El Sagrado Corazón y Cleofé Arias

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Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús en La Rioja

La generosidad de Cleofé Arias le abrió la puerta al Sagrado Corazón

En  nuestra Diócesis está extendida la devocion al Sagrado Corazón y el mes de junio se celebra de un modo especial.

En esta nota y celebrando el día del Sagrado Corazón, contaremos uno de los modos en que se extendió esta devoción a través de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús. Historia que tiene casi 140 años y que comenzó con una mujer que le da nombre a una calle de la ciudad de La Rioja: Cleofé Arias.

En 1884 ingresó al noviciado de las hermanas esclavas, fundadas 12 años antes por la Beata Catalina de María Rodríguez, la joven riojana Cleofé Arias, de 18 años e hija de una distinguida familia de La Rioja. Tomó el nombre de Francisca de María.

Llegó al noviciado el padre Normand, jesuita misionero en Armenia quien contó su tarea entusiasmando a las jóvenes Hermanas. Francisca habló con el P David Luque y le dijo que ofrecía los bienes que había recibido en herencia para que se fundase un colegio en Armenia.

Ante la negativa del padre Luque, los ofreció para fundar en La rioja, iniciativa que se concretó en 1891, con la ayuda de otros laicos entre ellos Polonio Sosa y su madre junto a la sra de Tello y el vicario foráneo monseñor Eleuterio Mercado.

El 12 de marzo partieron en tren 9 hermanas (entre ellas Francisca de María Arias) acompañadas por el padre Mercado; llevaban todos los pertrechos para fundar una comunidad y un colegio por lo que el equipaje era abultado. En Deán Funes cambiaron de línea de tren, luego de una noche de espera, rumbo a Chilecito. En medio de polvo y mangas de langostas llegaron a Tuclame en donde nuevamente durmieron en el vagón del tren para abordar otro rumbo a Chamical. Este último tramo lo hicieron en un tren sin asientos. Llegaron a Chamical, el tren demoró varias horas para seguir y finalmente llegaron a la madrugada del 15 de marzo a Santa Rosa, hoy Patquía en donde el pueblo los recibió con deliciosos cabritos. . Allí esperaban 3 carros y 3 carruajes para llegar a la ciudad de La Rioja. A paso tortuga por un penoso camino.

Demoraron 19 horas en llegar. Ya muy entrado el día 15, dos hileras de matronas las recibieron con mucho cariño a las hermanas y llenas de polvo como estaban fueron conducidas a la catedral repleta de gente. Las hermanas postradas en el altar recitaron el Te Deum para luego pasar a la casa que les estaba esperando.

El 31 de marzo se abrió el colegio con la concurrencia de sacerdotes mercedarios, dominicos y franciscanos. También con la presencia del Gobernador Joaquín V González y su esposa quienes se convirtieron en grandes bienhechores de la nueva obra.

El 1 de abril comenzaron oficialmente las clases con 122 alumnas, siendo éste el primer colegio religioso para mujeres de La Rioja. La demanda era de 600 alumnas pero la casa era estrecha y se daba clase en el patio y en 4 salas. Los domingos daban doctrina cristiana a la gente del lugar en el patio de la casa. Meses más tarde comenzaron a dar ejercicios espirituales y comenzaron a construir el colegio en un terreno que perteneció a Cleofé Arias.

En 1892 la enfermedad de la escarlatina se adueñó de los niños riojanos, en épocas que no había antibióticos. A raíz de ella falleció una alumna. Más adelante ocurrió la epidemia de Erisipela (enfermedad dolorosa en la piel). Allí se enfermaron varias hermanas y debieron aislar a varias alumnas.

 El 27 de octubre de 1894 hubo un terremoto. Murieron una alumna y la hermana Dionisia Gaetán, la superiora, Vicenta Luque quedó mal herida, la casa de las hermanas, el colegio en construcción, como el resto de la ciudad fueron severamente destruidos. Las hermanas vivían casi al descubierto y las clases se impartían bajo los árboles.

En enero de 1896 cayeron intensas lluvias que inundaron la ciudad con las imaginables consecuencias.

En 1899 se inauguró la mitad del colegio en el lugar actual. En 1904 comenzó a construrse la capilla la que fue inaugurada en 1908.

Madre Catalina siempre deseó venir a La Rioja, por la dificultad del viaje y su precaria salud no pudo hacerlo. A continuación algunos textos de cartas de ella a la comunidad de La Rioja.

  • Con muchísimo gusto he leído su linda y consoladora carta por las gratas noticias que en ella me comunica… Sigan adelante confiando siempre en la bondad del Corazón de Jesús, que no dejará de darles las fuerzas a medida del trabajo que les pide.

Carta 387 – 23de agosto de 1893

La primera oración de la segunda parte del texto, fue la que frase presidió el altar de la Beatificación de Madre Catalina.

La comunidad de La Rioja, fundada en 1891, había pasado por varios contratiempos, entre ellos la epidemia de escarlatina. En este momento se habían superado y las hermanas, con mucho fervor se dedican a las tareas del Colegio y a los Ejercicios Espirituales. La hermana Vicenta le escribe a Catalina contándole la marcha de la comunidad y ella contesta con una extensa carta en donde, entre otras expresiones e informes, escribe la citada.

  • Yo espero firmemente que nuestro buen Amo que se ha dignado visitar a sus Esclavas con esta tribulación, no les dejará de proporcionar los medios necesarios para poder continuar allí hasta que les sea posible continuar sus tareas ordinarias, abriendo de nuevo el colegio.

Carta 879, 29 de noviembre de 1894

Catalina, en una carta enviada al padre Eleuterio Mercado de la Ciudad de La Rioja, hace este comentario respecto a lo que las hermanas tuvieron que vivir por el reciente terremoto.

  • Muy reconocidas estamos Señor, a la caridad con que usted ha ayudado a socorrer esa pobre Comunidad en tan terribles momentos; pero como esta situación angustiosa, no ha terminado ni puede terminar pronto; espero de su bondad que continuará prestándoles los auxilios que le sea posible para aliviarlas en algo a lo menos.

Carta 859, 29 de octubre de 1894

Este agradecimiento y pedido de auxilio de Catalina está dirigido al padre Rosendo Leal, vicario de la diócesis de La Rioja. En esa ciudad había ocurrido un terremoto en que murió una hermana y una alumna quedando mal heridas varias más.

  • ¡Cuán bueno es Dios que nunca deja de escuchar nuestras súplicas!…Aliente siempre a las hermanas a seguir adelante.

Carta 1441, 14 de octubre de 1895

Carta a la hermana María Vicenta Luque de la Comunidad de La Rioja

  • Que el Corazón de Jesús le de paciencia y todas las luces necesarias para manejar esa situación tan difícil.

Carta 463, 17 de noviembre de 1893

La hermana Vicenta Luque de la comunidad de La Rioja, le escribe a Catalina contándole varios problemas para la marcha del Colegio. Ella le contesta con una expresión de deseo hecha oración.

  • Con mucho consuelo he leído su carta por las buenas noticias que en ella me da de lo mucho que trabajan allí para la gloria del Sagrado Corazón por medio de los santos Ejercicios.

Carta 1354, 20 de agosto de 1895

Catalina anima de este modo a la hermana María Manuela Lencina de la comunidad de La Rioja. Allí las hermanas promovían de buen modo los Ejercicios Espirituales.

  • La hermana Vicenta llegó el Martes, su enfermedad pasó de un modo raro…yo estoy con cuidado de que no se nos vuelva a enfermar, porque, aunque el viaje ha sido bueno, parece que luego se ha resfriado y ahora se siente mal. Pida al sagrado Corazón que, si es si voluntad, nos salve de este apuro.

Carta 782, 28 de junio de 1894

Este trozo de una carta escrita a la hermana Tránsito de San Luis Torres de la Comunidad de Buenos Aires muestra la capacidad maternal de Catalina de atender situaciones grandes de la congregación, a la vez que cuidar de la enfermedad de una hermana. La enferma es la hermana María Vicenta Luque, superiora de La Rioja, quien había tenido escarlatina a raíz de una epidemia en ese lugar.

  • Por el desempeño de nuestros oficios, tenemos que apartarnos algún tanto de esa presencia de Dios tan continua que desearíamos tener, aunque no con perjuicio del espíritu porque dejamos a Dios por Dios.

Carta 642, 30 de marzo de 1894

Catalina le escribe a la hermana María Manuela Lencinas de la Comunidad de la Rioja. Le explica que en el servicio y en el trabajo también está la presencia de Dios.

  • Mucho me complacería que se realizasen sus deseos respecto a la casa de ejercicios y que tuviesen comodidad para ayudar por ese medio a ese pueblo tan necesitado. Pídalo siempre al Corazón de Jesús, porque la oración todo lo alcanza.

Carta 1408, 25 de septiembre de 1895

Carta enviada por Catalina a la hermana Bernarda de María Castellano de la Comunidad de La Rioja.

  • Ciertamente hijas mías, los santos Ejercicios son luz, ellos nos descubren las gracias que hasta entonces estaban ocultas a nuestra vista, dejándonos percibir con claridad nuevos y fáciles medios de practicar las virtudes, sí, fáciles digo, porque la abundancia de gracias que el Señor derrama en esos días de dicha para el alma, le hacen mirar como muy sencillas las cosas que antes se tenían como muy dificultosas.

Carta 1017, 6 de febrero de 1895

Catalina en esta carta nos deja una bella definición de lo que son los Ejercicios Espirituales. Se la envía a las Hermanas de la Comunidad de La Rioja, quienes le habían contado los buenos frutos de los Ejercicios que daban.

Así llegaron y se sostuvieron las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús a La Rioja. En comunidad, con la ayuda de los vecinos, de los sacerdotes, del Vicario episcopal. El Sagrado Corazón extendió sus brazos para que ellas a su vez pudieran extenderlos a los demás.

Desde hace más de 130 años y tras de las huellas de Madre Catalina, vienen diciendo…

¡Sagrado Corazón de Jesús en tu amor confío!