“Acoger, Proteger, Promover e Integrar a Todos”
1. La Virgen de La Merced nos convoca hoy a celebrar su fiesta y lo hacemos en el
DOMINGO, día dedicado al Señor y hoy, día en que culminando la visita Pastoral que estoy
haciendo como obispo a esta Parroquia y Santuario, junto a San Nicolás. Hoy día también
conmemoramos la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, por eso damos la
bienvenida a las distintas colectividades que hoy se han acercado para celebrar este día.
2. Decía la primera lectura que en el momento oportuno, “Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos”.
Además, dice, que “Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a
Dios llamándolo ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo
tanto, heredero por la gracia de Dios.”
Queridos hermanos, en primer lugar, que bueno tener presente que somos
verdaderamente hijos de Dios más allá del lugar donde nacimos o vivimos. Dios por su hijo
vino a adoptarnos como sus hijos muy queridos y no solo eso, también nos comparte en su
hijo Jesús a su propia madre: “Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él
amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»
3. En estos días de visita pastoral he visto como muchos de ustedes participan de la vida
parroquial y, a su vez, como muchos trabajan en diferentes instituciones sociales en el
ámbito de la educación, del deporte, del gobierno, de la salud, etc. Cada uno con sus
carismas vive el servicio a los demás de diferentes modos. Pero comprobamos que todos
somos necesarios y tenemos una misión propia. Somos hijos e hijas de un mismo Dios que
valoramos la vida y misión que hemos recibido.
También en visto como en la parroquia hay personas con una larga trayectoria y que
pertenecen a grupos de muchos años y otros más jóvenes y que pertenecen a grupos
nuevos. Por tanto es un hermoso desafíos reconocernos como miembros de una sola
familia, dialogando, aceptándonos y comprendiendo que todos estamos en la misma barca
y que somos llamados por Dios a participar de la vida y misión de la Iglesia para que
muchos se acerquen y conozcan la plenitud de Vida que nos ofrece el Señor y sigan sus
caminos asumiendo su propia misión.
Doy gracias por la vida intensa que hay en el Santuario y por abrir las puertas para
acompañar a todos los que vienen, estén en la situación que estén. También agradezco
por la apertura misionera de sus grupos y por los nuevos grupos con espíritu misionero que
se van formando. También agradezco por la Capilla de Adoración permanente que, como
un remanso, nos permite estar allí, con el Señor, y con él discernir y seguir sus caminos.
4. La advocación de la Virgen de La Merced surge como una inspiración de Dios a San Pedro Nolasco para el rescate de muchos cristianos que vivían en situación de cautiverio pasando grandes necesidades. Hoy este carisma sigue vigente ante tantas nuevas esclavitudes y necesidades del hombre y la mujer de hoy. Esas necesidades hacen que muchos tengan que emigrar y dejar sus tierras por buscar un nuevo horizonte.
Sobre esta realidad, en la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en su edición
número 109, reflexionamos con el mensaje del Papa Francisco1
para esta ocasión, que tiene como lema: «Libres de elegir si migrar o quedarse».
Dice allí Francisco que “Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en
muchísimos casos, hoy no lo es. Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la
imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a
millones de personas a partir…”
“Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran
las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes
escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación.
Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario
el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades. Es un esfuerzo que comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer.
Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la
usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común.
Para que la migración sea una decisión realmente libre, es necesario esforzarse por
garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos
fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral.
Está claro que la tarea principal corresponde a los países de origen y a sus gobernantes,
llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al
servicio de todos, especialmente de los más vulnerables. Sin embargo, aquellos han de
estar en condiciones de realizar tal cosa sin ser despojados de los propios recursos
naturales y humanos, y sin injerencias externas dirigidas a favorecer los intereses de unos
pocos.”
5. Luego Francisco recuerda esta cita del Evangelio según San Mateo: “«Porque tuve
hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y
me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver» (Mt 25,35-36).”
Y reflexiona: “Estas palabras resuenan como una exhortación constante a reconocer en el
migrante no sólo un hermano o una hermana en dificultad, sino a Cristo mismo que llama a nuestra puerta…
Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en
otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a
ACOGER, PROTEGER, PROMOVER e INTEGRAR a todos, sin distinción y sin dejar a
nadie fuera.”
Les comparto que ayer, reunimos con varios jóvenes de diferentes grupos que se reúnen
en este santuario. Fue muy grato ver cómo un numeroso grupo de estudiantes brasileros
fueron encontrando aquí su casa y su familia. Otros que buscan salir de alguna adicción
han encontrado aquí un grupo de contención y acompañamiento. Este es el camino para
toda comunidad cristiana hoy, generar espacios que puedan acoger, proteger, promover e
integrar la vida de todas las personas, sin dejar a nadie afuera.
6. Concluye Francisco su mensaje diciendo que “El camino sinodal que, como Iglesia, hemos emprendido, nos lleva a ver a las personas más vulnerables —y entre ellas a muchos migrantes y refugiados— como unos compañeros de viaje especiales, que hemos de amar y cuidar como hermanos y hermanas.
Sólo caminando juntos podremos ir lejos y alcanzar la meta común de nuestro viaje.”
Querida comunidad de La Merced y comunidades de migrantes, con la ayuda de Nuestra
Madre la Virgen seamos parte de esta Iglesia que quiere renovarse y vivir a pleno su
naturaleza sinodal. El Espíritu Santo que nos habita nos alienta a vivir plenamente la
vocación y misión recibida y a caminar juntos. Sí, caminar juntos compartiendo la vida y
peregrinando juntos hacia nuestro destino final donde nos espera San Nicolás, san Pedro
Nolasco, los Beatos Mártires y tantos hermanos y hermanas nuestros que nos precedieron.
Así sea.