Monseñor Braida – Ecos de la Segunda Semana del Sínodo

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Nuestro Obispo, el Padre Dante, nos comparte resonancias                 desde su lugar de Padre Sinodal 

El día martes tuve la oportunidad de saludar al Papa Francisco   

En esta segunda semana de trabajo hemos abordado, en primer lugar, la parte I del Documento de Trabajo titulada: Relaciones. Caminar juntos en una iglesia sinodal implica fomentar las relaciones: con el Señor, entre hombres y mujeres, en la familia, en la comunidad, entre los grupos sociales. Dice este documento que “Sólo una red de relaciones que teja la multiplicidad de las pertenencias es capaz de sostener a los individuos y a las comunidades, de ofrecerles puntos de referencia y orientación y de mostrarles la belleza de la vida según el Evangelio; es en las relaciones, con Cristo, con los demás, en la comunidad, que se transmite la fe.” Luego agrega: “Como exigencia de la misión, la sinodalidad no debe concebirse como un expediente organizativo, sino que debe vivirse y cultivarse como el conjunto de modalidades mediante las cuales los discípulos de Jesús tejen relaciones solidarias, capaces de corresponder al amor divino que les alcanza continuamente y que están llamados a testimoniar en los contextos concretos en los que se encuentran. Para comprender cómo ser una Iglesia sinodal en misión, es necesario pasar por una conversión relacional…”[1]

Los temas abordados estaban propuestos bajo los siguientes títulos:

  • En Cristo y en el Espíritu: la iniciación cristiana
  • Con los ministros ordenados: al servicio de la armonía
  • Para el Pueblo de Dios: carismas y ministerios
  • Entre las Iglesias y en el mundo: la concreción de la comunión

A partir de día jueves continuamos las reflexiones con la Segunda Parte de dicho Documento que trata el tema de los Itinerarios en una Iglesia sinodal. Esta parte “destaca los procesos que garantizan el cuidado y el desarrollo de las relaciones, en particular, la unión con Cristo en vista de la misión, y la armonía de la vida comunitaria, gracias a la capacidad de afrontar juntos los conflictos y las dificultades”. Esta parte se “centra en cuatro ámbitos distintos, pero profundamente entrelazados en la vida de la Iglesia sinodal misionera: la formación, especialmente a la escucha (de la Palabra de Dios, de los hermanos y hermanas y de la voz del Espíritu) y al discernimiento, que lleva al desarrollo de modalidades participativas de toma de decisiones, respetando los diferentes roles, con una circularidad que llega a la transparencia, a rendir cuentas de las responsabilidades recibidas y a una evaluación que relanza el discernimiento para la misión. Fuente y culmen de este dinamismo es la Eucaristía, que pone en la raíz de las relaciones la gratuidad del amor del Padre, a través del Hijo en el Espíritu.” [2]

El grupo de trabajo para el desarrollo de ambas partes fue el mismo. El clima que reina es de mucha participación y confianza fruto del conocimiento mutuo que va creciendo en el pasar de los días. También hay espacios de intervenciones libres que se realizan ante toda la asamblea y que permiten tener una visión más amplia de los temas.

Esta semana también se han realizados dos paneles teológicos con los siguientes temas: «El Pueblo de Dios, sujeto de la misión» y «El papel y la autoridad del obispo en una Iglesia sinodal». Por mi parte he participado del segundo en el que uno de los cinco disertantes fue el teólogo argentino Pbro. Carlos Galli. Ambos temas ayudaron a profundizar aspectos específicos de la sinodalidad y a esclarecer preguntas que se van suscitando en el camino.

El día jueves, como lo hicimos el año pasado, los participantes argentinos en el Sínodo, junto a otros compatriotas que trabajan en el Vaticano, fuimos a la embajada de nuestro país ante la Santa Sede. Allí pudimos dialogar con el Embajador y el Secretario de Culto que, por estos días, se encontraba en Roma.

Finalmente, al terminar la semana, hemos participado de una Celebración Ecuménica en la plaza de los Primeros Mártires de la Iglesia. Junto al papa Francisco y miembros de más de diez iglesias cristianas rezamos por la unidad de los cristianos iluminados por textos de la Palabra de Dios y del Concilio Vaticano II, particularmente Unitatis Redintegratio.

Damos gracias por estos días y no dejemos de rezar para que sigamos creciendo como una Iglesia cada día más sinodal, misionera y misericordiosa.

[1] Instrumentum Laboris. Parte I. Relaciones.

[2] Instrumentum Laboris. Parte II. Itinerarios.