Con María amó a la Iglesia – Homilía Monseñor Braida en el segundo aniversario de la Pascua de Monseñor Sigampa

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Con María amó a la Iglesia

Homilía de Mons. Dante Braida en el 2do aniversario fallecimiento Mons. Fabriciano Sigampa. Iglesia Catedral y Santuario San Nicolás de Bari, La Rioja. 31/03/2023 – Textos bíblicos: Rm 8,31b-39; Jn 19, 25-27

Queridos hermanos y hermanas presentes aquí en la Iglesia Catedral de La Rioja, queridos hermanos y hermanas que nos visitan desde la hermana provincia de Chaco, de Resistencia, precisamente:

  1. Nos reunimos para celebrar el final de este tiempo de Cuaresma contemplando a María a los pies de la Cruz de su Hijo y, al mismo tiempo recordar con un corazón agradecido la vida de Mons. Fabriciano Sigampa, un hijo de esta tierra riojana que peregrinó como pastor también por el norte santafesino y por tierra chaqueña.

Siguiendo el Evangelio vemos a María que, de pie, estaba junto a la cruz de su Hijo. En ese momento ella, unida profundamente con su Hijo, ama a toda la humanidad y sufre por ella como él mismo lo está viviendo.

Esa presencia allí de la María nos habla de la fidelidad a la vocación recibida. De la fidelidad en el acompañamiento de su Hijo hasta el final. Amando y confiando. Allí recibe una nueva misión ser madre del ‘discípulo amado’, de Jesús y en él madre de todos los discípulos de todos los tiempos, madre de la Iglesia que había preparado Él mismo.

Por eso la veremos en oración acompañando a los Apóstoles a la espera del Espíritu Santo (Hc 1,14). Por eso la vemos manifestarse en distintos lugares del mundo, de diversa manera con diversos rostros, acompañando a los discípulos de su Hijo hoy y en cada tiempo, estén en la circunstancia que estén.

  1. La Iglesia, sigue los pasos de María. Experimenta su amor y cercanía y, a la vez, es transmisora de ese amor y cercanía de Dios para con todas las personas.

Mons. Sigampa es un hijo amado de la Iglesia y él mismo la amó sirviéndola a lo largo de toda su vida, también al final cuando sus días se iban apagando.

Su vocación de pastor lo unió a la Iglesia de modo muy estrecho. Primero como sacerdote, ordenado por el beato Mons. Angelelli, y aprendiendo el pastoreo con él y luego con Mons. Witte. Más adelante como obispo-pastor de Tres diócesis: Reconquista, La Rioja, Resistencia.

Quisiera destacar algunos aspectos de su pastoreo que pude experimentar de cerca:

  • En Reconquista, había establecido, durante varios años tres encuentros al año de todo el pueblo de Dios. Laicos en su gran mayoría, sacerdotes y religiosas reunidos en las llamada “trimestrales”, reflexionábamos sobre la misión propia de la iglesia en ese tiempo y la realidad concreta de las personas a las que queríamos llegar con el evangelio.

Sin dudas que en esa propuesta vemos con claridad la importancia de la corresponsabilidad de todos los bautizados en la misión de la Iglesia como lo proponía claramente el Concilio Vaticano II. Una dimensión clave en estos tiempos en que vemos la necesidad de acentuar la sinodalidad en la Iglesia.

  • Tomar como prioridades la de la Iglesia Latinoamericana en Puebla: Los familia, los jóvenes y las vocaciones, y la opción por los pobres.

Seguramente esa sintonía con la Iglesia latinoamericana la había ido cultivando desde esta tierra y concretando donde allí le tocaba pastorear a su pueblo. Algunas acciones: retiros vocacionales y para sacerdotes, religiosas y laicos ocupados del tema.

Recordamos aquí lo que le decía, en el año 2004, a tres jóvenes que recibían la admisión a las Órdenes Sagradas: “Queridos muchachos no se dejen encandilar, porque no todo lo que brilla es oro, para ello Dios nos dio la capacidad de discernir, de descubrir dónde está la verdad y la verdad no es una cosa, la verdad es una persona y esa persona se llama Cristo que es Camino, que es Verdad y que es vida, a Él deben seguir ahora…

Fui uno de los beneficiados de esa acción clara y concreta. Obsequio de Imagen de Jesucristo y apoyo en el discernimiento vocacional.

Siguió alentando la pastoral con personas muy pobres, promoviendo los llamados “Encuentros de Evangelización” donde participaban personas con una formación muy elemental, pobres que no habían tenido oportunidades de cultivar su fe en la dureza de sus vidas.

Hoy sabemos, que es imprescindible ocuparnos de la evangelización de los jóvenes y acompañarlos en sus concretas situaciones de vida. Jóvenes a quienes la pandemia afectó de un modo muy especial y esperan acompañamiento, contención, nuevas oportunidades.

  • La promoción del compromiso de los laicos en las estructuras de la Iglesia y, sobre todo, en el mundo de las actividades donde cada día se desenvuelven. De esto tenemos muchos ejemplos en La Rioja, también en Resistencia por ejemplo con la creación de Justicia y Paz y el acompañamiento de la clase dirigente.

Una Iglesia sinodal hoy busca reconocer el lugar y compromiso de cada bautizado en su propia misión en los ámbitos temporales.Todos tenemos algo para ofrecer para el bien común, tenemos talentos que no podemos guardarlos, esconderlos. Son para animar la vida social en la cual cada uno tenemos que aportar lo propio. Esto es también fundamental en una Iglesia Sinodal.

  • La devoción a María la reconoció presente y fundamental en el pueblo de Dios y buscó resaltarla promoviendo la construcción de oratorios en los ingresos de los pueblos, como lugares de oración, peregrinación. Qué bueno recordar aquí una de sus enseñanzas sobre la oración: “no hay que estructurarse tanto en orar, sino que hay que ir con libertad ante Dios y abrirle el corazón porque a ese corazón lo creó Dios y es en ese mismo corazón en donde nos encontramos con Dios.”

Hoy podemos ver como algo natural que muchas personas frecuentemente caminen a esos lugares a orar, y llevar sus peticiones o acciones de gracias.

  1. Demos gracias a Dios por la vida, enseñanzas y misión de Mons. Fabriciano entre nosotros y pidamos a nuestra Madre, la Virgen María, a quien tanto amor tenía, que lo tenga junto a ella en el Reino de Dios y que desde allí interceda por nosotros. Amén