En el Sínodo de la Sinodalidad se dio un espacio a la Evangelización Digital. En la apertura, el Card. Jean-Claude Hollerich, relator general del Sínodo, mencionó en su discurso unas palabras sobre la importancia de la Misión Digital. A continuación la Hermana Xiskya Valladares y José Manuel Urquidi compartieron su testimonio.
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Card. Jean-Claude Hollerich
Internet es algo más que una herramienta de evangelización, transforma los modos de percibir, de vivir las relaciones, es un nuevo territorio de misión. Así como Francisco Javier partió hacia nuevas tierras, ¿Estamos dispuestos nosotros a partir hacia un nuevo continente? Continente que no podemos ir solos, tenemos que ser guiados por las personas que habitan ese continente digital. En su mayoría nosotros, los obispos, no somos propensos a esta misión y otros están aprendiendo el camino abierto por los jóvenes, en cualquier caso esto nos ayuda a entender la coparticipación.
Todos los bautizados estamos llamados a la misión de la Iglesia. Vamos a compartir el camino desarrollado como misioneros del mundo digital.
Hermana Xiskya Valladares
Somos los que de manera informal sentimos el llamado de misionar distintos espacios digitales como vocación cristiana. Creemos que la comunicación digital es y será cada vez más importante para la misión apostólica de la Iglesia.
Nuestro proyecto se llama «La Iglesia te escucha» y es una red que abarca todo el mundo y expresa la vocación misionera del sínodo por la cual el esfuerzo se centró en llegar a las periferias, a quienes no estaban participando de modo presencial porque no van a las parroquias.
Hay tres frutos principales de este camino
- Alrededor de 250 misioneros digitales realizamos escuchas en 115 países de diferentes lenguas y llegamos a 150.000 personas. Millones han sido alcanzados por el proceso sinodal en internet. El primer fruto fue que nuestras escuchas formaran parte de las conclusiones de cada continente.
- Luego 15 misioneros digitales fueron invitados a las asambleas continentales y dos de ellos estamos aquí. El fruto es que se nos considera y los misioneros digitales vamos creciendo.
- Los misioneros lo han hecho por iniciativa personal, muy pocos con algún apoyo institucional con escasos recursos. Para la escucha debimos juntarnos y discernir. El fruto fue que somos un cuerpo misionero que vamos llevando la misión digital.
Tuvimos un encuentro en la JMJ de Lisboa y el fruto fue, además de conocernos todos, el descubrimiento por parte de la Iglesia de que la Evangelización digital no es un instrumento sino un espacio para la evangelización, un territorio, un mundo en el que la Iglesia debe caminar y misionar.
Este ambiente digital es una cultura en donde las personas pasamos gran parte de nuestras vidas, no es un instrumento, afecta de modo muy profundo nuestra noción de tiempo y espacio, la percepción de uno mismo, de los demás y del mundo, el modo de comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los demás.
Como toda cultura tiene su propio lenguaje, sus propios modos de actuar. Por eso la semilla del Evangelio tiene que ser inculturizada, allí en su cultura, encontramos hermanos que anhelan el anuncio, que necesitan esperanza, sanar heridas, necesitan a Dios. A la gran mayoría no les sirve que usemos internet solo para comunicarle el horario de Misa, el Evangelio del día o invitarlos a visitar la Catedral si no hemos hecho primero un diálogo con ellos escuchándolos, acercándonos. A veces sienten confusión o vergüenza y necesitan un compañero de ruta que los ayude. Para serlo necesitamos salir de nosotros mismos, de nuestros esquemas para encontrarlos, escucharlos, acompañarlos en su caminar.
José Manuel de Urquidi González
Estamos en un momento de transformación de la Iglesia, en una brecha entre la cultura de la Iglesia tradicional y los jóvenes formados en la cultura digital, la comunicación digital es un puente entre ambos. La Galilea digital se construye desde la periferias y el Señor está frente a nosotros primereándonos.
No somos ingenuos y sabemos que hay cosas que no son de Dios, hay redes que atrapan y manipulan. Como todo misionero necesitamos saber en dónde están los ladrones para encontrar los heridos; quien nos conduce a ese territorio es el mismo espíritu y a través de él está invitando a misionar a esta nueva Galilea.
Una Iglesia en salida está aprendiendo a acoger a una población que con dificultad va a la Iglesia, que tiene mayoritariamente de 18 a 40 años; son un tercio de no creyentes y la mayoría son los que creen sin pertenecer, son alejados que se consideran sin religión; se consideran espirituales pero no tienen religión. Algunos se fueron de la Iglesia con dolores, por discriminación, otros se aburrieron de nuestras prédicas, no entendieron el lenguaje o no conocieron a Jesús. Todos ellos sienten un vació y andan buscando horas y horas cada día. Están buscando un significado en el espacio en donde sienten la libertad de explorar y preguntar. Entrar en diálogo con ellos requiere tiempo, paciencia y mucho amor.
Suelen decir tu presencia me ha hecho recobrar la fe, el amor a un Jesús que es Amor en una Iglesia que sí quiere que seamos parte y que no quiere mantenernos al margen.
Para misionar en los espacios digitales no importa si eres sacerdote, laico, hombre, mujer, joven o adulto; la nueva Galilea del universo digital es un territorio idóneo para una Iglesia sinodal, misionera en donde todos los bautizados somos corresponsables para evangelizar. Lo que importa es tu capacidad de escucha, de diálogo, de ser un testimonio creíble. Requiere tiempo, paciencia, presencia; lo que sorprende es la confianza que los seguidores tienen en la persona del misionero digital, su desconfianza se convierte en fe cuando encuentran a un testigo auténtico.
En las redes todo es provisorio, fluido, incompleto; se está buscando un lenguaje misericordioso que intenta comprender para transmitir vida luego de este encuentro primario muchos encuentran el coraje y desean adentrarse en el amor, en la belleza, en la verdad.
La experiencia del proyecto sinodal “La Iglesia te escucha» nos ha hecho soñar con que algún día todas las diócesis tengan algún día sus equipos de misioneros digitales bendecidos, acompañados, formados por sus obispos como parte de la misión evangelizadora de las Iglesias locales.
Esperamos que algún día el ministerio de la escucha digital para encontrar al hermano que está buscando, que está sufriendo que sea parte normal de la vida de la Iglesia. Que sea este primer acercamiento con las periferias existenciales de nuestro tiempo, y si el sueño se hace realidad seguro que en el futuro dirán: fue el sínodo sobre la sinodalidad que lo hizo presente.
¡Adelante la Misión Digital!