Líneas Pastorales 2021

Queridas comunidades de la Diócesis: 

¡La paz esté con Ustedes! 

En primer lugar quiero agradecerles por todo lo que han hecho y hacen para  enfrentar este tiempo de pandemia. Agradecerles el esfuerzo por adaptarse a nuevos  hábitos y nuevos modos de relacionarnos. Agradecerles por seguir llevando adelante la  misión de la Iglesia ocupándose de los que más necesitan, adaptando la catequesis,  viviendo las celebraciones litúrgicas con los protocolos vigentes, asumiendo la virtualidad,  valorando más la fe vivida en familia, entre tantos otros cambios. 

A su vez, teniendo en cuenta todo lo aprendido, con un corazón agradecido y lleno  de esperanza, tenemos que ‘seguir andando’. Por este motivo, ahora, les presento estas  LÍNEAS PASTORALES que son fruto del diálogo y compartir que venimos realizando a  partir de la reflexión en torno al material “Tiempo de pandemia, tiempo de oportunidades”, la Carta Pastoral del 1° de enero y otros. Al inicio de este año hemos sintetizado los  aportes en diferentes encuentros con los sacerdotes y el Consejo de Pastoral Diocesano. 

Estas líneas pastorales son ‘orientaciones’ o ‘guías’ para que podamos llevar  adelante la obra evangelizadora asumiendo los desafíos y las oportunidades que se nos  presentan hoy. Estas líneas orientadoras requieren que cada parroquia, barrio,  comunidad, movimiento y todos los ámbitos pastorales, teniendo en cuenta su propia  realidad, puedan reflexionar y elaborar propuestas de acción para responder a esos  desafíos. 

Cada línea pastoral es acompañada de una reflexión del Papa Francisco al inicio de  la pandemia y de varias preguntas que nos ayudarán a elaborar acciones concretas y  “aterrizar” lo propuesto en ellas. Las TRES LÍNEAS son importantes y tendremos que  llevarlas adelante conjuntamente. Las tres expresan nuestra identidad y espiritualidad  cristiana, encarnada en la realidad que vive hoy el pueblo riojano. 

Siguiendo los aportes recibidos presentamos también una lista de áreas  pastorales que es necesario fortalecer o crear en estos tiempos, de acuerdo a la realidad de cada lugar y en comunión con la Diócesis. 

Ante tantos desafíos que nos tocan asumir los invito a acrecentar la oración, la vida  fraterna y la misión con nuevas propuestas que respondan al Evangelio y al tiempo  presente. 

Monseñor Dante Braida | La Rioja, 23 de mayo de 2021 

Solemnidad de Pentecostés

Contexto actual y algunos desafíos. El tiempo de pandemia, nos hace comprender  que somos frágiles al experimentar nuevas limitaciones que estamos llamados a asumir con  fe y esperanza. A su vez nos presenta diferentes problemáticas como ser: el padecimiento de una enfermedad desconocida, la pérdida de seres queridos, el aislamiento, el aumento del  consumo que lleva a las adicciones, la pérdida de fuentes laborales, el crecimiento de la  violencia y la aparición de nuevas situaciones de pobreza.

Al mismo tiempo constatamos un mayor deseo de profundizar en la relación con Dios  o de volver a Él, de desarrollar tareas solidarias, de un compromiso por salir adelante, de  animarnos a soñar y construir un mundo nuevo, mejor, donde todos sus habitantes vivamos  con dignidad.

Nos dejamos iluminar por el Evangelio. El mismo que inspiró al papa Francisco el  27 de marzo de 2020, en esa desolada y lluviosa plaza San Pedro: “Al atardecer de ese  mismo día, les dijo: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a  la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte  vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la  popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa  que nos ahoguemos?». Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio!  ¡Cállate!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: «¿Por qué  tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?». Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a  otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen».” (Mc 4, 35-41)

Mirando hacia adelante. Hoy se hace apremiante escuchar y atender la realidad que  vivimos, y dejarnos iluminar por el Evangelio y las enseñanzas que la Iglesia nos da  particularmente en este tiempo para asumir las posibilidades que tenemos de emprender un  nuevo rumbo en vistas a la construcción de una sociedad donde todos sus integrantes puedan  vivir dignamente y en fraternidad.

Francisco, desde su primera exhortación, nos alienta al compromiso con una  renovación en la vida pastoral de la Iglesia. Nos decía: “Invito a todos a ser audaces y  creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos  evangelizadores de las propias comunidades.”1 

Los beatos Mártires Riojanos asumieron con espíritu evangélico todas las dificultades  y desafíos propios de su tiempo buscando nuevos caminos de participación y nuevas  propuestas pastorales. Ellos nos acompañan, alientan e inspiran como testigos del Evangelio  para que nosotros hoy asumamos nuestra realidad con humildad, fortaleza y esperanza.

Acrecentar la actitud misionera de una Iglesia en salida para llegar, con el consuelo y la esperanza del  Evangelio, a personas alejadas o en situación de riesgo y vulnerabilidad por el efecto de la pandemia y  otras causas preexistentes, a los más pobres, débiles y sufrientes. Se trata de una mayor cercanía y  proximidad promoviendo la cultura del cuidado, haciéndonos cargo los unos de los otros y también del  cuidado de la creación, erradicando la cultura de la indiferencia, la exclusión y la confrontación.

Nos dice Francisco: “Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del  tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para  darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a  motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de  hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar  la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos  posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar.”2

Para dialogar, discernir y concretar: ¿Cómo está hoy nuestro compromiso misionero? ¿Cómo  podemos llevar adelante la propuesta de esta línea? ¿Quiénes son aquellas personas, o sectores, o barrios  que hoy están pasando más necesidad por carencias en lo espiritual, en salud mental, en lo material?  (mencionar situaciones concretas); ¿Cómo podemos llegar allí? ¿Qué acciones podemos llevar adelante?  ¿Cuándo? ¿Con quiénes? ¿A quién más podemos sumar para realizar lo que nos proponemos? ¿Qué  experiencias podemos contar que ya se estén desarrollando y que propician el cuidado de la vida y el salir  al encuentro de quienes tienen hoy más dificultades para vivir?

Afianzar el compromiso de ser una Iglesia Sinodal que anima el caminar juntos, fraternalmente, con  una permanente actitud de diálogo con Dios y con los demás, entre grupos de la Iglesia y en la sociedad,  fomentado la cultura del diálogo entre todos los sectores. Que se compromete a contribuir al desarrollo  del pueblo riojano con una participación genuina y abierta de todos sus habitantes y un diálogo frecuente  y sostenido de sus dirigentes. Esto implica también propiciar un trabajo en redes con las instituciones  sociales y los diferentes credos.

Nos dice Francisco: “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y  desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos,  todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos  discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos”, también nosotros  descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos… Frente al  sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y  experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21)3 

Para dialogar, discernir y concretar: ¿Qué dificultades encontramos hoy para el diálogo fraterno?  ¿Cómo podríamos superarlas? ¿Cómo podemos afianzar la fraternidad en nuestros grupos y  comunidades? ¿Dónde vemos que falta más participación y diálogo? ¿Con qué otros grupos pastorales  y/o sociales podemos trabajar juntos, en red?

Profundizar en la relación con Dios a través de una vida perseverante en la oración. En tiempos de grandes desafíos es esencial volver al Señor y recomenzar desde Él. Por eso es necesario que podamos  organizar y promover tiempos de oración personal y comunitaria, de retiro o ejercicios espirituales. Alentar estos espacios orantes tanto presencial como virtualmente en todas las comunidades, áreas  pastorales, movimientos, dirigidos a quienes participan activamente de la vida de la Iglesia, como para los  que no. Para esto será necesaria la ayuda de la Animación Bíblica de la Pastoral y la participación en la  Eucaristía y la adoración eucarística.

2 Cf. Oración en tiempos de pandemia 27-03-2020

3 Cf. Ibid

Nos dice Francisco: “Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle  nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que,  con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno  todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque  con Dios la vida nunca muere… Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la  fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza.” 4

Para dialogar, discernir y concretar: ¿Cómo es hoy nuestra vida de oración personal y nuestra participación en espacios comunitarios de oración? ¿De qué modo podemos crecer en la vida orante?  ¿Qué propuestas se pueden aprovechar mejor y cuáles hay que crear? ¿Cómo ayudar a la participación de  hermanos y hermanas que no frecuentan la vida eclesial?

ALGUNAS AREAS A PRIORIZAR DE ACUERDO A LAS DISTINTAS REALIDADES

Fortalecer en cada parroquia el Consejo de Pastoral y el Consejos de Asuntos  Económicos, como organismos al servicio de la misión evangelizadora.

Alentar la vida familiar como santuario doméstico y atender sus diversas realidades:  urbana, suburbana y rural. Familia como vocación y proyecto de vida. Educación de los hijos.  Cuidado de los ancianos. Atención particular a embarazos en contextos de vulnerabilidad. Organizar  la pastoral familiar dando especial impulso a la ‘pastoral de la familia campesina’, que está en la  etapa de inicio.

Crear o fortalecer los equipos. parroquiales y decanales de Pastoral de Juventud  teniendo en cuenta el mundo juvenil con sus diferentes realidades y en los diversos ambientes  actuales

Renovar la propuesta catequística buscando criterios comunes en la Diócesis  asumiendo los nuevos desafíos y realidades familiares y sociales. Un paso concreto es la  participación, realizando aportes y sugerencias, en el Proyecto Diocesano de Catequesis que  actualmente promueve la Junta de Catequesis.

 Impulsar el uso de los diversos medios considerando llegar a la mayor cantidad  de fieles. Alentar la incorporación de la virtualidad. Crear o fortalecer los equipos parroquiales de  comunicación y la red diocesana de comunicadores. Invertir en recursos.

Promoverla con acento en el cuidado de la vida. Hoy,  particularmente, cuidando a los afectados por Covid; a los agentes de salud, etc., prestando atención  especialmente a la salud mental y espiritual de las personas.

Alentar el trabajo de las distintas áreas de la pastoral social:  Cáritas, pastoral del trabajo, pastoral carcelaria y de migrantes, etc. en coordinación con otros espacios pastorales y/o instituciones sociales.

Generar espacios de formación en torno a las tres líneas pastorales desde las  Sagradas Escrituras y contando especialmente con el aporte de los documentos: Evangelii Gaudium,  Laudato Si, Fratelli Tutti, Aparecida, la Doctrina Social de la Iglesia, etc.

El Señor es bondadoso y recto… guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. ” Sal 24,8-9

  4 Cf. Ibid

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