San Blas – El protector de las gargantas

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Religiosidad popular

El santo protector de las Gargantas

Templo de San Blas de Los Sauces

María Laura Carrizo, secretaria parroquial

El templo data de 1734, aunque el inicio de la construcción data de fines de 1600.

Desde entonces solo ha tenido una refacción grande después del temblor de 2002 donde se le hizo la construcción antisísmica conservando el diseño de origen. La construcción se realizó con los elementos y las técnicas propias del lugar: muros de adobe de gran espesor y portón de acceso y elementos estructurales de maderas duras. El diseño es sencillo, con una única torre maciza de acceso exterior, que sobresale de un conjunto de baja altura y aspecto sólido y austero. El interior es una nave única de planta rectangular, sin aberturas laterales. Inicialmente, en el templo se veneraba una pequeña imagen de San Blas, luego reemplazada por otra de mayor tamaño que se supone fue traída desde Lima y permanece hasta el presente.

San Blas es venerado tradicionalmente como «abogado contra los males de garganta» ya que uno de los milagros que se le atribuyen es la curación de un niño al que se le clavó una espina de pescado en la garganta.

Fue un médico y obispo de Sebaste, actualmente en Turquía, durante los siglos III y IV. Hizo vida eremítica en una cueva en el bosque del monte Argeus que convirtió en su sede episcopal. Fue torturado y ejecutado en la época del emperador romano Licinio durante las persecuciones a los cristianos de principios del siglo IV.

Nuestro templo, más allá de su historia, es muy rico en presencia. San Blas mismo tiene un milagro por el modo como llega. Hay una leyenda que dice que en los primeros asentamientos de los españoles que vinieron con los jesuitas levantaron fuertes en toda la provincia para defenderse del ataque de los pueblos originarios. Estos fuertes estaban en la ruta del oro para cuidar a los que llevaban el mineral. Uno de esos fuertes estaba ubicado en el Bañado de Los Pantanos, era el Fuerte de El Pantano. Había una comunidad de españoles con esclavos y estaba un sacerdote jesuita que venía catequizando. Tenían la devoción por San Blas que no es la imagen que tenemos en el templo. Esta es San Blasito, una imagen más pequeña. La original esté en una capillita aquí cerca. El jesuita estaba en contra del quien dirigía el fuerte por la explotación que hacía de los esclavos, alzó la voz en una misa donde pedía que tratara a las personas de una forma humana. Por esa alzada de voz fue azotado y quedó mal herido y tal fue la repercusión de aquel azotamiento que días posteriores llegó el superior de estos jesuitas y congregó a la comunidad a una misa a media noche y los convocó a salir del lugar. Tomaron el santo y huyeron hacia San Blas de Los Sauces en donde formaron una nueva comunidad uniéndose a la gente que estaba aquí continuando la devoción a San Blas. Así es como la imagen llega a San Blas y es el milagro que se cuenta.

En los años 80 se hacía una procesión en donde el santo regresaba al fuerte de El Pantano.

Sobre este fuerte, después que el jesuita con la gente y San Blas salieron, les cayó una suerte de maldición porque se perdió por la tierra que corría. La tierra tapó toda la construcción, el pueblo. Hoy este lugar se conoce como la Ciudad perdida. La gente del lugar le tiene respeto y no suele hablar de esta historia. La gente que por ahí pasa o tiene animales cerca, encuentra cosas de la época, hay quedado enterradas muchas cosas de oro, el pueblo quedó tapado por una “lluvia de tierra”.

Así llega la devoción del santo y luego la construcción del templo.

Las festividades son el 3 de febrero que es el día de San Blas y otra con menos gente que es el tercer domingo de agosto. Se celebran misas, se hace la tradicional bendición de gargantas, es el santo protector de las gargantas, patrono de los cantantes y locutores.

Esa imagen tiene mucha devoción, congrega a gente de departamentos vecinos y promesantes de todo el país que vienen por sus gargantas. Aquí recibimos gente todo el año y el santo recibe muchos obsequios, regalos porque se lo tiene como muy milagroso.

Es así como este pueblo de poco más de 1000 habitantes, cambia su fisonomía en cada fiesta de su patrono y los sauceños seguimos compartiendo las gracias que San Blas derrama desde hace siglos.