarrollo de todos sus miembros. Al mismo tiempo, el tejido de redes sociales contribuye considerable- mente a la contención, asistencia y promoción de quienes están más necesitados.
Es por esto que, entre otras iniciativas, alentamos la creación y el fortalecimiento de espacios donde los productores de alimentos tengan la posibilidad de ventas directa al público, como así también la organización de compras y huertas comunitarias para sobrellevar esta crisis y explorar horizontes de una nueva economía, más solidaria e inclusiva.
A quienes tienen responsabilidades encomendadas democráticamente por el pueblo los animamos a generar más espacios de diálogo y encuentro, a lograr acuerdos que permitan realizar los cambios necesarios para caminar juntos hacia mejores oportunidades. Pedimos especial atención a situaciones extremas, para no llegar tarde con la asistencia allí donde el Estado deba estar presente.
Nos dice también Francisco: “Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política»…”3.
Queremos manifestar nuestra cercanía y solidaridad con quienes hoy más padecen la carencia de alimentos, de cercanía y de escucha, a la vez que miramos con esperanza esta oportunidad de salir adelante con el aporte de todos. La fe, los valores y el compromiso con la vida que anidan en el corazón de nuestro pueblo riojano nos alientan a mirar un futuro con esperanza.
En Jesucristo Resucitado, a quien celebramos con alegría en esta Pascua, está nuestra confianza. Que nuestros beatos Mártires Riojanos, Enrique, Carlos, Gabriel, y Wenceslao, que trabajaron y dieron la vida por un mundo más justo y fraterno nos iluminen y ayuden a caminar en ese sentido.