Celebración de los mártires Gabriel y Carlos – Homilía Monseñor Braida

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Beatos Carlos y Gabriel, fraternidad y compromiso

(Homilía  Mons. Dante Braida en Gruta de los Mártires de Chamical 18-07-2023)

“«Felices los que tienen alma de pobres…” (Mt 5,3)

 

Queridos hermanos y hermanas:

En primer lugar ean todos bienvenidos a celebrar esta eucaristía en el día que recordamos la entrega pascual de nuestros queridos beatos Carlos y Gabriel.

  1. «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos… Felices los que son perseguidos por practicar la justicia… Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo…

El programa de vida que propone Jesús es un programa de felicidad. Estamos reunidos aquí donde hubo mucho dolor, tortura, crueldad y muerte, pero a la vez, es el lugar donde comenzó la plenitud de vida de Carlos y Gabriel. Donde recibieron la gran recompensa  prometida a los pobres y perseguidos a causa de Jesús.

Por eso es también para nosotros un lugar de consuelo y esperanza, un lugar donde se manifestó el triunfo de la caridad sobre el odio y de la vida sobre la muerte. Por eso es ahora un lugar de peregrinación y encuentro, un lugar de esperanza y gozo. Es lo que experimentamos al peregrinar hacia aquí. Es lo que experimentamos esa tarde de acción de gracias por la beatificación que vivimos aquel domingo 28 de abril cuando, luego de la celebración de Punta de los Llanos, casi espontáneamente vinimos aquí a encontrarnos.

  1. La entrega de la vida de Carlos y Gabriel tuvo un motivo claro y concreto: vivir para Dios y para su pueblo. Vivir del amor de Dios y del amor al pueblo de Dios. Un amor que fue recibido en sus vidas y fue creciendo en distintas etapas, sin enfriarse.

El libro del Apocalipsis que escuchamos cuando se refiere a la Iglesia de Éfeso lo hace reconociendo que en ella se hace muchas cosas buenas, pero Dios le reprocha que haya dejado enfriar el amor que tenía al comienzo.

Por eso le dice: “Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior.”

Por eso para nosotros es esencial volver al Señor todo el tiempo y todos los días, la meditación de la Palabra personal y comunitariamente nos conecta de modo directo con el Amor de Dios que hace plena nuestras vidas y comunidades. Y hace que nuestras obras sean solo las que surgen inspiradas por ese amor y estén libres de otros intereses mezquinos o egoístas.

En nuestros Mártires la fuente inspiradora, que mantuvo vivo el Amor en sus vidas, que impidió que se enfríe, fue el Evangelio. Ese mismo Evangelio, esa misma buena noticia que está a nuestro alcance para vivir el propio camino de santidad que Dios quiere que todos recorramos.

  1. El evangelio de las Bienaventuranzas nos presenta un camino claro y concreto para vivir una profunda alianza de Amor con Dios y con su pueblo.

La primera actitud que resaltan para esa alianza es el tener alma de pobres: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”. Los pobres en el espíritu son aquellos que tienen su espíritu caracterizado por la pobreza, por un estado de dependencia de los demás para poder vivir y, por tanto, no autosuficiente. Ser pobre en el espíritu es darse cuenta y ser consciente de la propia necesidad delante de Dios ante quien se recurre como dador de todo Bien. La  mayoría de los Padres  de la Iglesia que esta actitud se refería a la humildad.

Pidamos a Señor ese espíritu de pobres que nos ayude a vivir desprendidos de todo apego y aferrados solo a Él para hacer siempre su voluntad. Los que llamamos ‘Mártires Riojanos’ han dado su vida en esta tierra llegados de otros lugares, guiados por el Espíritu que los llevó a desprenderse de una tierra, de otros vínculos y venir aquí buscando ser fieles a Dios que los conducía.

Las bienaventuranzas nos indican también el valor de la paciencia y de aprender a asumir y aceptar las ‘aflicciones’ de la vida no con resignación sino ofreciéndolas permanentemente al Señor con la esperanza que nace de la Pascua. A cultivar la misericordia con los demás, como Dios nos trata a nosotros, a trabajar por la justicia, venciendo todo tipo de indiferencia, participando de la vida eclesial y social con un sostenido compromiso que nos lleve en todo a hacer lo que agrada a Dios.

Las bienaventuranzas nos animan a trabajar por la paz… por esforzarnos por buscar la reconciliación entre las personas en conflicto. Trabajando por evitar todo lo que daña la convivencia con los demás y promoviendo y restableciendo la paz en todo ámbito.

También nos dice el Evangelio que obrar según Dios, o sea practicando la Justicia, puede traer persecuciones. No se trata de buscar la persecución, sino que esta sobreviene como consecuencia de la fidelidad en el seguimiento de Jesús entendido como puesta en práctica de sus enseñanzas que nos transmiten la voluntad del Padre. Al mismo tiempo, la persecución aparece como signo de esta fidelidad.

  1. Carlos y Gabriel, son beatos, recibieron la felicidad eterna por ser fieles a las bienaventuranzas en el tiempo que les tocó vivir asumiento los desafíos, temores y posibilidades que él les brindaba.

Hoy nosotros vivimos en este tiempo de la historia y aquí y ahora estamos llamados a una Vida Plena.

  • Partiendo de Dios y su Evangelio todos los días. Oración diaria. Que se mantenga firme y encendido el primer amor que nos acercó a Dios.
  • Compartiendo la vida con otros. Cultivar lazos de fraternidad, siempre caminar con otros, nunca cortarnos solos… “Voy con vos” de Gabriel resuene en nuestros corazones siempre.
  • Escuchando y siendo sensibles a la vida y sobre todo a las necesidades de los demás.
  • Realizando las obras que nos inspira el Espíritu para responder a esas necesidades.
  • Perseverar en el camino aunque no veamos los frutos que esperamos. Quien siembra con Amor cosechará a su debido tiempo.
  • Animarnos a nuevos emprendimientos que respondan a los desafíos de este tiempo. Iniciar procesos que alienten a una mayor participación sobre todo de los jóvenes.
  1. Como esta jornada convoca a muchos jóvenes quiero especialmente dirigirme a ellos invitándolos a dar lugar en ustedes a Sueño Grandes. Esos sueños que implican aspirar a una vida plena, a mejorar el mundo en que vivimos a dar lo mejor de sí en el servicio a los demás. De ser responsables y corresponsables de la vida y la obra evangelizadora de la Iglesia.

Necesitamos sus iniciativas y propuestas, sus chispas originales, su alegría y empuje arriesgado.

Busquen su propio lugar en la Iglesia y en el mundo. La Vocación es el llamado que Dios tiene para cada uno en el que seremos felices y podremos hacer mucho bien a los demás. No dejen de soñar y asumir el formar una buena familia si ese es el camino, o de abrazar la vida consagrada o sacerdotal si Dios los llama por ahí. Discernir la vocación en medio del camino cotidiano es propio de esta hermosa etapa de la vida que están transitando.

A los adultos presentes los invito y animo a caminar cerca, codo a codo con los jóvenes. Necesitamos escucharlos, comprenderlos, aceptarlos y valorarlos en medio de un cambio de época que vivimos donde muchas cosas nuevas se han incorporado y requieren un discernimiento personal y comunitario para asumirlas con criterios evangélicos.

  1. Finalmente al recordar este año el centenario del nacimiento de mons. Angelelli, damos gracias también por la vida de Wenceslao, Carlos y Gabriel, damos gracias por los padres que lo trajeron al mundo y por las comunidades donde nacieron y crecieron. Ellas son parte fundante de esa semilla que luego dio y sigue dando abundantes frutos en esta tierra.

Que nuestros mártires intercedan por nosotros y nos animen en el camino de santidad de cada día.

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