JUSTIFICACIÓN
Siempre me interesó conocer el rol que cumplió el diputado riojano Pedro Ignacio de Castro Barros en la formación de nuestra Patria; inquietud que cobró una fuerza especial en este último tiempo, pues más de uno me planteó la pregunta ¿QUÉ HIZO CASTRO BARROS EN EL CONGRESO DE TUCUMÁN? Fue así como, por ejemplo, en 2006 me detuve a analizar la “Oración Patriótica” que pronunció en Tucumán el 25 de mayo de 1815, que di a conocer en mi trabajo “Castro Barros y el Congreso de Tucumán”, como también en la reciente publicación de la Diócesis de La Rioja en adhesión al Bicentenario de la declaración de la independencia.
Aunque esta “Oración Patriótica” es anterior a las sesiones propiamente dichas, que comenzaron recién el 24 de marzo del año siguiente, tiene un valor singular y destacado. Como ningún otro documento (de los muchos que encontré e integran el libro “Castro Barros – Sus escritos”, cuyas motivaciones analicé en “Castro Barros, gloria riojana y prócer argentino” publicado por la municipalidad) nos permite aproximarnos al interior de su pensamiento, de sus preocupaciones y ocupaciones, de sus expectativas y propósitos; a ese mundo que llamamos “segundas intenciones”, pues no se ven ni se dicen pero inciden poderosa y decididamente sobre las actuaciones de una persona.
Fue así como encontré en ella, entre otras cosas, por lo menos tres elementos que me permiten responder ESTO ES LO QUE HIZO CASTRO BARROS EN EL CONGRESO DE TUCUMÁN. El hecho de que la haya dicho y escrito un año antes (el Ayuntamiento de Tucumán la publicó) es suficiente argumento para pensar y afirmar que tales elementos tienen que haber estado presentes en sus intervenciones posteriores como diputado por La Rioja. Aquel 25 de mayo de 1815 dijo: “Desatad, Señor Dios, mis labios para que pueda debidamente analizar los importantes objetos que me he propuesto y electrizar de tal modo los ánimos de mis amados compatriotas, en orden a la defensa y sostén de la gran Causa de América que, a imitación de los religiosos Macabeos, prefieran la muerte al dolor de ver el exterminio de su Patria”.
1°. Ya lo señalé muchas veces, en el primer párrafo de su “Oración Patriótica” anticipa el texto de la tan mentada Acta de la Independencia del 9 de julio de 1816 al sostener que “El 25 de mayo de 1810 despertó de su letargo el vasto Continente de la América del Sud, para romper sus inveteradas cadenas, recuperar sus antiguos derechos y ocupar un distinguido rango entre las naciones libres del mundo”. Como se ve, hay una coincidencia muy notable e innegable que nos permite catalogarlo como “autor intelectual” del Acta.
2°. Y como si esto fuese poco, todo el cuerpo de esa larga “Oración Patriótica” está dedicado a explicitar los “violentos vínculos” que deben ser cortados y los “derechos que les despojaron” y deben ser recuperados, según los términos del Congreso. Porque el Acta, como toda acta labrada por un secretario de cualquier institución, resume en pocas palabras lo tratado en la sesión. Según el testimonio de fray Cayetano Rodríguez en el N° 6 de “El Redactor”, la sesión del aquel 9 de julio fue muy extensa, razón por la cual el presidente ordenó que la parte referida al 3o punto del orden del día, la declaración de la independencia, fuese redactada por separado.
3°. Finalmente, aunque en la práctica la tenemos un tanto (o un mucho) olvidada, hay una expresión con que el Congreso da por terminada el Acta. Antes de firmarla, los congresales expresan: “Comuníquese a quienes corresponda para su publicación y, EN OBSEQUIO DEL RESPETO QUE SE DEBE A LAS NACIONES DEL MUNDO, DETÁLLENSE EN UN MANIFIESTO LOS GRAVÍSIMOS FUNDAMENTOS IMPULSIVOS DE ESTA SOLEMNE DECLARACIÓN”. Estas explicaciones son precisamente la causa y a la vez el objetivo del presente trabajo, a modo de celebrar su Bicentenario. ¿Tuvo Castro Barros en esa “Oración Patriótica”, o en algún otro momento anterior o posterior, alguna expresión que nos permita pensar en cuáles habrán sido sus intervenciones para la redacción del Manifiesto?
Anticipo que no voy a entrar en la valoración del MANIFIESTO, coincidiendo o discrepando con estudiosos que se ocuparon del tema. Si las expresiones del Congreso fueron o no un tanto exageradas y distantes de la realidad, esa es otra cuestión. Lo importante es que fue la manera concreta y oficial como le explicamos al mundo “los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración”. Si se me permite que lo diga en riojano básico ¿Qué bicho nos picó para que reaccionemos de esa manera, después de 300 años de haber aceptado la dominación española? Diría que fue nada menos que el primer acto del futuro Ministerio de Relaciones Exteriores: HOY solicitando que particularmente Inglaterra acepte que las Malvinas son territorio argentino, AYER que España aceptase que éramos territorio libre e independiente.
Tampoco se trata de encontrar simplemente una “curiosa” coincidencia. Es de observar que Castro Barros gozaba de un prestigio especial entre los patriotas. Bastará con recordar que había sido designado por la Asamblea del Año XIII (Decreto del 12 de enero de 1815) para integrar con Ramón Balcarce una comisión “Que penetrada de los celosos sentimientos que la animan, asegure por medio de su personal influjo la confianza y opinión de los pueblos y el Ejército del Perú, les dé una idea precisa de nuestra situación y procure concentrar en un solo objeto la fuerza de las pasiones públicas”.
¡Tremenda responsabilidad! Precisamente por esta razón se encontraba en Tucumán aquel 25 de mayo de 1815, aunque la Asamblea ya se había disuelto.
En una palabra, mi propósito es solamente poner en evidencia que, de la misma manera que el pensamiento de Castro Barros está presente en el texto del Acta de 1816 (creo haberlo demostrado en mis trabajos anteriores), también lo está en la elaboración de este MANIFIESTO A LAS NACIONES de 1817. Antes y después era su manera de ver y plantear las cosas, lo que nos hace suponer que lo hizo también al momento de discutirse los temas que se incluirían en el Manifiesto, reconociendo evidentemente que no fue el único que opinó.
Juan Aurelio Ortiz
Encargado “ad honorem” del Museo Castro Barros en Chuquis
Integrante de la Comisión Histórica Diocesana