La fragilidad humana y la fortaleza de la fe en la vocación del Sacerdote

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La salud integral del sacerdote es un camino comunitario

El 25 y 26 de agosto de 2025, en la Casa Tinkunaco, se desarrolló un encuentro de formación y acompañamiento destinado a los sacerdotes de la diócesis de La Rioja. La propuesta estuvo a cargo del Equipo Jeremías, un grupo interdisciplinario nacional integrado por laicos y consagrados, que desde hace más de dos décadas trabaja en la promoción de la salud integral del clero.

¿Qué es el Equipo Jeremías?

Maite Arriola y Monseñor Fassi

El Equipo Jeremías nació en Buenos Aires en 2002 y está conformado por psicólogos, médicos, sacerdotes, religiosas y laicos de distintas diócesis del país. Su misión es acompañar a los presbíteros y religiosos en la integración de su vida espiritual, afectiva y pastoral, generando espacios de escucha, reflexión y autocuidado. Realizan talleres, convivencias, retiros y acompañamiento terapéutico, tanto en Argentina como en países vecinos. El nombre remite al profeta bíblico Jeremías, quien experimentó la fragilidad humana y la fortaleza de la fe en medio de su misión.

La psicóloga Maite Arriola, miembro del equipo, explicó que el objetivo es “poder acompañarlos a conectarse con su ser más auténtico, más profundo, para vivir su ministerio de una manera más fecunda y real y sincera a lo que fueron llamados”.

Escucha y acompañamiento

Arriola remarcó que los talleres buscan “habilitar la palabra”, generando un espacio donde los sacerdotes puedan poner en común sus vivencias, miedos y fragilidades. “A veces ponemos a los sacerdotes en un lugar donde tienen que acompañar todo: lo social, lo político, lo comunitario. Les pedimos respuestas en todo, y eso los carga, porque también atraviesan sus propios procesos y tampoco siempre tienen respuestas”, señaló.

En ese sentido, destacó que la propuesta apunta a “acompañarnos en lo que la realidad y las circunstancias nos van presentando e ir buscando juntos a Dios en esa realidad”.

Consultada sobre la situación actual, la psicóloga observó que “nos hacemos poco cargo de la responsabilidad de cada uno y buscamos que el afuera nos resuelva lo que pasa. Les pedimos a los políticos, a los curas, a nuestros padres o a nuestros hijos, pero pocas veces nos preguntamos qué puedo yo aportar o hacer frente a las diferentes situaciones”.

También reflexionó sobre la necesidad de que los sacerdotes cuenten con espacios de autocuidado: “Ellos también viven su propia vulnerabilidad y fragilidad, y muchas veces eso no es expuesto. El servicio desmedido, sin poder cuidarse, trae cansancio. Estos espacios son para que tomen contacto con esa vulnerabilidad y aprendan a cuidarse y a cuidarse entre ellos como clero”.

“Compartir mochilas”

El obispo de San Martín, monseñor Martín Fassi, acompañó el encuentro y valoró la experiencia vivida en La Rioja: “Veo un grupo de hombres consagrados a Dios que quieren entregar lo mejor de sí mismos, y que cada uno va cargando con su propia historia, su propia mochila. Estos encuentros nos ayudan a compartir las mochilas, a compartir las cargas, a comprendernos desde ahí”.

Fassi destacó la riqueza de la diversidad generacional dentro del presbiterio riojano: “Me impresiona el interés y la motivación que tienen los sacerdotes mayores para seguir participando, sobre todo a su edad. Eso muestra la generosidad de cada uno según su etapa: el entusiasmo del que empieza, la decantación de la experiencia de los que están en la mitad de la vida y los que ya uno podría creer que entregaron todo, siguen entregando algo más”.

Superar el clericalismo

El obispo también abordó el desafío de superar el clericalismo y avanzar hacia una Iglesia más sinodal: “Pasa en muchos lugares, lo que comúnmente llamamos clericalismo, tanto de los sacerdotes como de los laicos. Nos cuesta salir de ese lugar para provocar un modo de vincularnos más evangélico, desde nuestra realidad común de bautizados. Somos todos iguales en dignidad, hermanos, y cada uno con una responsabilidad según el servicio”.

En esa línea, subrayó que “el ideal es poder vivir la corresponsabilidad diferenciada: no es que unos tienen todas las responsabilidades y otros solo siguen. Todos somos corresponsables, y en ese encuentro de dones y necesidades se arma la comunidad”.

El valor del diálogo

Finalmente, Fassi insistió en que el diálogo es la clave para fortalecer la vida eclesial: “No venimos a traer respuestas, sino herramientas para que los sacerdotes elaboren las suyas propias. Y sin diálogo no llegamos a ningún lado. Lo que nos pone en comunicación es el diálogo que implica escuchar y escucharse bien”.