“Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo, mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra».Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, A Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquia; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.” (Hch. 6, 1-6).
“También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios, que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos.” (1 Tim. 3, 8-11).
Diakonía es la palabra griega que fijará la función de los diáconos Esta palabra significa servicio, y es de tanta importancia para la Iglesia que se confiere por un acto sacramental llamado “ordenación”, es decir, por el sacramento del orden.
En la Diócesis de La Rioja se ordenaron hasta 2021 13 diáconos permanentes
El diaconado permanente es un grado en el ministerio del orden sagrado. Su misión por excelencia es el servicio en la comunidades en donde se designado por su obispo. Son varones, generalmente casados quienes desarrollan esta vocación en medio de la Iglesia en el servicio expresado en el acompañamiento de los fieles, especialmente los enfermos, el bautismo, el matrimonio, la predicación del Evangelio y la distribución de la Eucaristía.
Hay una diferencia muy importante entre los diáconos y los sacerdotes. Mientras que los sacerdotes ordenados de la Iglesia latina, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes, es decir que no se han casado, y que tienen la voluntad de guardar el celibato por el Reino de los Cielos, el diaconado puede ser conferido a hombres casados.
Este “diaconado permanente” constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia.
«Cada diácono permanente debe cultivar esmeradamente su inserción en el cuerpo diaconal, en fiel comunión con su obispo y en estrecha unidad con los presbíteros y demás miembros del pueblo de Dios.» Aparecida N 26
Durante 2021 la CEA publicó un directorio que es una adaptación actualizada a nuestra Iglesia Argentina de todo lo que el Magisterio de la Iglesia ha escrito sobre el diaconado desde su restauración en el Vaticano II .Da un marco más estable para la vocación que más crece en la Iglesia, lo que también sucede en Argentina.
Hay normas menores y prácticas que la congregación para el clero deja a la consideración de las Conferencias Episcopales. A mi parecer no trae cosas nuevas pero, confirma , aclara, actualiza , sintetiza , acerca y reune el Magisterio sobre el diaconado en un solo libro .
Que sea para que se acreciente la salvación integral y la santidad de la Iglesia que camina en nuestra Patria.
San Ignacio de Antioquia fijó la importancia de los diáconos, con estas bellas palabras: “Que todos reverencien a los diáconos como a Jesucristo, como también al obispo que es imagen del Padre, y a los presbíteros como al senado de Dios y como a la asamblea de los apóstoles: sin ellos no se puede hablar de Iglesia (San Ignacio de Antioquia, Trall. 3, 1).