En la Asamblea Diocesana del 5 de noviembre culminamos un proceso iniciado un año atrás cuando nos propusimos escuchar el parecer sobre la Iglesia de muchos hermanos y hermanas. Esas opiniones fueron recogidas tanto por los decanatos como por las diferentes áreas pastorales y los movimientos eclesiales para que, luego de presentarlas en la anterior Asamblea del mes de abril, fueran tabuladas y organizadas en “luces”, “sombras” y “propuestas” para la Iglesia riojana.
Luego iniciamos un proceso de lectura y de priorización de esos aportes que se presentaron en la mencionada Asamblea del pasado mes de noviembre. Todos los participantes de la misma sentimos el gozo de poder asumir juntos nuestra realidad eclesial y sentirnos corresponsables de afrontar los cambios necesarios para renovar la vida de la Iglesia dejándonos llevar por la guía del Espíritu Santo.
Del camino recorrido pudimos ver que nuestra Iglesia diocesana tiene una raíz ancestral en su vivencia de la fe, nos reconocemos como una Iglesia familia que busca estar en permanente disposición a la salida. Con claridad vimos también que falta formación a los laicos y un real compromiso con las problemáticas sociales. Como propuestas se destacó la necesidad de que la Iglesia sea mejor acogedora de los jóvenes, que esté preparada para recibirlos como vienen, en cualquier situación que se encuentren y para acompañarlos en sus realidades. Además que camine junto al pueblo de Dios con creatividad y audacia; que sea más abierta, cercana y comprometida.
Mientras seguimos caminando con toda la Iglesia del mundo los tiempos previos al Sínodo sobre la Sinodalidad tenemos que ocuparnos de responder a los desafíos que ya vamos descubriendo entre nosotros. Ocasión más que propicia para poner al servicio de la misión los carismas que cada bautizado ha recibido.
Damos gracias a todos los que han participado tanto en los trabajos previos como en la misma Asamblea.
Estamos viviendo tiempos nuevos y esperanzadores en la Iglesia y queremos que todos participen de la alegría de llevar adelante juntos la misión evangelizadora. Misión que no es otra que seguir a Jesús y su mandamiento del amor.