26 de junio 2023, Catedral San Nicolás de Bari – Día de la lucha contra el Narcotráfico, el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas
En el mandamiento del amor Jesús nos resume el camino que nos viene a proponer con su palabra y sobre todo con su ejemplo. A veces en nuestras vidas en lugar de reaccionar amando reaccionamos juzgando a las personas o criticando o reaccionando quizás desde un pensamiento, un juicio y de pronto el amor va quedando en un costado, por eso el Señor nos invita primero a contemplar su amor y recibiendo su amor buscar caminos para expresar con todo nuestro amor ese don recibido.
Hoy que estamos mirando y conmemorando este día de lucha contra el tráfico y el uso indebido de drogas, sabemos que muchas personas a nuestro alrededor están afectadas por la adicción o por el consumo y muchas veces podemos llegar a criticar esa actitud o esa dependencia y a veces con esa crítica nos ponemos en la vereda del frente en una actitud de no hacer nada. La indiferencia o la crítica o el no hacer nada también dañan. Esa indiferencia que nos lleva a veces a ver las cosas y no hacer nada. Por eso esta realidad requiere que todos nos planteemos un cambio y una conversión. Es una realidad en lo que todos podemos hacer algo para cambiarla y para mejorarla.
El ser humano no fue creado por Dios para ser adicto o que su vida sea dañada o conducida a la muerte a través del consumo, Dios nos ha creado para la vida y para la felicidad y lo que hace grande la vida de una persona es el amor. Cuando uno ama realmente busca vencer y superar todo tipo de juicio y busca descubrir el valor que tiene toda persona humana que es valiosa y amada por Dios y si están en una situación de fragilidad mucho más, porque Jesús vino a identificarse con el frágil y el necesitado.
El amor de Dios busca acudir de un modo concreto a aquel que lo necesita, así lo expresa la parábola del Buen Samaritano, el que tuvo compasión y lo dejó todo para atender al que estaba tirado a la orilla del camino. También la del Padre misericordioso que aunque el hijo cometió muchos pecados y se alejó el padre lo esperó, lo abrazó y le manifestó que lo seguía queriendo y lo invita a una nueva etapa en su caminar. Por eso cuando pensamos en trabajar con alguien que está adicto a alguna droga o a otro tipo de adicción lo hacemos desde la perspectiva del amor de Dios, amor que se hace servicio, entrega. Todos tenemos pecados y algo para convertirnos, tenemos que vencer especialmente la indiferencia de pensar que otro tiene que hacer algo y no cada uno de nosotros.
Hoy damos gracias a Dios porque muchos “buen samaritano” están buscando hacer algo por aquellos que están en situación de consumo. Esta pastoral de adicciones reúne a varios espacios que están caminando: Alcohólicos Anónimos, Centros Barriales y Hogares de Cristo, el Grupo Servidores de Dios y María Santísima guiados por el Espíritu Santo, Misioneros de Francisco, Grupos de Esperanza Viva de La Rioja y Chilecito, Comunidad Terapéutica Fazenda de la Esperanza “Virgen de Lourdes”, Grupo de Aspirantes a Diaconado Permanente y el Grupo de Familiares de personas con adicciones. Bajo la tutela de Pastoral Social, la idea es también es articular con organismos del Estado y organizaciones no gubernamentales que también buscan hacer algo por el bien de los demás. Es una Pastoral que camina con otras pastorales, nadie puede caminar solo en el ámbito de la Iglesia sino hacerlo con otros como instrumentos del amor de Dios y una de las claves que se trabaja en drogadicción es la inclusión; estamos en una Iglesia sinodal que quiere ensanchar la tienda para incluir a todos, incluir a las personas para que descubran el verdadero sentido de su vida, aunque tenga una adicción tiene posibilidad de realizar ciertos trabajos, desarrollar dones, un deporte que las sacan del centro que es la adicción. Si la persona es creyente y se siente fuera de la Iglesia que descubra que la Iglesia le abre un espacio de escucha, de participación y de ese modo descubre que no está sola y que la Iglesia le abre las puertas. Desde la inclusión en distintos ámbitos la drogadicción va quedando a un costado cuando se les facilita la posibilidad de participar. Es una perspectiva nos ayuda a descubrir que una persona que está integrada está mucho más fortalecida para enfrentar los males y desarrollar todos los bienes.
Siempre lo que nos mueve es el amor, si logramos que una persona se sienta amada, con el servicio podemos desarrollar la capacidad de amar.
Uno de los chicos que está saliendo de este flagelo decía que «al mal se le gana amando», es lo que él descubrió en su tratamiento. El mal no soporta el amor, huye porque no soporta que busquemos el bien de los demás.
Una de las cosas de la Pastoral de adicción propuso como identidad es la oración, ser personas orantes y que conectados con Dios salgamos al servicio y que muchas personas más se unan a la oración, el mismo Señor les decía a sus discípulos “hay males que hay que vencerlos con la oración y con el ayuno”. Orando y sintiendo la limitación que como humanos tenemos y dejar que Dios obre, que crezca en nosotros la humildad y sentir la necesidad de caminar con otros.
Recemos en esta misa especialmente para que este paso que estamos dando con la Pastoral de adicciones de la Diócesis, que sea un paso que nos ayude a crecer como cristianos, como seres humanos y que no miremos para otro lado; que conociendo esta problemática no nos desesperamos sino que haremos algo concreto llevados por el Evangelio y juntos, al servicio de los demás.
Que Jesús que entregó la vida por este camino, los Beatos Mártires que también entregaron la vida nos ayuden a ser una Iglesia que sirve, a entregar lo mejor de nosotros y así el Señor nos regalará su vida y al estar sirviendo a su reino nos dará alegría. Él da alegría, hemos sido creados para la felicidad y la podemos recibir de Dios en la medida que recorremos este camino de amor que Dios nos propone aún en medio de las dificultades propias de este tiempo.
Que la alegría y la paz del Señor esté en ustedes y en este camino de la Pastoral de adicciones.