MINISTER GENERALIS ORDINIS FRATRUM MINORUM CONVENTUALIUM
Roma, 14 de abril de 2023
Muy estimado Padre obispo, habiendo conocido la noticia de la celebración de los 430 años del primer Tinkunaco, en el contexto, además, del recuerdo del año centenario del nacimiento del beato mártir Mons. Enrique Angelelli, he querido hacerme presente, a la distancia, con un simple pero sentido saludo.
Como franciscano conventual me une especialmente a La Rioja el vínculo de la sangre -también martirial- de mi hermano el beato Fray Carlos de Dios Murias OFMConv., quien, junto al sacerdote diocesano beato P. Gabriel Longeville y al laico beato Wenceslao Pedernera, había acompañado -como tantas otras personas- al obispo Angelelli en su pastoral y sus opciones. Ellos lo acompañaron también en el testimonio final de sus vidas.
Me una también a La Rioja, obviamente, la presencia continua en la Diócesis, los
últimos decenios, de una fraternidad de nuestra provincia religiosa.
Los 430 años de tradición viva del Tinkunaco, hablan de la inspiración y la genialidad pastoral de San Francisco Solano, quien caminaba en ese tiempo por las tierras riojanas. Fue un caminar encarnado en la realidad concreta que la coyuntura histórica presentaba; una coyuntura difícil y disimétrica, que el Tinkunaco buscó afrontar con nuevas claves para regenerar la sociedad de entonces: el encuentro y el mutuo reconocimiento. La fe, el Evangelio de Jesús y la índole de la cultura originaria local hicieron el resto. Así, las partes enfrentadas -pueblo originario y españoles- lograron verse cada uno en el rostro del otro, y -juntos- ver y adorar al Señor: la Buena Noticia para la humanidad.
La Iglesia y la sociedad civil han sabido mantener en La Rioja hasta el día de hoy este rito simple pero tan significativo, que ayuda a formar las mentes y los corazones según un proyecto evangélico de vida y de convivencia social.
Estos 430 años de historia en La Rioja han conocido un crecimiento, pero también nuevas luchas, nuevos conflictos, nuevos desafíos. En cada contexto, el Tinkunaco se ha presentado y se presenta aún como una propuesta, en la que brillan el reconocimiento de los más desfavorecidos, la escucha del otro, la pacificación, el diálogo sincero, la transparencia y la construcción de una sociedad donde todos, inspirados en la humanidad del Evangelio, pueden tener un lugar.
Recordando ya los 100 años del natalicio del beato mártir Mons. Enrique Angelelli, me atrevo a reconocer la especial distinción con la que este “pastor con olor a oveja” enriqueció aún más el significado del Tinkunaco: el grito por la justicia.
Me alegro con el pueblo de La Rioja por esta conmemoración, con el deseo de que el contenido simbólico de este rito sea siempre un mensaje salvífico y orientador no sólo para la Provincia y la Diócesis, sino también para todo el país, para todas las instituciones de la nación y para. todos los habitantes del suelo argentino.
Fray Carlos A. Trovarelli
Ministro general OFMConv.