En la diócesis de La Rioja, Eduardo Mercado se prepara para recibir la orden del diaconado permanente tras un extenso camino de formación, discernimiento y servicio comunitario. Su testimonio refleja un proceso marcado por la fe, los desafíos personales y el acompañamiento de su familia.
Mercado recuerda que su llamado surgió en un momento difícil, tras la muerte de su madre, mientras participaba junto a su esposa y sus hijos en la catequesis de la capilla del barrio Hospital Asunción. Con experiencia previa como sacristán en la Catedral, comenzó a colaborar activamente en la comunidad del barrio Argentino, donde el entonces párroco, padre Daniel Morales, le propuso iniciar la Escuela de Diáconos.
¿Cómo fue el proceso del llamado a ser diácono?
“Fue en un momento donde estaba pasando por el fallecimiento de mi madre. Estaba con mis hijos en la catequesis de primero en la capilla del barrio Hospital Asunción, donde estaba también mi señora. Después, viviendo en la zona este, en el barrio Argentino, nos enteramos de que había una comunidad, una capilla, y empezamos a colaborar: primero mi señora y luego yo, en lo que podía. Como tenía experiencia de trabajar en la Catedral como sacristán, eso ayudaba al padre.
En ese momento estaba el padre Daniel Morales y ya había ingresado el obispo Marcelo Colombo. Se sugirió a los párrocos convocar a matrimonios que estuvieran presentes en las comunidades. Ese fue el llamado que me hizo el padre Daniel, quien me convocó para comenzar la Escuela de Diáconos. Tenía mucha incertidumbre, pero también un gran desafío. Las clases eran los sábados por la mañana; muchas veces no podía asistir, pero me daban la oportunidad de ir por la tarde. Empezamos muchos, pero al final quedamos muy pocos. Fue una camada en la que varios de la Catedral recibieron la confirmación del diaconado y nosotros quedamos atrás. Éramos seis de la zona este, y continuamos la formación con distintos sacerdotes: el padre Mauricio, el padre Pío, y otros. Hasta que llegó el llamado del Señor Obispo. Pensábamos que sería junto a otro muchacho, Óscar Yampe, pero en este momento soy solo. Y estoy con muchas ganas de seguir adelante.”
¿Qué papel tuvieron su esposa y sus hijos en este proceso?
“Fue muy importante el rol de mi señora, porque al ser catequista tenía una presencia fuerte en la comunidad. Primero enseñaba la Palabra a los chicos de comunión y después, cuando hizo falta catequistas de confirmación, el padre Ítalo nos pidió que nos hiciéramos cargo de confirmación de jóvenes, adultos y charlas prebautismales. La ayuda de mi señora fue muy grande. Mis hijos no son muy de ir a la Iglesia o de participar, pero me ayudan siempre que se los pido. El tiempo dirá si se acercarán más, pero su apoyo fue muy grande.”
¿Cómo fue el proceso de formación?
“Los años de formación los viví de una manera particular. Primero estábamos solos: dos, cuatro muchachos, por la tarde. Era un grupo reducido. Los formadores nos enseñaban lo mismo que al grupo grande de la mañana, aunque de manera más breve. Siempre tratábamos de mantenernos a la par de ellos. Fue un camino de perseverancia para seguir adelante.”
¿Qué recuerdo o anécdota lo marcó durante su formación?
“Muchas anécdotas surgieron en los retiros obligatorios que teníamos en la casa Tinkunaco. Ahí participábamos todos. Creo que el mayor crecimiento se dio en los últimos años. Mi participación antes era más cauta, más sumisa, pero con el tiempo fui tomando más confianza. En el último tiempo fui con más ganas, más entusiasmo. Eso es lo que más me marcó: poder tener otra mirada de lo importante que es el diácono permanente.”
¿Para qué sirve un diácono permanente? ¿Cuál es su función?
“El diácono permanente es cooperador del sacerdote o párroco. Los sacramentos que podemos realizar son el matrimonio y el bautismo. También celebramos la Palabra, hacemos responsos y colaboramos en lo que el sacerdote considere necesario.”
¿Qué cita bíblica lo ha marcado y por qué?
“La de Mateo 28: ‘Vayan por todo el mundo, anuncien la palabra y hagan que todos los discípulos se bauticen’. Esa cita es la que más me marcó para seguir el camino y la misión que hoy la Iglesia me propone. Es una invitación a llegar a todos los lugares donde hace falta la palabra de Dios, los sacramentos y la evangelización.”
¿Qué dice su esposa en este momento previo a la ordenación?
“Muy importante el rol que cumple ella. Siempre está pidiendo y orando. Muchas veces ella es el termómetro o el equilibrio para que no creamos que con esto vamos a ser más que los demás. Siempre pide por mí por la humildad y la sencillez, para que podamos hacer un buen servicio para la comunidad y para los demás.”
¿Qué lugar ocupan los diáconos en este andar sinodal al que la Diócesis ha sido llamada?
“El camino sinodal, marcado a nivel mundial y también en nuestra diócesis de La Rioja, nos invita a estar más cerca de la gente. Para muchos hermanos es necesario recibir sacramentos, consejos, escucha. Nosotros podemos estar ahí para dar aliento, un signo de esperanza, acompañamiento y paz. Hay muchas situaciones complejas que vive la gente hoy, y nosotros podemos estar presentes para escuchar y comprender lo que están viviendo.”
¿Qué puede aportar respecto del Jubileo de la Esperanza?
“El Jubileo de la Esperanza es una invitación a estar unidos para recibir lo que el Papa Francisco nos propone: que todos, todos, todos se suban a la barca. La esperanza debe ser nuestra ancla. Para nosotros, el jubileo fue algo que nos marcó como personas y también como diáconos, comprometiéndonos a seguir a Jesús, a andar en las comunidades y a seguir adelante para la salvación de todos.”
Finalmente, ¿qué mensaje quiere dejar?
“El mensaje es que, en las situaciones que nos toca vivir —a nivel personal, local, comunitario, provincial o nacional— debemos alentarnos y seguir confiando en que Dios nunca nos deja solos. Aunque tengamos momentos de crisis o caídas, debemos tener la convicción de levantarnos y seguir adelante, para encontrar la paz, la felicidad, la alegría y el gozo. Podemos ser felices teniendo mucho o teniendo poco, siempre que estemos unidos a Jesús, a nuestra Madre la Virgen y a todos los santos que interceden ante Dios Padre para que podamos ser merecedores del Reino Eterno.”
















