PEREGRINAR A PADERCITAS NOS IMPULSA A LA MISIÓN
Homilía Mons. Dante Braida en la fiesta de San Francisco Solano en Las Padercitas el 14/08/2022 Jer 38, 3-6. 8-10/Hb12, 1-4/ Lc 12,49-53
“Fijemos la mirada en Jesús” (Hb 12)
- Vivimos con alegría esta fiesta del Encuentro en las Padercitas saliendo de un tiempo tan delicado como inédito que nos está tocando vivir como lo es la pandemia.
Estar presentes aquí todos juntos y unidos a tantos que nos siguen a través de la radio, el canal y las redes sociales nos llena de profundo gozo.
Recibimos hoy aquí en este lugar peregrinos provenientes de distintos lugares de la provincia y de otras provincias. Recibimos a esposos, a los padres con sus hijos. A los niños, jóvenes y adultos. A los ancianos. A estudiantes y trabajadores. A los vecinos de distintos barrios, a quienes integran diferentes instituciones sociales y políticas. Recibimos a los catequistas y miembros de distintas áreas pastorales de la Iglesia. Recibimos a todos los presentes con sus intenciones, a los que vienen en búsqueda de salud, a pedir por un trabajo o por superar una situación difícil que están atravesando. Venimos a agradecer la vida y todo lo que Dios nos da cada día para crecer y madurar.
De modo especial tenemos presente a aquellos que no han podido venir y que están sufriendo por alguna enfermedad, por la pobreza y la marginación. Ellos están de un modo muy especial presente en esta celebración.
- El Divino Niño Alcalde nos ha recibido en este lugar como en aquel jueves santo del año 1593, para darnos su paz y para que lo aceptemos como nuestra máxima autoridad. La paz entre los primeros habitantes de esta zona y los españoles vino al reconocer en el Niño Dios vestido de Alcalde a su máxima autoridad.
Jesucristo al hacerse hombre vino a unirnos al brindar su amor a todas las personas, especialmente cuando en la cruz entrega su vida por todos sin excepción. Su resurrección fue la prueba más grande de que el amor vence el mal y la misma muerte y siempre nos abre caminos de vida plena para todas las personas. Ese amor se derrama en todos nosotros a través del Espíritu Santo que Dios nos comparte ya desde el bautismo.
En el evangelio Jesús, hoy venerado como el Divino Niño Alcalde, nos dice: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!”
Ese bautismo se refiere a su pasión, muerte y resurrección y ese fuego se refiere al Espíritu Santo, que nos enviaría luego de vivir su pascua, para purificarnos y colmarnos de dones, talentos y bendiciones para que luchemos por un mundo mejor, unido e inclusivo donde reine su amor.
Queridos hermanos y hermanas, como nos decía la carta a los Hebreos que recién escuchamos: “Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora «está sentado a la derecha» del trono de Dios.” Cuidemos y crezcamos en nuestra vida de oración y cercanía directa con Dios cada día. Que su Palabra nos ilumine a través de la lectura diaria del Evangelio. Él nos permite entrar en diálogo con Dios donde podemos compartir con confianza lo que nos pasa y podemos recibir una orientación clara para nuestra vida.
- Hoy hemos salido caminando desde la Iglesia San Francisco junto a San Francisco Solano y la Virgen de Itatí. Ambos nos trajeron como pueblo al encuentro del Jesús. Salimos de un lugar de encuentro con Dios, como lo es esa Iglesia y llegamos a otro lugar de encuentro con Dios como lo es esta Iglesia de las Padercitas, en ambos lugares se reúne la comunidad, se vive la fe y está Jesús presente de modo especial en la Eucaristía. Cada templo es nuestro hogar allí estamos llamados a alimentar nuestra fe en la Escucha de la Palabra y en la celebración de los sacramentos y en la vida fraterna y misionera.
Pero la realidad es que durante toda la peregrinación Jesús estuvo presente en cada hermano y hermana que caminó a nuestro lado. Dios vive en cada uno y en cada uno se manifiesta de diferentes modos. Por eso es tan necesaria la vida comunitaria, caminar con otros en el camino de la vida. De eso se trata vivir en una Iglesia Sinodal.
Pero Él está presente también en los que hoy no caminaron por estas calles, en los que están alejados de la fe por distintos motivos, en los pobres y olvidados. En los que en estos momentos están tirados luego de una noche de consumo de drogas. En los que están angustiados porque no llegan a fin de mes en su economía. En los que están deprimidos por la pandemia. En los que están atrapados en algún conflicto personal, familiar o laboral…
Dijo Jesús, “lo que hagan con el más pequeño de mis hermanos lo hacen conmigo” Mt 25,40. Por tanto para que el encuentro con Jesús de este momento se prolongue tenemos la misión de buscarlo en los más necesitados de nuestra sociedad. Allí Él nos espera para ayudarnos a crecer en la justicia y la caridad que es el fundamento de la paz social.
- San Francisco Solano, proveniente de la Iglesia española, vino a América y bajando desde Perú recorrió gran parte de nuestro territorio dando a conocer a Jesús y llevando su luz a todas las situaciones que se presentaban. Él nos convoca hoy a ser parte de una Iglesia en Salida, que no se queda anclada en lo que siempre se hizo o en los que ya participan, sino que sale al encuentro de todos. Y lo hace con todos sus miembros.
Como nos dice el papa Francisco: “La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera… La intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión «esencialmente se configura como comunión misionera». Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie…” (cf. EG 21,23)
Dios nos ama y confía en nosotros aun en medio de nuestras fragilidades y pobrezas. Es más, se vale de ellas para manifestar su gracia y su poder. Dejemos que crezca en nosotros el espíritu misionero y participemos con decisión de la obra evangelizadora de la Iglesia para llegar a todos, especialmente a quienes más necesitan o están solos y abandonados.
Vivir el Evangelio a fondo y dejarnos guiar por él puede traernos incomprensiones, rechazos, burlas, puede hasta que nos dejen de lado o nos quiten la vida, como ocurrió con Jesús, y de modo más cercano con los mártires riojanos. En ese sentido dice Jesús en el Evangelio: “he venido a traer la división”. Cómo el amor que Dios nos infunde en nuestros corazones es un amor liberador que nos quema por dentro y nos empuja a compartirlo, debemos seguir adelante, orando y sirviendo.
- Hoy nos honra la presencia de esta imagen bendita y peregrina de la ‘Pura y limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí”. En su Imagen original tiene su rostro hecho de madera de Nogal y sus manitos de Timbó.
Desde hace más de 400 años acompaña la Iglesia de Corrientes y de todo el Noreste de nuestro País. Su fiesta se celebra el 9 de julio y también se celebra el 16 de julio el día de su coronación pontificia acontecida en el año 1900.
Esta imagen peregrina de la Virgen de Itatí viene de su Santuario a orillas del río Paraná en Corrientes. Los pagos de Fray Jorge Lescano, el párroco actual de nuestra Iglesia San Francisco.
Para mí es una devoción muy querida porque en mi tierra natal, Reconquista en el norte santafesino, se la venera mucho. La capilla del barrio donde me crié y fui creciendo en la fe la tenía como patrona y en mi juventud participé 10 años de las peregrinaciones juveniles que se realizan en torno al 21 de septiembre y varias veces pude pasar unos días de retiro allí, en su santuario.
La Virgen en sus distintas advocaciones nos habla de la presencia materna de Dios que nos acompaña con mucha cercanía y sensibilidad. Así como aquí en el NOA veneramos con mucha devoción a la Virgen del Valle, en el NEA es María de Itatí la devoción más querida.
Los invito a que compartan conmigo esta su oración y pongamos nuestras vidas y necesidades en el hueco de sus manos para que, como ella, siempre vivamos como auténticos discípulos y misioneros de su Hijo.
Tiernísima Madre de Dios y de los hombres que, bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, miraste con ojos de misericordia por más de cuatro siglos a todos los que te han implorado, no deseches ahora las súplicas de este tu hijo, que humildemente recurre a ti.
Atiende mis necesidades que Tú mejor que yo, las conoces. Y sobre todo, Madre mía, concédeme un gran amor a tu Divino Hijo Jesús, y un corazón puro, humilde y prudente, paciencia en la vida, fortaleza en las tentaciones y consuelo en la muerte. Así sea.
Virgen de Itatí, ruega por nosotros.
San Francisco Solano, ruega por nosotros.
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