Nuestra querida provincia de La Rioja, que fue en sus albores de fundación, llamada la “Ciudad de Todos los Santos”, contiene una gran riqueza histórica, tanto en lo social, como en lo religioso, que desde aquel 1593 cuando el aborigen se enfrenta con el español, tras el atropello y sometimiento sin tener donde recurrir, pero gracias a la presencia e intervención de Francisco Solano, el Fraile bueno, que con su cruz, su música y su palabra, apaciguan al diaguita a quien convierte y bendice abriendo caminos de esperanza y quienes se arrodillan ante él pidiendo clemencia y bendición, siguiendo fervientes en la Fe.
Esta Rioja querida con sus campos, su sol, su paisaje agreste, la aridez de su suelo, una gran región con diversos rincones con paisajes y riqueza particular que, de acuerdo a intereses y necesidades similares, las autoridades según Ley 6312 de 1995, se caracterizó en regiones, por su relieve… algunas favorecidas por altos cerros y verdes valles, con un suelo fértil y próspero. En otros, el extenso llano, el campo abierto y árido pero abrazados por un mismo sol, un mismo cielo, que cobijo los llanos y al hombre llanista, llamado así por pertenecer a este polvoriento suelo que hizo su historia.
Los originarios “Olongastas”, aborígenes que formaron sus pueblos y forjaron sus vidas en la zona del extenso llano, hombre rudo, de piel oscura, alto y con la mirada firme en el horizonte, que se refugiaron en chozas de cuero, rama y barro. A pesar de la aridez del suelo, labraban la tierra, cultivando maíz, zapallo, también recolectaban frutos silvestres (algarroba, mistol, chañar) que les servían de alimento, así mismo, se dedicaban a la caza de animales que abundaban en esta zona, suris, liebres, vizcachas, conejos, todo animal servía para el sustento, además, usaban la lana para la vestimenta, aunque no eran hábil tejedores, pero si perfeccionaban su vestidura con cuero de animales que cazaban. Sus viviendas fueron chozas de materiales perecederos, cueros, ramas, barro cocido, debiendo usar también la piedra como material de construcción (en algunos parajes se pueden observar vestigios de casas de piedras), también tenían un uso doméstico para moler frutos y alimentos.
A pesar de esto el llanista y los de “a fuera”-que aprendieron la historia- peregrinan a lugares tan emblemáticos como la Ermita de Mons. Angelelli, en Punta de los Llanos y a Bajo de Lucas, lugar del asesinato de nuestros Mártires Carlos de Dios Muria y el sacerdote francés Gabriel Longueville.
Peregrinamos a estos lugares que nos recuerdan la crueldad humana y lo hacemos en forma pacífica -idiosincrasia del hombre llanista-, tranquilo, amistoso, respetuoso y querendón de las cosas nuestras, mano abierta y abrazo al recién llegado, siempre dispuesto para el servicio, para lo que se precise, hombre osco pero prudente, honesto y de palabra, fiel creyente que visita a su madre en el Santuario de Polco para venerarla, pedirle y agradecerle las gracias de su vida. Así es el hombre llanista, sufrido y aguantador, se ven apellidos raros y difíciles de escribir y pronunciar. Es la mezcla de la raza criolla con los italianos, españoles, turcos y los árabes que se aquerenciaron en nuestros agrestes y secos llanos como consecuencia de las oleadas migratorias que se fusionaron con hombres y mujeres de esta tierra y que también tomaron nuestras costumbres formando parte de este suelo bendito trabajando y engrandeciendo este pedazo de patria a golpe de hacha y sudor, pero también surgieron mentes lucidas como la bien llamada Maestra de la Patria “Rosario Vera Peñaloza”, quien hizo la siembra de la cultura y el saber de los niños con sus creaciones del preescolar y jardín de infantes, y además grandes hijos ilustres que forman parte de la historia de nuestra patria.
Son varias las características del llanista, llamado así, el hombre de los llanos, ha cabalgado de sol a sol, ha renegado del atropello, de la invasión, que ha dejado herederos que siguieron caminos de lucha, alzando su voz como Facundo Quiroga, con una personalidad heroica, un hombre con sus defectos y virtudes, sus facetas pulimentadas, con sus arrebatos y serenidades, temible, valiente y audaz, levanto su voz y su espada para luchar por sus ideales, catalogado montonero por el enemigo, que dejó los llanos cubierto de huellas, hasta aquel febrero de 1835, fecha marcada en nuestra historia por su asesinato. Dejo surcos abiertos de lucha, coraje, bravura y tomo las riendas del inolvidable Ángel Vicente Peñaloza, “El Chacho” también hijo de los llanos, que desde su infancia vio pasar los ejércitos que luchaban por su independencia y que luego se vio enfrentado entre Unitarios y Federales (que se hizo federal) peleando al lado de Facundo apodado “El Tigre de los Llanos”.
El Chacho puso su impulso, su entereza, su valor por continuar defendiendo su tierra, sus llanos, que por las circunstancias crueles de la lucha debió dejar su rancho para salir a defender su gente, hombre de campo, venerado por sus seguidores y respetado por sus enemigos. Sabía que era imposible luchar contra el más fuerte, entonces se convirtió en bandido y salteador (calificativo expresado por el enemigo). El Chacho Peñaloza dejó sus huellas, su memoria en sus llanos que no lo olvidarán.
Así, ha pasado el tiempo, muchos años aquietados y el hombre gaucho siguió trabajando por esos campos impulsados por la fortaleza y la Fe, siguiendo el legado de Fray Solano, quien ilumino sus mentes, corazón y espíritu, pero con el pasar de los años estas tierras llanista se vieron bendecidas por la llegada de aquel entonces obispo gaucho Enrique Angelelli, hombre de tierra adentro, que traía consigo el corazón abierto, humilde y comprometido con la sociedad y el bienestar del pueblo.
El inolvidable Obispo Angelelli dejó en estos polvorientos llanos sus huellas, su voz, su grito de justicia hermanados por la fe, pero fue apagada justamente en estos llanos. Su voz será el eco permanente con su célebre frase “hay que seguir andando nomas, hay que seguir andando” y el hombre de los llanos seguirá su legado de lucha. Y como dijo el poeta “Y en Chamical y en Punta de los Llanos ¡desnucado esta Dios!”