Homilía de Monseñor Braida en la ordenación Diaconal de Alexis Rosales

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Homilía ORDENACIÓN DIACONAL del acólito ALEXIS ROSALES *
SERVIR DESDE LA CERCANÍA A DIOS Y A CADA REALIDAD HUMANA
“Acércate y camina junto” Hc 8,29

Queridos hermanos y hermanas:
1. Con gozo estamos reunidos dando gracias a Dios por la vida y vocación del acólito Alexis
Rosales y participando de su ordenación diaconal. Llegar hasta aquí es fruto de todo un camino recorrido de discernimiento vocacional, de crecimiento en las distintas etapas de la vida en las cuales el Espíritu Santo fue forjando su corazón de servidor del Reino de Dios y por ello servidor de su Pueblo. Diácono quiere decir servidor a semejanza de Jesucristo que “no vino a ser servido sino a servir y a dar la vida en rescate de muchos” (Mt 20,28). Ya desde los primeros tiempos la Iglesia instituyó de modo estable a Diáconos-Servidores para promover esta dimensión esencial de la vida cristiana: el servicio. Y un servicio particularmente orientado a los pobres de las comunidades.
2. La lectura del libro de los Hechos que leímos nos habla de uno de ellos: Felipe. El pertenecía al grupo de los ‘helenistas’ que, en las primeras comunidades cristianas, vivían en situación de cierta marginación y las personas más pobres de entre ellos no eran bien atendidos. Ante esta clara situación de conflicto en la comunidad, guiados por el Espíritu Santo, los Apóstoles instauran un nuevo ministerio de servicio imponiendo las manos a siete hombres miembros de ese mismo grupo para que se ocuparan de los más pobres. Entre ellos estaba Felipe que luego, en tiempo de persecución, va a evangelizar a Samaría donde muchos aceptan la fe en Jesucristo. Luego el Espíritu Santo lo conduce al encuentro de un extranjero etíope que volvía de peregrinar a Jerusalén. El Espíritu le pide que se acerque a él y camine junto a él. Y, estando cerca, a su lado, comprobó su necesidad y el deseo de Dios que había en él. Partiendo de ese deseo y del texto del profeta Isaías que iba leyendo le anuncia a Jesucristo, el que entregó la vida para liberar a su pueblo del mal y que venció la muerte con su Resurrección abriendo para toda la humanidad un camino de Vida plena y eterna. Este hecho nos recuerda lo que el mismo Jesús hizo con los discípulos de Emaús cuando caminó con ellos y los condujo a la experiencia de encuentro con el Resucitado.
3. Nuestra vida cristiana se vive plenamente cuando nos dejamos conducir cada vez con más disponibilidad por el Espíritu Santo. Él es el verdadero protagonista de la misión y quien nos muestra por dónde ir, qué decir, cómo evangelizar hoy y en cada tiempo de la historia. Por eso es preciso tener una relación fuerte de amistad con Dios para reconocer nuestra pequeñez y comprender que solo Él puede llevarnos a una vida plena en el amor. Alexis hoy está aquí respondiendo al llamado que el Señor le ha realizado y porque ha reconocido que solo en Dios está el sentido más profundo de su vida y que Él mismo lo ha llamado a ser servidor y pastor. Una vida de oración sostenida que nos conduzca a un abandono en Dios es fundamental para aprender a dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Nos decía el beato Angelelli “la Iglesia para servir mejor tiene que anonadarse; ser escarnio de
la Cruz”1 . Al mismo tiempo es importante el estar involucrado en la vida de la Iglesia y de la sociedad para descubrir los signos que Dios nos da para responder a ellos con el servicio oportuno que nos inspira el mismo Espíritu.
4. Sí, es en la vida cotidiana donde tenemos que descubrir los signos de los tiempos para
anunciar a Cristo buscando responder a los desafíos propios de este tiempo. Para ello es
indispensable una actitud de permanente cercanía con la gente, para conocer sus búsquedas, necesidades, sufrimientos, alegrías y esperanzas. Como Felipe hay que estar cerca de quien necesita una palabra, un gesto o una obra que le manifieste con claridad el amor incondicional de Dios.

Cercanía personal y, a la vez, comunitaria. Tenemos que ver con claridad la realidad que vive nuestro pueblo, especialmente los más pobres. Cultivar una actitud de clara cercanía a ellos es fundamental. Una cercanía que nos lleve a crear una relación de amistad con ellos, como dicen los obispos latinoamericanos: “Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opción por los pobres debe conducir nos a la amistad con los pobres.”

5. En la escucha que realizamos respecto del camino sinodal que vamos transitando, de muchas maneras se pide esta actitud para la Iglesia de este tiempo. Allí se pide que la Iglesia sea “abierta, cercana y comprometida con la vida de todos y cada uno de los que forman parte de las comunidades… que salga decididamente a las periferias y haga visible la misericordia de un Dios cercano, amigo y comprensible, comprometiéndose con los más pequeños, siendo voz de los que no tienen voz, para hacer presente el amor y la liberación que propone el Evangelio. [Que sea] Hospital de campaña… que cobije y asuma a los que quedan varados en la orilla del camino…” En estos meses de visita pastoral al decanato san Francisco Solano, aquí en el departamento Capital, me he encontrado con testimonios vivos que expresaban la cercanía de mons. Angelelli para con tantas y variadas situaciones de vida. Y cómo iba respondiendo de modo concreto a cada una de ellas buscando que el Evangelio sea conocido y vivido por todos.
6. Alexis estás en un tiempo de mayor conocimiento de las realidades que vive nuestro pueblo riojano. Vas comprobando que hay muchos desafíos y que es fundamental caminar con mucha cercanía para acompañar las situaciones concretas de la gente. También nos damos cuenta enseguida que necesitamos caminar con otros, en comunidad. Como diácono y luego como pastor tendrás que promover la vida de comunidades acogedoras, cercanas y servidoras. Comunidades familia donde todos sus miembros se sientan en casa y que tienen un lugar y algo para brindar desde sus propios carismas, a la misión evangelizadora de la Iglesia.
El envío misionero que escuchamos en el Evangelio, es para todos y cada uno de los bautizados. Que el “Vayan y hagan que todos sean mis discípulos” resuene cada día en nuestros corazones y comunidades. Muchos están esperando nuestra cercanía y presencia para percibir la cercanía y presencia de Dios. Decía nuestro obispo mártir: “Queremos salir a buscar, para caminar juntos, a quienes tienen hambre y sed de justicia; a quienes se sienten lejos espiritualmente, no importa la clase social, a quienes se sienten rechazados…»

Alexis y toda la comunidad diocesana, se trata de reavivar en todos el espíritu y la acción misionera. Es vital que todos nos sintamos parte y corresponsables de la misión de la Iglesia.
7. Agradecemos a la familia de Alexis por la generosidad en dar a uno de sus hijos para el
servicio de la Iglesia. A su madre y hermana especialmente. Tenemos presente al Abuelo que a inicios de este año partió a la casa del Padre. Agradecer a las a comunidades que lo fueron acompañando en toda su vida y en la formación cristiana y vocacional: en primer lugar la comunidad de Aicuña, donde diste tus primeros pasos en la vida y la fe; luego Chilecito donde se fue forjando tu vocación, el seminario de San Juan que fue la casa de tu formación inicial; las comunidades de pastoral en San Juan y luego en Ulapes y Chepes; y hoy la parroquia Anunciación del Señor de esta Capital.
Agradecer a los sacerdotes que te acompañaron más de cerca, a los religiosos y religiosas y a tantos laicos que con su testimonio y palabras, fueron y son referencia en tu camino formativo.
En nuestros Beatos Mártires tienes ejemplos claros de servicio desde la cercanía a Dios y a cada realidad humana. Que ellos te guíen e intercedan por vos para que vivas un feliz y fecundo diaconado camino al sacerdocio. Que Tatita san Nicolás te ayude a conocer y comprender a nuestro pueblo
riojano y nuestra Madre del Rosario te proteja y colme con su ternura. Así sea

(*) Homilía pronunciada por Mons. Dante Gustavo Braida en Catedral y Santuario San Nicolás de Bari el
21/10/2022. Lecturas bíblicas: Hc 8,26-40/ Jn 28,16-20)
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Documento Conclusivo de Aparecida n° 398.