La Promesa de San Nicolás
No sólo en su fiesta, todo el tiempo San Nicolás atrae peregrinos. Muchos de esos peregrinos son promesantes, fieles devotos que acuden al Tatita pidiendo favores, ayuda, presencia mediadora ante Dios. Todos lo hacen con la certeza de que San Nicolás como Pastor cumple con su promesa de llevar alivio a los males y pesares.
Cada peregrino tiene su historia que terminan enlazadas en que se llegan a cumplir porque san Nicolás cumplió y de este modo desfilan desde curaciones de enfermedades hasta verdaderas curaciones del corazón como así también estar presente sin motivo, sólo porque el santo los llama. Y hay que ser fiel a san Nicolás.
María Elena es una señora de mirada dulce que tiene serias dificultades para caminar, todos los días del Tinkunaco estuvo presente acompañada de su andador. Su caminar lento coincide con la fragilidad de su cuerpo. Está allí con 96 años, vive hace más de 60 en Chepes y su presencia se debe a que su madre desde que era un bebé la consagró a san Nicolás y siempre viene a visitarlo. Como sea, como esta vez en que el desgaste de su cuerpo es evidente pero no el de su corazón. La fe en el Tatita está intacta. Monseñor Braida en su Homilía del 3 de enero en la Misa de promesantes, viéndola entrar destacó su fe y su presencia que anima nuestro andar. Orgullosamente cuenta de su fallecido esposo con quien se casó a los 18 años y tuvieron un matrimonio de 57 años con 4 hijos y varios nietos y bisnietos, toda esa abundante familia se siente bendecida y cuidada por san Nicolás y también por la Virgen de Guadalupe de cual lleva una medalla.
Personas como María Elena, con su sencillez y sonrisa son verdaderas columnas de la Iglesia que nos refrescan la fe e invitan a la esperanza. Un regalo más de la promesa de San Nicolás de cuidarnos como buen pastor.