Semana de los pueblos indígenas

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Semana de los Pueblos Indígenas

Del 19 al 25 de abril

Fuente: ENDEPA, Equipo Nacional de Pastoral Aborigen

La Semana de los Pueblos Indígenas busca ser un espacio de reflexión y difusión de las realidades de los Pueblos Originarios y de divulgación de sus riquezas, conocimientos, formas de vida y derechos. Esto con el objeto de que se valoren y respeten sus culturas, que tengan un lugar más activo en la construcción del presente, más relevancia y visibilidad en la sociedad, se rompa con la discriminación que hoy predomina y que el Estado Argentino actúe en consecuencia con el país multiétnico y pluricultural que reconoce la Constitución Nacional.
Este año el lema que nos convoca es “Hermana agua, vida y libertad”.
Los Pueblos Indígenas, conocedores de la abundancia que la Madre Tierra nos ofrece en su biodiversidad, se vinculan con el agua con respeto y agradecimiento, sabiéndola generadora de vida y bienestar, tanto para sus territorios como para los seres que habitan en él.
Comprobamos a diario que el actual paradigma tecnocrático, consumista y extractivista quiebra el vínculo espiritual entre la humanidad y el agua. El equilibrio natural, sostenido milenariamente por los Pueblos Indígenas, está fuertemente amenazado por el avance de los proyectos de megaminería, la deforestación, el mal uso del suelo, los monocultivos, los agrotóxicos, la ganadería intensiva, entre otros.
HERMANA AGUA, VIDA Y LIBERTAD
Es urgente tomar conciencia sobre la importancia del agua. Está en nuestras manos la responsabilidad de amarla, respetarla, valorarla, cuidarla, manteniendo una sana y armónica relación con todo lo creado, como ocurre en los Pueblos Indígenas.
Contenido del Díptico de la semana 2024
HERMANA AGUA, VIDA Y LIBERTAD
Los Pueblos Indígenas, conocedores de la abundancia que la Madre
Tierra nos ofrece en su biodiversidad, se vinculan con el agua con
respeto y agradecimiento, sabiéndola generadora de vida y bienestar,
tanto para sus territorios como para los seres que habitan en él.
Comprobamos a diario que el actual paradigma tecnocrático,
consumista y extractivista quiebra el vínculo espiritual entre la
humanidad y el agua. El equilibrio natural, sostenido milenariamente
por los Pueblos Indígenas, está fuertemente amenazado por el avance
de los proyectos de megaminería, la deforestación, el mal uso del
suelo, los monocultivos, los agrotóxicos, la ganadería intensiva, entre
otros.
El agua tiene también un “valor sociocultural”. No hay que olvidar el papel
fundamental del agua en el desarrollo de numerosas civilizaciones: es
suficiente pensar en la relación que existe entre las personas y los ríos, los
lagos y los mares, los asentamientos humanos, la toponimia, y en cómo
estos elementos inspiran la literatura, la música y, en general, toda forma
de expresión artística. El agua es portadora de la memoria colectiva de la
humanidad. (Aquq fons vitae, Orientaciones sobre el agua: símbolo del
grito de los pobres y del grito de la Tierra, del Dicasterio para el servicio del
desarrollo humano integral, 24)
El agua no es un elemento negociable para beneficiar a algunas
personas, acentuando la escasez y la marginación en otras. Dicha
cuestión no se trata sólo de una postura ecológica, sino
eminentemente ética y espiritual que nos compromete a sentipensar
juntos el camino hacia la armonía, la reciprocidad, la
complementariedad y la fraternidad que la vida reclama.
VOCES INDÍGENAS
Para nosotros, los Mapuche, cada elemento de la naturaleza tiene vida, espíritu y
energía propia. El agua es uno de ellos.
«Có» es agua en Mapudungun. Milla car’rquín, es su «cümpem» (espíritu del agua, su
energía). Cada vez que le nombramos, le honramos, le danzamos, le invocamos, «o pu
domo» (las mujeres) entonan su «cümpem» a través de «Taiül» (cantos sagrados), nos
nutrimos de su «nehuen» (fuerza), y nos comunicamos con ella. De esta manera le
pedimos, agradecemos y honramos su presencia en el «Mapu» (tierra, desde la
multidimensionalidad).
A «Có», siempre le recordamos. El espíritu del agua tiene su propia memoria y a la vez
es parte de la nuestra. «Có» nos ayuda a tener nuestra propia memoria como «che»
(gente). Es por eso que cada vez que bebemos de ella, su memoria y la nuestra se hacen
una sola. Es “Milla car’rquin” quién nos da vida en el día a día.
Nuestros mayores nos enseñan que «Có» renueva su «nehuen» cada día con la salida y
el reflejo de «hunelve» (estrella del amanecer, lucero) en ella. A la vez, nos cuentan que,
en tiempos antiguos, cuando la gente estaba perdiendo la memoria, hubo mucho
desequilibrio en gran parte de la humanidad. Tanto así, que la gente no se respetaba
ni así misma y tampoco a las fuerzas que rigen la naturaleza. Allí «pu gnünen nehuen»
(las fuerzas que rigen el universo – tierra, fuego, agua, aire) se reunieron y designaron a
“Milla car’rquín”, para que renovara la tierra dejando caer un diluvio, en el que solo se
salvó la gente que tenía memoria y respeto por «pu nehuen» (las fuerzas) en la tierra.
Nos enseñan que, sin importar si el recipiente es de oro o de barro, todos bebemos de
la misma agua. Somos así hermanos y hermanas. “Có, Milla car’rquín”, se alegra
mucho cada vez que la recordamos y luchamos por su existir, pues se da cuenta de que
ella es parte de nuestra unión. También se alegra mucho cada vez que nos acercamos
a un «hubcó» (vertiente), nos comunicamos con ella pidiéndole permiso y bebemos de
su “nehuen”.
«Có» (agua) y nosotros los «che» (gente) somos «mapu» (tierra). Es por eso que somos
«Mapu-che» (gente de la tierra). Ngüpüñangcú.
Daniel Morales, Pueblo Mapuch