El papa Francisco siempre le dio importancia a la presencia de los ancianos en las familias. Útimamente está dedicando a ellos las catequequesis de los miércoles.
Ha expresado entre tantas reflexiones, lo siguiente :
«La edad es una bendición, y los ancianos no son parias de los que hay que alejarse, sino signos vivos de la benevolencia de Dios que otorga vida en abundancia. ¡Bendita la casa que custodia a un anciano! ¡Bendita sea la familia que honra a sus abuelos!»
El 14 de junio se celebra el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.
El Área de Adultos Mayores de la Comisión Episcopal para la Vida, Laicos y Familia (CEVILAF) ha hecho una carta de sensibilización y reconocimiento. es la siguiente:
En diciembre de 2011, la ONU ha designado el 15 de junio como el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Ésta es una ocasión para que todo el mundo exprese su oposición a esos actos contra la ancianidad que perjudican a quienes los padecen y a quienes los realizan. En la Iglesia, animados por el Evangelio, queremos unir nuestra voz a este coro que busca enaltecer esa importante etapa de la vida, así como rescatar la riqueza que contiene para toda la sociedad.
Las diferentes modalidades de abuso y maltrato de los adultos mayores y ancianos, sin importar procedencia, religión, condiciones económicas o sociales de los mismos, son un problema que afecta la salud y la dignidad de este grupo etario, que merece la mayor atención y consideración de la comunidad humana. La Iglesia, nos dice el Papa Francisco, “no puede y no quiere conformarse a una mentalidad de intolerancia y mucho menos de indiferencia, desprecio y falta de respeto de la vejez”.
Pueden describirse como hechos de abuso y maltrato aquellos actos que, ejecutados por única vez o permanentemente repetidos, por negligencia o dolo, acción u omisión, causan daño corporal o psicológico o provocan la exclusión y marginación de los adultos mayores.
Entre esos hechos encontramos el maltrato físico o anímico, la falta de respeto, el engaño y la estafa económica. A esto se añade una cultura del abandono y descarte que aparta los adultos mayores de muchos ámbitos sociales y familiares. En los casos extremos está creciendo la promoción de la eutanasia.
Es lamentable reconocer que estos actos pasan casi inadvertidos o están naturalizados y, por ello, son subestimados o desatendidos socialmente. También es triste considerar que, a pesar de todos los esfuerzos que la humanidad destina a mejorar la vida de las personas, el maltrato de los adultos mayores parece ser una realidad que aumenta en vez de disminuir.
En nuestra patria, uno de los aspectos que más afectan la calidad de vida de quienes transcurren la vejez es el que brota de la cuestión previsional. Tenemos un sistema jubilatorio arcaico, irracional e injusto que, a través de diferentes mecanismos, determina haberes que hunden en la marginalidad y la pobreza a multitudes que no alcanzan a satisfacer las necesidades vitales básicas.
Por ello, desde el Área de Adultos Mayores de la CEA, creemos que es oportuno recordar esta fecha para promover actitudes en defensa de la dignidad de los ancianos, dignidad que no disminuye por su menor capacidad productiva. Atender adecuadamente la vejez promueve el bienestar espiritual y cultural de toda la sociedad y los argentinos lo necesitamos urgentemente. Su fragilidad hace de los adultos mayores un especial signo de la presencia de Jesús entre nosotros. No dejemos de cuidarlo.
COMPROMETÁMONOS A TRANSFORMAR
el maltrato en BUEN TRATO y el abuso en RESPETO Y VALORACIÓN
de todos los adultos mayores y ancianos.