¿Por qué no ir a la cárcel? – Testimonio de la Pastoral San Maximiliano Kolbe

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Entrevista al Grupo de Pastoral Carcelaria San Maximiliano Kolbe

Esta pastoral es un grupo de personas y servidores cuyo trabajo abarca todos los centros de detención de la Ciudad de La Rioja. Presentamos a los que protagonizan la nota con sus nombres y años de pastoreo en esta área.

Berta Olmos 4 años, César Heredia 2 años, Nelly Olivera 5 años, Gisela Nieto 5 años, Laura Luna 1 año y Luis Argañaráz 8 años.

Otras personas que también integran la Pastoral son: Adrián Lamas, Beatriz Ramírez, Laura Ramírez, Oscar Yampe, Oscar Silisque, Alfredo Aguirre, Conde Lisandro, Carolina De la Fuente, Humberto Páez, Ivana Hurtado, Karina Tejada, y Laura Ramírez.

Comparten la Misa dominical, los visitan semanalmente, los ayudan en trámites, se conectan con sus familiares, los catequizan, los acompañan, les proveen cursos y rezan mucho por todos, los católicos y los que no lo son. Muchos de los internos, gracias a la Pastoral Carcelaria escucharon por primera vez hablar de un Dios que los amaba y perdonaba.

¿Cuándo y cómo comenzó la Pastoral carcelario de La Rioja?

La pastoral tiene una gran trayectoria, aproximadamente 40 años. Los que fueron los pioneros fueron Don Cachito Barrionuevo junto a otros internos quienes levantaron la capilla. Después estuvo también Don Cornelio Grau, Doña Pequeña Sánchez, Roberto Mercado, Paco Sosa que fue el grupo más entusiasta de los inicios

¿Por qué venir a un lugar en donde está la gente hizo mucho daño a la sociedad?

Considero que uno aprende. Que Dios nos pone en este camino, empezamos haciendo otros servicios en otros lugares y terminamos en esta pastoral.

Nosotros no juzgamos ni preguntamos a los internos que han hecho, sino que venimos a hacer el servicio que Dios nos manda.

Personalmente, vine por un hermano de oración, que tuvo un problema y con demás compañeros lo asistimos. Pero jamás preguntamos por qué está alguien y por qué no.

Nosotros solo venimos a dar la palabra de Dios, acompañarlos y hacerle más fácil esta situación, que es tan difícil para muchos.

Es increíble ver, como a partir de que uno viene y le da la Palabra, muchos hacen su conversión y vienen a escuchar compartir la Eucaristía cada domingo.

¿Por qué creen que la sociedad tiene miedo o tiene recelo de venir a la cárcel a acompañar a los internos?

Por desconocimiento y no tan solo eso, sino porque en este sitio están los que han cometido muchos abusos y situaciones en la que la gente se ve reflejada con acontecimientos de robos o de violencia. Eso hace que también se pone a cargo de la situación que se vive en la cárcel y los rechazan de la peor forma verbal. Entonces la gente se pregunta por qué venir a un lugar en donde ellos son consiente de los actos que cometieron.

Nosotros estamos trabajando acá en este servicio, Dios nos ha puesto y es un llamado, no solo de Él, sino de nosotros que hemos sentido ese impulso de estar en este lugar.

Creo que muchos de los casos que hay dentro, tenemos un poquito nosotros y lo llevamos nosotros dentro. Es decir, hay mochilas que no mostramos, pero tenemos un poco de cada causa de ellos. A partir de ahí es que el Señor nos ha puesto para ir sanando nuestras heridas porque acá es un ida y vuelta: venimos a hacer un servicio para contenerlos, pero también, a su vez, aprender de ellos. Y en esa escucha que tenemos, es increíble como el Señor nos interpela y nos va haciendo revivir situaciones que llevamos y las vamos sanando a través de ese interno.

De estar detenido a salir al mundo y contener a los internos. ¿Qué aprendes de ellos?

Aprendemos un lado que la sociedad no conoce, no ve y no sabe quizá conocer a las personas que se encuentran dentro. Por qué causa o cuál motivo de que se encuentran detenidos, si realmente son culpables. Hay muchas causas que son completamente inocentes y sin embargo están pagando una culpa que no les corresponde. Entonces hay muchas cosas que son injustas. He visto y vivido muchas injusticias, quizás otros no tanto, pero en gran parte he aprendido a conocer a los internos y ver a aquellos hermanos con otros ojos, con ojos más de Dios, porque uno se convierte en eso y al compartir día a día, vivir con ellos aprende a conocer su forma de vida, sus faltas y falencias de amor, de un techo y la necesidad de una palabra. Entonces, a partir de ahí empieza la compasión y la conversión de uno hacia el prójimo y hacia estos hermanos. Yo estuve del lado de ellos y realmente los sé entender. Hay realmente situaciones que no comparto, pero entiendo la raíz del porqué de llegar a ciertas circunstancias. Hoy me toca estar del lado de la pastoral ayudándolos y acompañándolos con la palabra de aliento de que se pueden, que pueden convertirse de que pueden salir y que, ese día cuando estén en la calle, sean personas convertidas al bien. Así como a mí me tocó pasar por esta situación hoy tengo otra visión y mirada.

Después de haber participado de la misa ¿Que te llevas de este momento?

Me llevo la imagen de los rostros alegres de los internos con el cual ellos vienes a compartir con tanta felicidad una misa. Realmente se los ve a ellos convertidos porque los primeros tiempos nos les gustaba participar de una misa, no les gustaba que le hablemos de Dios que seguramente no las han vivido en su familia, lo que hacía costarles mucho. Pero ellos mismos reconocen la conversión que están teniendo y el aceptar que Dios es la única salida que tenemos en nuestra vida para todas las situaciones que ocurren y pasan.

Da mucha alegría y tranquilidad saber que un granito de arena que estamos poniendo en beneficio de hará que el día que salgan, saldrán convertidos y haciendo el bien a la sociedad.

¿Qué le dirían a una persona para que venga formar parte de la Pastoral Carcelaria?

Como madre, yo digo que uno no sabe en qué lugar puede estar o si en algún momento no nos puede llegar a suceder. Yo digo a la gente que es cuestión de no juzgar. Es terrible cuando uno con el dedito siempre está juzgando. El día que aprendamos a no juzgar nosotros vamos a donde Dios nos manda y aseguro que Dios nos manda a todos. Por ahí hablamos entre nosotros y decimos: – ¿y cómo llegue acá? O a veces nuestras propias familias; en el caso de mis hijos me dicen: -vieja ¿pero te parece? Y yo respondo que no le pregunto a Dios si me parece. Dios me manda por algo me puso y acá estoy. Y la verdad es que la alegría que uno lleva cada vez que se va de acá por un hermano convertido como por ejemplo un hermano interno nos dijo: recen por mí, porque voy a juicio. Ustedes son instrumentos para que me ayuden a que todas las cosas me salgan de la mejor manera y que en el momento que me tenga que defender Dios me dé la sabiduría y la tranquilidad de hacerlo”. Uno se va con esa misión de rezar por ese interno y que esta necesitando de la palabra de Dios y esto es lo que uno se lleva a la casa. Es realmente lo que Dios nos alimenta.

Para agregar

Yo tenía una lucha constante con mi familia y los hijos porque no me permitían que visite a los internos y yo decía que tenía que volver. Ellos me mandan mensajes, me ponen en oración, se juntan en grupo y rezan. Entonces cómo no agradecer lo que hacen ellos. Y ellos me dicen: “mamita cuídate porque rezamos por ti, rezamos para que tú vengas. Eso me llena mucho, soy su mama de corazón entonces mi marido se dio cuenta y me pidió disculpas diciéndome: anda, porque ese es tu lugar”.

¿Cómo es la dinámica de trabajo que tienen?

Sin dejar de pasar un mes nosotros nos reunimos. Vamos planteando los temas que vamos a ir desarrollando de acuerdo a la liturgia. También nos ayudamos entre nosotros, un modo de hacer comunión de alma. Como todo grupo tenemos a veces nuestras diferencias y entonces nos vamos hablando entre nosotros. Pero hay que ir viendo que esta misión de venir un domingo temprano a nosotros nos súper ayuda porque mientras más somos de la pastoral, más dejan salir internos a recibirnos porque somos como celadores.

Hay mucha gente que quiere acercarse a la pastoral, pero solo por curiosidad. Eso lo evitamos y hemos tratamos en las reuniones que específicamente los que quieran ingresar a la pastoral lo primero que deben hacer es participar de las reuniones y trabajar. Hemos tenido reiteradas situaciones por eso que es deben primero cumplir con ese requisito.

Trabajar desde afuera por ej: en visitar un familiar de uno de los internos.  Luego si la persona se muestra verdaderamente interesada e insiste con la pastoral ya puede ingresar a visitar a los internos.

La persona que ingresa la recordamos nuestro lema que es: no interiorizarse de las causas. Es la base de nuestra pastoral y de cualquier centro de detención. No involucrarse preguntar o tampoco permitir que nos pregunten cuando salimos a la calle.

Para nosotros que perseveramos en esto es totalmente rico. Respetando y obedeciendo al esquema del servicio penitenciario, la pastoral desde que se creó, toda la vida ingresaba a los pabellones y es la primera vez que sucede que cortan nuestro acceso a los mismos por unos hechos de muerte seguidas. Entonces por una cuestión de seguridad eso se cortó.

Pero el interno nunca intentó lastimar a un miembro de la Pastoral. Jamás. Ellos nos defienden y nos cuidan.
Por eso queremos que nos permitan el ingreso a los pabellones, porque de ahí comenzamos a plantar la semilla y ser su escucha, ser la iglesia sinodal de la que nos habla el Papa Francisco.

Cuando vamos al pabellón no vamos a imponer nuestra religión. Es hacérsele sentir la misericordia de Dios, como los ama. De ahí comienza la base, cuando empiezan a expresar lo que sienten, como ha sido su vida y así van sanando y vamos sanando nosotros y decimos: Señor, que vida más maravillosa me has dado. Como no voy a ser  misericordioso en ayudarlo, escucharlo, darle un consejo decirle que en nosotros tiene una familia en Cristo Jesús. Y eso pasaba cuando ingresábamos a los pabellones; empiezan a venir de a cinco, de a ocho por la curiosidad y hacemos un compartir. Sin imponer a nadie, respetando las creencias. Trabajar en los pabellones es distinto, es según el Espíritu Santo nos va guiando y dictando, porque hay chicos que son muy jóvenes, no están en órbita, entonces se utiliza otra temática. A partir de los pabellones se ven los resultados en la capilla. Los resultados en que ellos solos van sabiendo que significa estar y participar de una misa. No vienen así nomás, pero porque ese trabajo se venía haciendo en los pabellones que ahora no lo podemos hacer.

Ahora nos dicen que tenemos que sacar a la gente a la capilla los días de semana, es decir: el interno cuando lo sacamos del pabellón no le hace falta vestir adecuadamente. Ellos están así con lo que tienen, entonces ahora les exigen que estén adecuadamente vestidos y a veces no tienen lo adecuado y piden prestado haciendo que demore la salida o salgan pocos internos. Al Padre Baigorri le viene pasando lo mismo. Él está trabajando con dos grupos en vez de salir siete personas salieron dos.

Le damos gracias a Dios por la fortaleza y la alegría que nos da para formar parte de esta Pastoral con la que uno se encariña y no puede soltarla porque nos hace mucho bien. Y preguntarnos ¿por qué ellos están aquí y yo no? Por pura misericordia de Dios que permitió que naciera en una familia con posibilidades que ellos no tuvieron, no aprendieron y porque Dios también me libró de muchos peligros… ¿entonces por qué no venir a la Cárcel?

 

¡Gracias por visitar a tantos rostros de Jesús que necesitan nuestra aceptación y nuestro amor!

 

Para comunicarse con el Área de Pastoral Carcelaria: diocesisdelarioja@gmail.com