A ustedes peregrinos venidos de otras provincias hermanas; a ustedes riojanos que un día emigraron a diversas ciudades del país, y que hoy nos reencontramos en este Santuario de San Nicolás; a ustedes hermanos ferroviarios de la diócesis hermana de Cruz del Eje, que vienen acompañados por el obispo, hermano y amigo, Mons. Enrique Pechuan Marín, por su Vicario y el párroco de su catedral; a ustedes hermanos riojanos que juntos hacemos el mismo camino de peregrinos en esta Rioja, reciban el saludo que la misma Biblia Santa lo pone en boca de los Apóstoles, “que la bendición y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor, esté siempre con ustedes”. Mientras en nuestra Patria se viven horas difíciles para todos los argentinos y el cansancio de un pueblo hace palidecer y peligrar la luz y la fuerza de la esperanza, aquí en La Rioja, tierra que sabe mucho de cansancios y esperas, se ha convocado para ser oyente de la Palabra de Dios y celebrar su Eucaristía, junto a su Santuario de San Nicolás, Patrono de la Provincia y de la Diócesis. Como pueblo que guarda mucha sabiduría en su interior, reflexiona, reza y canta la Palabra Viva del Evangelio, para actualizar su pacto o alianza hecho al comienzo del año, cuando frente a la Casa de Gobierno, lo formulábamos en el “TOPAMIENTO” o “ENCUENTRO”, consagrándole la vida privada y pública a Cristo, fundamento verdadero de nuestra esperanza y de la PAZ a la que todos debemos construirla cada día.
Al amanecer este año “72”, nos propusimos como gran tarea, la misma que el Santo Padre Pablo VI, proponía a todo el mundo: “SI QUIERES LA PAZ, TRABAJA POR LA JUSTICIA”. Allí nos comprometimos a ir haciéndola realidad en nuestra diócesis de la Rioja. Porque nos equivocaríamos gravemente, si pensáramos que somos fieles, como cristianos, a la Iglesia de Jesucristo, si decimos estar unidos sentimental y teóricamente al Papa Pablo y a su Magisterio y no efectivizamos esas sabias enseñanzas, orientaciones y llamados urgentes a todos los cristianos de Pablo VI, -en nuestra diócesis y en comunión con ella. Al Magisterio Social de la Iglesia lo debemos, nosotros los cristianos, conocer, vivir y realizarlo en donde la Providencia Divina nos hizo hacer, crecer y vivir la comunidad eclesial-.
Como el Apóstol Pablo, le decía a la Comunidad Cristiana de Filipo, también hoy les digo: “…doy gracias a Dios por ustedes y siempre que a diario oro por ustedes, lo hago con alegría. Estoy seguro de que Dios, que comenzó a trabajar en ustedes, seguirá perfeccionándolos hasta el último día de nuestro camino por esta vida…“
Vivir la fe cristiana hoy, exige sinceridad de corazón, generosidad, comprometer la vida y jugarla corresponsablemente con los otros, con audacia y coraje quienes hemos sido marcados con la unción de los testigos del “hombre nuevo”, nacido en la fuente bautismal y en el compromiso público recibido en la Confirmación.
Esto es vivir la comunidad fraternal en la Iglesia Diocesana. Esto es ser “gajo unido al tronco de la vid”, -buen samaritano que no pasa de largo ante tantos caídos, el camino de la vida que a diario encontramos-; “semilla enterrada en buena tierra”. Si siempre, ser cristiano, ha exigido ser hombres definidos y comprometidos con la construcción de la sociedad, según el Evangelio, hoy, esta exigencia cobra mayor fuerza; reclama audacia; rupturas interiores y exteriores; dejarse penetrar por la Palabra y la Gracia de Dios que purifica, sana, transforma, nos hace verdaderamente libres, veraces y hombres que no temen jugar la vida hasta el martirio en sus variadas formas modernas.
Si La Rioja, tiene enclavado en el corazón de su tierra, este Santuario de San Nicolás, es porque el Señor mismo se ha constituido PASTOR DE SU PUEBLO; aquí debemos descubrir juntos, como pueblo, el lugar de privilegio que el Señor le tiene asignado para manifestar su proyecto de salvación y liberación para La Rioja. Es el lugar donde constantemente debemos llegar, con actitud humilde, sincera y abierta, para escuchar lo que Dios quiere de su pueblo, vivir sus gestos salvadores en la Eucaristía y realimentar la vida para no perder la identidad como riojanos y como cristianos en quienes Cristo se hace presente en cada hombre que nace y lucha por acrecentar la vida.
Trabajar por construir una Rioja Nueva, a la que todos anhelamos y nos esforzaremos, deberá ser construida con todo el sentido y contenido que este Santuario le debe dar al Pueblo Riojano.
Pero si aquí vivimos el Mensaje que cada año nos entrega el “TOPAMIENTO” o “ENCUENTRO”; si reasumimos las líneas auténticas y verdaderas de su historia y tradición, también es verdad, que todo esto exige, a gobernantes y pueblo, tener la lucidez y revestirse de santo coraje para quitarle a nuestro pueblo todo aquello que no lo hace un pueblo feliz.
En esta gran tarea estamos llamados todos: quienes tenemos la misión de ser pastores de la comunidad por el sacerdocio que nos regaló Cristo, El Señor; los religiosos, las religiosas, el laicado, la juventud, los gobernantes, los técnicos, los hombres que trabajan en la cultura y en la educación, los empresarios y los políticos; los obreros y empleados, la mujer, que tiene un papel importantísimo en la comunidad, el campesino y todo hombre que sienta este llamado en su corazón recto de servir a sus hermanos, el deportista y el profesional, el que administra justicia y el que se siente verdadero soldado de la Patria, al servicio de su pueblo, sintiéndose parte del mismo.
En esta gran tarea, seguiremos orientando esta Iglesia Diocesana para que la liberación que urgentemente reclama el hombre riojano, se vaya materializando en la óptica del Evangelio y considerando a los pobres como los privilegiados del Reino de Dios, como nos los exige Jesucristo en las Bienaventuranzas. Siento esta tarde que esta Iglesia Diocesana tiene un rostro peculiar en La Rioja. Una vocación original y que debemos hacerla y manifestarla todos juntos. Seguiremos trabajando para que juntos descubramos y asumamos los problemas; juntos afrontemos las dificultades del camino y juntos manifestemos con la vida que Cristo no es una ilusión en la vida sino una subyugante realidad que es capaz de hacer la más profunda revolución en el hombre y en la sociedad, si somos capaces de cambiar radicalmente la vida.
“Sentir en Iglesia y con la Iglesia” nos supone para nosotros cristianos, ratificarle a nuestro pueblo del que somos parte también, que queremos acompañarle en su proceso liberador de todo aquello que le impide ser un hombre como lo pensó y realizó Dios en el relato primero de la Biblia; señor de las cosas y con capacidad creadora, como lo quiere Cristo después de su Pascua. Porque no habrá Rioja nueva sin hombre nuevo. Esta tarea se hace más urgente realizarla cuando escucho, veo, oigo y convivo con nuestros pueblos y ciudades de la diócesis; a esto lo descubro en cada rostro de nuestros promesantes que llegan al Santuario de San Nicolás, en los rostros y gestos de cada Fiesta Patronal del interior; en el silencio que guardan tantos hombres y mujeres de nuestro pueblo, que por temor creen haber perdido el derecho de hacer oír su voz.
Amigos, cuando nuestra mirada es iluminada por la Fe, descubrimos que el Señor no quiere en su pueblo “cosas sucias”. No quiere que nos burlemos de su pueblo, lo engañemos y lo reduzcamos a ser servil y domesticado.
Diversas situaciones vividas en La Rioja, a las que las veo como un signo muy positivo de cambio de una situación que no quiere Dios, nos deben hacer pensar a todos: gobernantes y pueblo, que así no construiremos, por esos caminos, La Rioja que anhelamos. Felizmente vemos que se está tomando conciencia de no dejarnos engañar tan fácilmente y que se orientan medidas y actitudes que despiertan esperanzas. Todo esto que venimos diciendo, no tiene sentido de enjuiciamiento sino tratar de hacer una reflexión seria acerca de las responsabilidades que a todos nos esperan; nuestro pueblo merece respeto y no ser considerado como un campo de experimentación para hacer ensayos de represión y encubrir dolorosos intereses en nombre de supuestas representaciones oficiales que no se las posee; porque sería muy lamentable que esas representaciones se las tuvieran.
La Iglesia llama a sus hijos que engendró en la Fe por el Bautismo y los hizo miembros del Cuerpo de Cristo, que por sus actitudes y conductas oprimen material y moralmente a sus hermanos, sean cristianos o no, a que se conviertan y no malgasten el Don que el Señor les dio al llamarlos a la comunidad cristiana. No tendrán paz sino construyen la justicia y la fraternidad con sus hermanos.
Queremos seguir afianzándonos en la solidez inquebrantable del Espíritu Santo; por eso seguimos anunciando la seguridad y el compromiso de la FE y de la ESPERANZA que deben ser activas y creadoras.
La reflexión, la oración y el canto de la Palabra Viva del Evangelio nos hace regresar a nuestras casas sintiendo que no nos podemos detener en el camino emprendido que juntos tenemos que seguir trabajando; buscando y construyendo esta Rioja Nueva.
Peregrinos, promesantes y amigos venidos a La Rioja, hasta este Santuario, que la bendición de nuestro Padre Dios nos acompañe a todos: gobernantes y pueblo con la intercesión de nuestro Patrono San Nicolás.
Amigos ferroviarios de Cruz del Eje este encuentro fraternal(en el texto original esto se encuentra entre paréntesis y tachado)